Euroidea

Acabo de tener una idea genial, que pongo a disposición de doña Esperanza Aguirre, gratis total. La dama ha pasado por alto las inmensas posibilidades prácticas que ofrece dicho complejo ludópata-prostitutólogo-esclavista. ¿Un espacio para fumar, para que entren los menores (serán de la casa de Alba, porque pelas, por abajo, no hay), para que los derechos de los trabajadores (tantos: mierda para todos) sean pisoteados? ¡Sí! Pero mucho más que eso.

Podemos instalar allí un segundo Vaticano. Que no es lo mismo que un Vaticano II, como bien saben los lectores avezados en la lucha cuerpo a alma con los más rígidos miembros de la Santa (Madre Iglesia).

Debo reconocer que, en realidad, esta ocurrencia me la ha facilitado Rouco Varela o, mejor dicho, la rápida reacción ante los peligros de Eurovegas que su detector del pecado, siempre de erección fácil ante las tentaciones, ha sabido ver con claridad. Según el clamoroso prelado, aquello va a ser incluso apetecible. Su descripción de la atroz caída en el mal que van a sufrir las gentes a punto estuvo de arrojarme en los brazos del señor Adelson y, por consiguiente, de la señora Aguirre, con los riesgos que ello conlleva. Pues convendrán conmigo en que cualquier recomendación de Rouco produce un intenso deseo de llevarle la contraria.

Sin embargo, ¿no sería mejor trasladar a toda la curia, con sus pompas y sus obras, a la sede de Eurovegas, convirtiéndola así en santa? Imaginen: los pecadores vaciando sus bolsillos, los obreros echando el bofe, y luego todos arrodillados luego en los confesionarios que, en fila, se instalarían en un discreto patio trasero.

Aunque, para que la cosa nos salga del todo redonda, Eurovegas y el Segundo Vaticano deberían instalarse en el Valle de los Caídos. Por supuesto, respetando la arquitectura y la tumba con su raspa dentro.