La fiesta del toro se desploma
El pasado mes de agosto leí, en un artículo sobre la crisis de la “fiesta” de los toros, las declaraciones de un importante ganadero que afirmaba que la “fiesta” es reducto de valores eternos porque en el ruedo se muere de verdad y que su mantenimiento servirá para regenerar el país.
Adjudicar valores éticos al hecho sangriento de la contemplación alborozada del tormento de un animal hasta su muerte, resulta indicativo de los sentimientos de sus defensores. También se muere de verdad en otras ocasiones y no por ello existen programas públicos de fomento de las mismas. Solamente en la “fiesta” la muerte se convierte en espectáculo para todos los públicos.
La apoteosis la alcanza cuando achaca el evidente desplome taurino a la pérdida de valores y al afirmar que la primera medida para remediarlo sería respetar al toro, semejante cinismo resulta insuperable. La regeneración del país, que no necesita de estos espectáculos, debe reflejarse en la nula financiación por parte de ayuntamientos, no solo porque se hace con dinero de todos, sino porque significaría un paso importante en la mejora de la salud colectiva del país.— Antonio Bermejo Martín.
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