En urgencias
Se me ocurre también una modesta proposición: que las listas de espera hospitalarias pasen a la condición de listas de enemigos, y que se proceda en consecuencia
El principal hospital público de la ciudad en la que vivo, el Chuac, es un referente internacional en trasplantes cardíacos. También ha sido pionero y modélico en otras atenciones, con una cobertura, para determinados procedimientos, de más de un millón de personas. Pero su punto fuerte es esa Área del Corazón donde mucha gente ha encontrado la oportunidad de una segunda existencia. De repente, todo esto adquiere un sentido metafórico. ¿Qué ocurre cuando a esa construcción política que llamamos realidad le falla el corazón? El pasado fin de semana, se colapsaron las urgencias como nunca antes había ocurrido. Hubo pacientes que permanecieron 72 horas, ¡tres días!, en los pasillos, sin poder ser atendidos. No había suficientes camillas para poder, al menos, sentarse, así que hubo que recurrir a las de ocho ambulancias, que quedaron inutilizadas. Se vivieron momentos de gran tensión, conatos de peleas, que en esta ocasión no se podrán atribuir a provocadores antisistema, ni siquiera catalanes. Salvo que los enfermos empiecen a ser catalogados como indeseables. Se me ocurre también una modesta proposición, al modo de Jonathan Swift para acabar con el hambre en Irlanda: que las listas de espera hospitalarias pasen a la condición de listas de enemigos, y que se proceda en consecuencia. Un método infalible para despejar Urgencias, traspasando Sanidad al ministerio del Interior. Aunque también podría echar una mano el titular de Educación y Cultura, y nueva revelación del Club de la Comedia, el señor Wert, entreteniendo a enfermos y heridos con el celebrado monólogo Nadamos en la ambulancia. El caso es que el problema de Europa no es el bolsillo, sino el corazón. Y lo que hacen falta son trasplantes. En sus Confesiones y memorias, a mediados del XIX, Heinrich Heine, poeta mayor, denunciaba a los burócratas que tenían por programa el Ius utendi et abutendi (el derecho de uso y abuso), al modo imperial. En esas estamos. Y en Urgencias.
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