¿Cuán abierto debe ser un museo?
FOTOS: Joep Lennarts
Ahora que va a cerrar el museo temporal que la diseñadora francesa Matali Crasset ideó para acoger las muestras de arte y diseño del Stedelijk de S-Hertogenbosh, en Holanda, reaparecen preguntas con respuesta esquiva: ¿Cuán abierto debe ser un museo? ¿Cuán protagonista debe ser su arquitectura? ¿Qué tipo y tamaño de esfuerzo deben realizar las galerías en su lucha por atraer visitantes?
Es casi un símbolo. Crasset, que estudió marketing antes que diseño, que trabajó con Dennis Santachiara y con Philippe Starck y en la que el gran divo francés llegó a reconocer una discípula aventajada, ideó hace cinco años un refugio temporal para el Museo Stedelijk de S-Hertogenbosch. El centro es dueño de una colección de arte y diseño contemporáneo que hace convivir las grandes butacas de Alessandro Mendini con cerámicas de Pablo Picasso. También organiza una programación ecléctica –y tal vez por ello cercana al público- que baraja desde muestras que dan a conocer a artesanos, artistas y diseñadores hasta exposiciones que plantean asuntos como ¿qué es hoy la abstracción? Así, el museo temporal que Crasset realizó detrás de la estación de S-Hertogenbosh, aprovechando unas espléndidas naves industriales, ha sido, durante siete años, un espacio público, un lugar con más modularidad que jerarquías, un centro cambiante –y sin embargo íntegramente diseñado: de las salas al restaurante pasando por la biblioteca o las tiendas- con el sabor dulzón de los plásticos de colores brillantes que tan bien sabe defender la autora.
El museo temporal ha sido un éxito. Se ha convertido en un lugar en el que era habitual ver niños. Sin embargo, al pensar en la permanencia, los arquitectos holandeses Bierman Henket han querido ser más serios. ¿O han aprendido la lección? Para finales de este año se espera que el museo reabra ya ubicado en su lugar habitual, en el centro de la ciudad. El nuevo edificio tiene el aspecto sobrio de lo que no tiene ganas de cambiar. Sin embargo, son los hermanos Campana los que están diseñando su interior. Los diseñadores brasileños han llegado a Holanda para arropar un museo de creación contemporánea. ¿Qué información se deriva de esa decisión? ¿Que la creación actual no precisa de paredes blancas? ¿Que la museografía se escapa de los grandes trazos de la arquitectura? ¿Que es preciso diseñar un interior para explicar el arte que éste expone? ¿O que los interiores marcados –como los de los Campana o los de Crasset- ayudan tanto como envejecen? El museo como un juego de niños podría estar a la vuelta de la esquina.
Babelia
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