Sarkozy y su reloj van de campaña
El pasado domingo, después de agasajar a los millonarios que le financian la campaña con un festín improvisado en la suite Maria Antonieta del lujoso Crillon de París (9500 euros por noche), Nicolás Sarkozy dio un mitin al término del cual decidió mezclarse con el pueblo y bajar de la tribuna a estrechar manos.
Pero de repente, rodeado de la multitud, el presidente francés reparó en algo; dio un paso atrás, se quitó el reloj tasado en más de 50.000 euros y echó el peluco, a resguardo de la chusma, en el bolsillo.
Hasta ahora sólo se hablaba de la desconfianza de los electores hacia sus representantes. Este pequeño gesto demuestra que la desconfianza es recíproca.— Alberto Tirado Parra.
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