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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Holanda se centra

La Haya tendrá un Gobierno europeísta pero exigente con los países rescatados

La campaña electoral en Holanda ha resultado decisiva. Hace tres semanas los sondeos daban ventaja a la extrema izquierda de Emile Roemer, contraria a la austeridad y a aumentar la contribución holandesa a los rescates de economías europeas. En las urnas, la sociedad ha apostado por el centro y por el euro. El partido liberal (VVD) del primer ministro Mark Rutte ha logrado, con 41 escaños, el mejor resultado de su historia, seguido del laborista (PvdA), que ha sumado una tercera parte más de diputados que en 2010. Ambos, con sus 80 escaños, están condenados a entenderse en una Cámara baja de 150, aunque en el Senado deban buscar otros aliados, posiblemente los socioliberales de D66 o una democracia cristiana reducida a la sombra de sí misma.

La extrema derecha de Geert Wilders, que condicionó como ningún otro partido radical a un Gobierno en la Eurozona y en abril forzó elecciones anticipadas al retirarle su apoyo, ha perdido peso. Y a la quiebra de las expectativas de la extrema izquierda contribuyó el mal papel que hizo Roemer en los debates en televisión, frente a Rutte o al descubrimiento del líder laborista Diederik Samsom.

Pero la influencia de este radicalismo contrario a toda idea de solidaridad europeo tuvo eco, y en el curso de la campaña tanto los liberales como los laboristas endurecieron su discurso sobre los rescates. Holanda será en los próximos cuatro años un socio fiable y próximo a Alemania y, a la vez, mucho más exigente con el uso de los fondos europeos.

Las elecciones holandesas han reflejado cómo Europa ha entrado en el debate nacional, lo que resulta sano desde el punto de vista democrático y demuestra la importancia que ha ganado la integración a ojos de los electores. Ahora, la nueva mayoría puede tardar en forjarse: los laboristas han abogado por políticas sociales difícilmente compatibles con las de austeridad de los liberales, pero Holanda no está paralizada y puede perfectamente tomar decisiones en la UE.

Con este resultado en los Países Bajos se despeja otra incógnita europea, tras la sentencia del Constitucional alemán sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad y el plan del presidente del BCE, Mario Draghi, para intervenir en los mercados secundarios de deuda de los países que lo soliciten. La pelota queda ahora en el Eurogrupo, y entre La Moncloa y el Palazzo Chigi.

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