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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estadio transitorio de barbarie

Algo raro está pasando para que cada vez sean más frecuentes los ataques de incivilidad en el fútbol

SOLEDAD CALÉS

Julio Caro Baroja escribió a propósito de algunos de sus amigos de infancia en Vera de Bidasoa que no podía decirse que fueran salvajes pero tampoco afirmar que fueran civilizados. “En conjunto", concluía el sabio, "pasaban por un estadio de barbarie”. Se supone que transitorio.

Un país civilizado, podría haber escrito hoy, es aquel en el que un padre puede llevar a sus hijos al fútbol sin temor a que les pase nada; incluso si visten camisetas o exhiben banderas del equipo que se enfrenta al de casa.

El pasado sábado, en el campo del Osasuna, que se enfentaba al Real Madrid, un grupo de furiosos hinchas locales intentó arrebatar una bandera del club visitante a un padre y sus dos hijos, de corta edad, que la habían colocado ante ellos. La grabación que recoge la escena, difundida en los días siguientes por varias cadenas de televisión, refleja la actitud valerosa del padre frente a los matones: defendiendo a su hijo y su derecho a portar una bandera diferente a las que dominan el estadio.“Eso aquí no, eh!”, vocifera uno de los que intentan arrancársela de las manos al niño; y otro, desafiante (hasta que llegan los de seguridad y se escabulle): “¡Qué pasa, eh, qué pasa!” Es toda su argumentación.

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El Madrid, rápido de reflejos, localizó a la familia y Emilio Butragueño en persona les invitó a presenciar en el palco del Bernabéu el partido de ayer contra el Apoel de Nicosia. El Osasuna, por su parte, emitió un comunicado en el que califica de “horrenda” la conducta de los furiosos, “ajena al resto de socios y aficionados osasunistas”.

La vergüenza de esos aficionados está más que justificada, como lo está la de los seguidores del Sporting con el comportamiento del entrenador de su equipo, Javier Clemente, que el domingo, un día después de la derrota frente al Zaragoza, se encaró con un periodista radiofónico que le había criticado.

Lo de menos es si eran críticas justas o injustas, y lo de más que el técnico replicara invocando, sin venir a cuento, al hijo del periodista: “A tu hijo le diremos lo que es su padre, un sinverguenza. ¿Entiende? “Y más tonto que un saco de habas”, añadió tras llamarle “maleducado”. Algo raro debe estar pasando para que cada vez sean más frecuentes estos ataques de incivilidad e incultura.

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