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Blogs / Gastro
Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel

Rocambolesc, Jordi Roca bajo cero

José Carlos Capel

La heladería abrió sus puertas hace apenas una semana en el centro de Girona y Jordi Roca no da crédito a lo que ha vendido. Dos mil helados entre tarrinas y cucuruchos para tomar al paso y 700 envases para llevar casa, cifras muy importantes. Asombro que comparte con sus hermanos, Joan y Josep (Pitu), que desde la trastienda apoyan el proyecto. Rocambolesc http://rocambolesc.comdecorado por él mismo , tiene algo de mágico, como si fuera una secuencia de "Alicia en el país de las maravillas", con estanterías repletas de tarros de caramelos, libros infantiles desperdigados y envases del último perfume que los hermanos Roca imaginaron a partir de uno de sus postres. El mundo de Willy Wonka recreado de golpe.

Ayer miércoles , a la caída de la tarde en la puerta de la heladería se podían observar animadas colas. Según Jordi todo empezó a partir del carrito de golosinas de sobremesa que recorre la sala de El Celler de Can Roca, para mí el mejor restaurante del mundo. Al menos de los que yo conozco. Cuando se les ocurrió convertirlo en un punto de venta ambulante tropezaron con las trabas que impone la legislación municipal de Girona. De ahí que decidieran abrir una heladería que compensara su frustrada iniciativa.

A pesar de que muy poco antes de la visita yo había almorzado en El Celler un menú apabullante, no pude resistir la tentación y me animé a probar 4 de sus 6 especialidades. Un testimonio de la falta de voluntad que tenemos los golosos empedernidos. Me encantaron el helado láctico, elaborado con leche y requesón de oveja de raza pallaresa, el de manzana al horno, para el que había asado 60 kilos de fruta según una receta de su madre, el helado de vainilla de la isla Taha'a (Tahiti) y el sorbete de mandarina montado a partir de pulpa fresca del cítrico. Todos buenísimos, en especial el láctico. No tuve fuerza para probar el sorbete de fresas y el de chocolate, que tenían una pinta espléndida. Ni que decir tiene que unos y otros se decoran con adornos ("afegits" o "topings") variopintos: confitura de guayaba, nubes de azúcar, mini galletas de mantequilla, trocitos de manzana caramelizada, salsa de mandarina, gominolas de frutos rojos, salsa de chocolate, caramelitos crujientes y nubes de fresas y lichis.

¿Cuál es el secreto de estos helados que se venden por ración entre 2,50 y 3,70 euros cada uno? Que son auténticos. Jordi Roca es un pastelero de envergadura Instruido en el universo de los helados junto al maestro Ángelo Corvitto. Domina la técnica y no falsea los ingredientes. Las cremas heladas se turbinan al momento, pocos segundos antes de llenar los recipientes y todas se sirven a temperaturas medidas entre -9C y -11C grados centígrados. Para colmo ofrecen una bolsa (kit completo) con dulce de leche, yogur de oveja y helado de leche para que cada uno en casa se pueda montar el postre a semejanza de El Celler de Can Roca.

Está claro que Jordi juega con ventaja. El apellido y la calidad apabullan. Aún así, como durante la media hora que permanecí en el local no ví un solo niño, tengo la impresión que parte del éxito de esta heladería es saber despertar entre los adultos ese lado medio infantil y dormido que todos ocultamos dentro.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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