A vueltas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Isabel Ortigosa, Responsable de Incidencia de InspirAction

Uno de los posibles resultados de Río+20 es la adopción de una hoja de ruta que nos guíe hacia unos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se concretarían entre 2013 y 2015 para suceder a los Objetivos del Milenio . Propuestos por Colombia y Guatemala, los ODS han recibido un fuerte impulso dada la falta de esperanzas en resultados ambiciosos en otras temáticas de la Cumbre de Río.

Objetivos de Desarrollo Sostenible. En principio suenan bien. Sin embargo, han generado un gran debate y no todos apuestan por este nuevo enfoque. Porque en el fondo... ¿De qué hablamos, cuando hablamos de los ODS?

Estos nuevos objetivos, es cierto, podrían garantizar que se fortalezca el desarrollo sostenible, con mecanismos y estructuras para su implementación y medición. Pero desde organizaciones como InspirAction creemos que los ODS no pueden definirse de cualquier forma. En primer lugar, su desarrollo debe estar íntimamente relacionado con el desarrollo de la agenda post-2015, y no perjudicar en ningún sentido el trabajo para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que seguirán siendo la meta hasta 2015. Los ODS no pueden ser la excusa para esquivar el cumplimiento de compromisos ya adquiridos.

Otras organizaciones, como nuestra contraparte Fundación Solón, de Bolivia, apuntan que los ODS parten del propio concepto de desarrollo sostenible, que tal vez debería ser revisado después de 20 años. “Este concepto se basa en la centralidad del ser humano y en la idea errónea de que el desarrollo, entendido como crecimiento, no tiene límite” me decía hoy Elizabeth Peredo, su directora.

En todo caso, lo que no parece tener sentido es que el proceso hacia los ODS camine en paralelo a la reflexión sobre el marco de desarrollo post 2015. Tal vez es hora de converger… Ayer mismo, en el nuevo texto propuesto por Brasil en un intento de impulsar las negociaciones oficiales, se indicaba que los ODS debían integrarse y ser coherentes con la agenda de desarrollo post 2015 de Naciones Unidas. Tener dos procesos paralelos sólo supondría un desperdicio de recursos y una seria complicación adicional, que haría aún mas difícil la implicación de nuevos actores en este esfuerzo común hacia la sostenibilidad.

Si finalmente tenemos ODS (o una hoja de ruta hacia los ODS), debemos insistir en que en ellos se reconozcan los 3 pilares del desarrollo: ambiental, social y económico. Estos tres pilares deben ser abordados a la vez, en lugar de hacerlo de manera compartimentada. Porque la pobreza, no lo olvidemos, es un fenómeno multidimensional, afectado por aspectos transversales como la raza, el sexo, los recursos y oportunidades, o el poder y el acceso a la tierra.

Por lo tanto los ODS deben basarse en la equidad, tanto dentro como entre las naciones, asegurando la asignación de recursos para que los países más pobres puedan garantizar una transición justa hacia un mundo más equitativo, flexible y bajo en carbono. Los ODS, en definitiva, deben incorporar el Principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, a pesar de la resistencias de algunos estados a que este concepto aparezca en la declaración final de Rio.

No va a ser tarea fácil llegar a un acuerdo… Pero tenemos mucho que aprender si queremos superar la debilidad y falta de ambición de los ODM. No podemos caer en los mismos errores. Esta vez, el mundo espera que lo hagamos mejor.