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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Cada vez más españoles consumen comercio justo

La deliciosa Tarta Concienciadade chocolate y castañas que El Comidista preparó para @3500M. ¡Puro comercio justo!
La deliciosa Tarta Concienciadade chocolate y castañas que El Comidista preparó para @3500M. ¡Puro comercio justo!

Esta entrada ha sido escrita porGonzalo Donaire y Marta Guijarro, de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.

Desde su llegada a finales de la década de 1980, con casi veinte años de retraso con respecto a otros países de nuestro entorno, el Comercio Justoha ido creciendo en Españalenta pero impasiblemente, consolidándose como una alternativa para millones de productores en el Sur y consumidores responsables en el Norte. En la última década, las ventas de este tipo de productos se han multiplicado casi por cuatro en nuestro país, hasta alcanzar los 26 millones de euros de facturación en 2011, tal y como indica el informe El Comercio Justo en España 2011. Comercio y desarrollo que hoy presenta la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ).

Es precisamente durante los últimos años cuando más se ha disparado este crecimiento (sólo entre 2010 y 2011 creció casi un 17%), coincidiendo precisamente con el empeoramiento de la crisis económica. ¿Significa esto que el Comercio Justo es insensible al entorno que le rodea? En absoluto. Estas cifras agregadas esconden muchos matices que conviene señalar. En primer lugar, se partía de niveles muy bajos, lo que explica un incremento que viene a recuperar una distancia que aún hoy es significativa: el consumo de Comercio Justo por habitante en España es 10 veces inferior al de la media europea.

De hecho, este crecimiento ha venido acompañado de una notable diversificación: el Comercio Justo es hoy más plural y heterogéneo, a la vez que más cercano a los formatos habituales en otros países con experiencias más dilatadas. Han entrado en escena nuevos actores (ya no sólo importadoras de Comercio Justo, sino también empresas privadas que deciden certificar sus productos bajo el sello Fairtrade), productos (cada vez son más abundantes los derivados de productos básicos: dulces, chocolatinas, refrescos, textiles), formatos de venta (café en taza o helados) y canales de distribución (cadenas de hostelería, máquinas de vending, grandes superficies). Una oferta más amplia que conecta con una demanda potencial creciente fruto de una concienciación mayor por parte de las y los consumidores sobre el impacto que tienen sus compras cotidianas. No aumenta el gasto de quienes ya consumían antes Comercio Justo (de hecho, todo apunta a que desciende), sino que se amplía la base de consumidores de estos productos, cada vez más accesibles a través de canales mayoritarios. El resultado son más ventas y un mayor impacto positivo para las comunidades productoras en origen.

Ahora bien, este crecimiento esconde tres grandes sombras: 1) se apoya en la alimentación y esconde una dura caída en las ventas de artesanías; 2) se concentra en supermercados y establecimientos de restauración y hostelería, mientras cae la facturación de las tiendas de Comercio Justo; y 3) sigue descendiendo la facturación de las importadoras de Comercio Justo, en contraste con el balance positivo que registran otras entidades privadas que certifican sus productos con el sello Fairtrade.

Actualmente, más de 1,5 millones de productores de todo el mundo participan en la elaboración de productos de Comercio Justo, lo que indirectamente beneficia a 5 millones de personas. Todo un sistema comercial a escala global que se activa con un sencillo gesto: consumir con responsabilidad, decidir con nuestra compra en qué tipo de mundo queremos vivir. Y aún así, el Comercio Justo es mucho más que comercio: es sensibilización, denuncia e incidencia política. El objetivo no es solo vender más para ser una isla en un mar de injusticia, sino establecer puentes con otras iniciativas para combatir conjuntamente las injustas reglas comerciales que rigen las relaciones Norte-Sur. La firma de un acuerdo comercial entre una potencia del Norte y un grupo de países del Sur tiene un impacto decisivo en la vida de millones de personas, muy superior al de las ventas de Comercio Justo. La cuestión hoy no es tanto cuándo saldremos de esta crisis, sino cómo: con un comercio más justo o más injusto, y con qué tipo de Comercio Justo. Porque una crisis es también el tiempo de la palabra, de posicionarse y salir de la indiferencia, de tomar partido por las alternativas en disputa: hoy, si no apostamos por un comercio más justo, humano y sostenible (como el de la cooperativa ugandesa ACPCU o tantos otros ejemplos), estamos apostando indirectamente por la injusticia.

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