¿Hacia dónde vamos?
El jueves publicaba EL PAÍS una foto de un adulto en Siria sosteniendo en sus brazos a su hijo muerto. Como padre, no he podido seguir mirando la foto, me amarga profundamente. Pero inevitablemente me hace reflexionar: ¿en qué momento un padre debe decidir que el lugar donde vive es o va a ser peligroso para sus hijos? ¿En qué momento debe hacer las maletas, coger a su familia y cambiar de país? Es difícil, ¡pero cuánto se puede llegar a arrepentir uno de no haberlo hecho!
Evidentemente, es la situación actual de nuestro país la que me lleva a estas reflexiones; en el pasado, cuando veía estas imágenes, me pasaba la cuestión por la cabeza, pero no en primera persona. Sin embargo, hoy día la posibilidad de emigrar es una opción no desdeñable. ¿Adónde va nuestra sociedad? Cualquier día, difundir este tipo de reflexiones estará prohibido, por “derrotismo y socavamiento de la credibilidad nacional” o cualquier cosa parecida, y lo peor es que la mayor parte de nuestros conciudadanos asentirá cargada de razón. No quiero que mis hijos formen parte de eso. ¿Cuántos pensarían lo mismo en la Alemania de los años 1930 y acabaron enfrentándose a un hijo neonazi?
No quiero que mis hijos me digan un día: “Es que manifestarse molesta a los ciudadanos de bien”, y no sepa hacerles entender cuán equivocados están.— Jorge Agramunt Ros.
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