Umberto Bossi & ‘The family’

La corrupción política comienza pidiendo comisiones y favores en nombre de la causa (del partido) y acaba, la mayoría de las veces, engrosando las cuentas corrientes de quienes la practican. Este parece ser el esquema que ha puesto fin a la carrera política de Umberto Bossi, líder carismático de la independentista Liga Norte de Italia, que durante años ha sostenido el Gobierno más cuestionado de Europa, el de Silvio Berlusconi.

Bossi ha dimitido como secretario general de la Liga después de que tres fiscales hayan investigado las cuentas del partido y hayan acusado a su tesorero, Francesco Belsito, de financiación ilegal, blanqueo de dinero, fraude, apropiación indebida y relaciones mafiosas.

El registro que la Guardia de Finanzas y los carabinieri hicieron en la sede del partido aportó datos e indicios de un trasiego de dinero y relaciones escabrosas con la Ndrangheta, la mafia calabresa que desde hace un tiempo copa la crónica negra italiana. El cerco fiscal sobre Bossi se cerró tras el registro de la caja fuerte que el partido posee en la Cámara de los Diputados, donde se encontró una carpeta significativamente titulada The family.

Según la investigación, el partido habría recibido dinero de procedencia oscura —probablemente comisiones a cambio de favores políticos— y una parte de ese dinero y de los fondos recibidos del Estado, que por ley deben ser gastados en actividades del partido, habrían sido utilizados para pagar matrículas universitarias, viajes y coches de lujo para los hijos de Bossi, las obras de su casa y el apoyo financiero a los negocios de su mujer. También se investiga el desvío de seis millones de euros procedentes de los fondos estatales a Tanzania.

En los últimos días se han conocido detalles de las conversaciones grabadas por la policía que demuestran hasta qué punto se parecen las formas de operar de las distintas tramas de corrupción y cómo los políticos implicados en ellas y sus amiguitos del alma sacan ventaja del poder. La financiación irregular de los partidos se ha revelado como la principal causa de corrupción política. Y una vez más se ha demostrado que quienes transgreden la ley para favorecer a su formación política acaban favoreciendo también su bolsillo.