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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

La lámpara no se quiere ir

Anatxu Zabalbeascoa

Ahora que las nuevas fuentes de luz se esconden en el mobiliario y la arquitectura, ahora que leds y fluorescentes se camuflan y no se dejan ver, las lámparas de techo quieren reivindicar su papel plástico y escultórico no como cáscara de la luz sino como diseñadoras de espacios.

Es cierto que el techo suele ser el lugar más despejado. Sobre todo cuando arquitectos e interioristas ponen cuidado en ocultar todas las instalaciones (detector de humos, alarma, climatización) con las que con frecuencia le toca cargar. Frente a un suelo plagado de mesas, sillas y comensales, el techo aparece como el lugar apropiado para ubicar una escultura. Es el vacío, el sitio que nada ni nadie puede llegar a tapar. Así, cada vez son más los diseñadores, interioristas y empresarios dispuestos a reivindicar el papel de las antiguas pantallas como artífices del diseño de numerosos locales de moda.

Fue el caso el malogrado Maze Grill de Merlbourne, uno de los restaurantes del poderoso chef británico Gordon Ramsey que menos duró abierto: apenas un año. Coronando la torre del Hotel Metropol de Merlbourne, el diseño del local era tremendamente sobrio –comparado con la mayoría de los locales de Ramsey: del Savoy Grill de Londres a los otros tres Maze en Doha, Nueva York o Londres-. El pavimento era liso, las paredes de muro cortina, las mesas y las sillas clásicas en madera oscurecida, pero la altura del local era excepcional y domando, decorando y destacando esa altura, las lámparas actuaban como la pieza clave de la decoración.

Esa idea, agarrarse a una presencia emblemática, cálida, decorativa, y hasta funcional –para dirigir la luz- está también detrás de la lámpara Tam Tam del diseñador de la Martinica Fabien Dumas que la empresa Marset acaba de lanzar al mercado. Se trata de un racimo de pantallas de aluminio lacado en varios colores que se organizan en torno a una gran pantalla central. Todos los satélites son giratorios y pueden encargarse en colores a la carta para personalizar las lámparas. Gracias a esa cualidad de girar 360ºsobre un mecanismo las diversas pantallas pueden iluminar rincones opuestos desde una única fuente de luz.

Con las pantallas lacadas en negro, para ceder protagonismo a otros aspectos del interior, o con tambores coloreados para acapararlo, diseños como los de Ramsey y Dumas demuestran que no será fácil jubilar las lámparas. Sirven para algo más que para esconder las bombillas y dirigir su luz.

Comentarios

buena pinta!...lámparas, pantallas, bombillas, aunque obvio, adeqüarlas a la altura de los ojos humanos que va cambiando a lo largo de sus actividades y posturas para que no los deslumbren. ...importante cuestion del interiorismo arquitectónico.
Adeqüarlas?????
...que deliz!...perdón, adecuarlas.
"Adeqüarlas" la famosa casa de "scandinavian design" de Malmo?
Puffff, hay que ser analfabeto para escribir mal la palabra adecuar, madre del amor hermoso. La calidad de los empleados de EL PAÍS es cada día más baja. Patético. Y para rematarla no sabe escribir desliz.
Alex, "Puffff" no se escribe asi. Se escribe : "Pfffffffffff", por lo menos en la comunidad hispana del area fonetico-linguistica gabacho romanica del sur de Lausanne...( Onomatopeico anarquista!!!)
La lámpara no se quiere ir y tiene todo el derecho del mundo a quedarse. Tal vez sea el objeto más ancestral que se haya instalado en nuestros hogares desde que estos eran cuevas y sigue siendo el que mejor compañía nos hace.
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