Ciudades en las que poder vivir
Esta entrada ha sido escrita por Miquel Carrillo, miembro de Ingeniería Sin Fronteras. Miquel participa enelVI Foro Urbano Mundial(organizado por UN-Habitat) y elII Foro Urbano Social, que se inauguran hoy.
¿Saben en qué se parecen Barcelona y Maputo? Pues en que un apartamento de tamaño medio a una hora del centro puede costar unos dos cientos mil euros. En Barcelona hay esperanzas de que bajen los precios, pero en Maputo tenemos la certeza de que seguirán subiendo en los próximos años: entre 2005 y 2010 el crecimiento estimado de la capital mozambiqueña fue del 23% de su población y el déficit de nueva vivienda y suelo no remite.
La escena resume algunos de los conflictos y de las dinámicas que se dan en las ciudades de todo el mundo. También en eso se parecen Barcelona y Maputo: el derecho a la ciudad, a unos servicios básicos mínimos, a una vivienda digna, está en continua disputa. Por mucho que tenga rango constitucional el derecho a la vivienda o la tierra sea de propiedad estatal, la economía manda. Los desalojos por impagos de hipotecas abusivas en un lado, en otro son debidos a la construcción de infraestructuras para grandes eventos deportivos o a la inflación que vino del Lejano Oriente. Es necesario anteponer la construcción de espacios urbanos inclusivos a la generación de réditos macroeconómicos, o convertiremos a las ciudades en máquinas de generar exclusión y pobreza. Y eso sólo se consigue con la participación y la implicación de sus habitantes, que en ese mismo proceso ven afianzada su condición ciudadana.
En América Latina han tocado techo: más del 80% de la población viven en ciudades mal planificadas, con escasos servicios y graves problemas de transporte o contaminación. Toda África, como Maputo, está experimentando idéntica transformación urbana, que la llevará a la misma situación en las próximas décadas. A menudo, pensamos que las intervenciones en desarrollo deben concentrarse exclusivamente en el ámbito rural, donde se hace más evidente la pobreza. Sin embargo, de cómo se conformen nuestras ciudades depende en gran medida el tipo de sociedad global que tendremos y las posibilidades de avanzar hacia modelos más equitativos y democráticos. Si ese barrio de Maputo no consigue articularse socialmente, si sus habitantes no logran organizarse para decidir sobre su futuro, haciendo valer sus propuestas sobre cómo deben ser sus espacios públicos o su trama urbana, la próxima vez que hablemos con el vereador se los habrá llevado la corriente a otro lugar. También en Barcelona tenemos que recuperar la organización y las luchas pasadas, contra las prácticas y los proyectos excluyentes de ciudad en marcha.
Hoy empiezan en Nápoles el VI Foro Urbano Mundial, organizado por UN-Habitat, y el II Foro Urbano Social, en manos de la sociedad civil. Se hablará de estas cuestiones y esperemos que se avance porque una de las principales conclusiones de la pasada edición del FUM fue que el debate sobre el derecho a la ciudad se estaba vaciando de contenido.
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