Una cabaña-hórreo
FOTOS: Santos Díez / bisimages
“Es posible que las cabañas entre los árboles hayan estado en el origen del proyecto. Puede que nuestros hórreos también. Añoramos esos momentos de juegos infantiles”-, cuentan Elizabeth Ábalo y Gonzalo Alonso. Los arquitectos admiten que pudo ser la nostalgia la que sentara el clima, pero tienen claro que fue el terreno -en medio del parque, aislado entre árboles y en pendiente- el que terminó por decidir la forma recogida de su nueva Escuela Infantil en el campus universitario de Ourense.
Más allá de la celosía de este material, los huecos en planta y el patio central propician ventilaciones cruzadas, no solo entre las fachadas sino también por el suelo, y permiten la reducción de consumo energético en verano. La orientación de las aulas actúa a la inversa en invierno, favoreciendo el aporte solar. También la estructura de soporte de la celosía permite la instalación de toldos en verano y deja espacio para juegos infantiles. La parte inferior está protegida con una barandilla de vidrio para evitar el posible contacto de los niños con un cerramiento de madera colocado en bruto, sin cepillar. Se adivina el cuidado. Pero esa prevención delata y subraya un fallo, resta contundencia a la decisión de trabajar con materiales expresivos.
Con todo, el edificio, convertido en “zaguán habitado”, está organizado en cinco franjas funcionales paralelas. Por un lado los despachos, vestuarios del personal o la cocina, tienen acceso independiente. Por el otro entran los niños entre los roperos y los aseos hasta llegar a las aulas y alcanzar, al fondo orientado hacia el sur, el balcón convertido en zona de juegos y sombreado por las lamas de madera.
En el interior, los cerramientos entre las aulas son flexibles. Permiten organizar una gran sala o fragmentar los espacios. Y los techos son de viruta de madera. La estructura, formada por cuatro pantallas de hormigón abujardado, lleva embebidas las instalaciones de abastecimiento de agua, saneamiento, electricidad, telecomunicaciones y geotermia. Dos losas horizontales, también de hormigón, resuelven el suelo y el techo. La cubierta está rematada con lascas de pizarra negra entre cintas que reproducen las divisiones interiores.
El color del lugar, el verde, tiñe todos los acabados. La sensación, a tres metros de altura, es la de juego entre los árboles. La posición de alguno de estos árboles colabora también en la reducción del soleamiento directo sobre la escuela. Por eso, a pesar de constituir un recinto aislado y una arquitectura objetual, la guardería no interrumpe el parque. Se suma a la nueva vegetación y al dibujo más orgánico que ha sustituido las antiguas naves militares en la zona. La Escuela es una pieza más en el nuevo plan para el campus de la Universidad que tiene ya construidas piscinas de Patxi Mangado, una biblioteca de ACXT y tendrá un centro administrativo de Manuel Gallego.
Presupuesto total: 400.000,00 € Superficie construida: 327 m2
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