Los dioses juegan al fútbol

“No era un balón, era una serpiente lo que venía hacia mí. Por eso tuve miedo, no me atreví a tocarlo y me aparté”, así respondía Ali, el portero del Real Madrid de Madina (Sierra Leona) a la pregunta de cómo se había dejado meter un gol tan tonto. Ante mi cara de asombro, el señor Cole, el “hechicero” del equipo, me dijo: “Esto no es Europa. Aquí el fútbol no sería lo mismo sin el yuyu”.
Espectador de un partido de fútbol. Foto Kent's Diaries.
Quería yo saber dónde se iban a reunir los seguidores de los distintos equipos africanos que participan en la CAN para ver los partidos, en Madrid, y le pregunté a mi amigo Luke, un nigeriano que vende La Farola a la puerta de un supermercado. Eso fue motivo para que me diera un discurso sobre sus previsiones y apuestas sobre quién ganará. Pero lo que me sorprendió de esa conversación fue que me recordara (él lee este blog) que hace tiempo prometí hablar de fútbol y yuyu y que todavía no lo he hecho. Le dije que me ponía manos a la obra, y él me advirtió: “Pero tú ya saber, tú no poder contar todo lo que tú saber”. Como siempre, las impresiones engañan y debe pensar que sé algo sobre el tema.
Este es un vídeo que grabé en el Estadio Nacional de Accra. A cualquier profano le podría parecer que el señor entrado en carnes y pintado con los colores de la bandera de Ghana es algún tipo de hechicero o algo por el estilo. Nada más lejos de la realidad, es un simple fan que está animando a su equipo. Y es que no todo lo que se ve en África es magia.
Voy a comenzar exponiendo algunas premisas a sabiendas de que son una generalización y simplificación (lo digo de cara a los posibles expertos que pueden tener aquí mucha munición para acribillarme en los comentarios).
En el mundo tradicional africano, la religión difícilmente puede separarse de la vida diaria o de cualquier actividad. Los antropólogos coinciden en que es parte integral de África. La tradición dice que las fuerzas sobrenaturales, como dioses, espíritus o los antepasados, influyen y controlan nuestro mundo.
Aquí, nada pasa por casualidad, sino que todo lo que sucede se debe a la intervención de esas fuerzas sobrenaturales. Esto es cierto de la enfermedad, la muerte, la desgracia… que tienen su causa en los poderes malignos invocados por un enemigo. Pero también trabaja con la buena suerte, cuando las fuerzas sobrenaturales están contentas y deciden ayudar o proteger.

Si esto es así, nadie se atreve a iniciar una actividad o negocio sin solicitar la intervención de esos seres. El fútbol es una más de las acciones que puede emprender el ser humano, por eso, para la mayoría de los africanos, la religión también tiene mucho que decir y hacer en este campo. De ahí que jugadores, directivos y seguidores invoquen a las fuerzas malignas en busca del fracaso del equipo contrario y ofrezcan sacrificios a los antepasados y espíritus benignos esperando su asistencia y bendición para alcanzar la victoria.
Para conseguir los resultados buscados hay que acudir a los hechiceros, que son los “especialistas” que saben cómo utilizar sus fuerzas sobrenaturales para derrotar a los espíritus del mal o de los brujos. Un yuyuman (que es el que controla la magia negra), como se les conoce en Sierra Leona, o un marabout, como son llamados en otras partes, por ejemplo, puede preparar un amuleto o yuyu que será colocado o enterrado en un campo de futbol para hacer que el equipo contrario pierda el partido.
En la liga del Tonko Limba, en el norte de Sierra Leona, raro es el partido donde no hay denuncias de brujería. Si alguien pasea detrás de la portería contraria se le acusará de estar realizando un sortilegio para que el portero no pare los balones que le tiren, por ejemplo.
De ahí respuestas como la que me dio Ali o que los jugadores atribuyan sus lesiones o su mal juego, a la intervención de un hechicero. Muchos de ellos acuden a los especialistas en busca de protección. El yuyuman les puede proporcionar los medios que necesitan: a veces se trata de aceite de palmera, al que se han añadido otros elementos y bendiciones, con el que los jugadores tienen que untarse el cuerpo antes del partido. Otras veces se trata de amuletos (yuyus o grisgrís) que tienen que llevar atados a algunas partes de su cuerpo, como por ejemplo alrededor de las caderas (al no estar permitido a los jugadores llevar collares o pulseras, donde, de forma habitual, sueles colgarse estos objetos).
Para prevenir contaminarse de los ritos de los contrarios, un equipo de fútbol puede entrar descalzo al campo, para no pisar con sus botas los sortilegios depositados en los vestuarios, saltar la verja que separa el césped, para no entrar por la puerta principal, donde se creen pueden estar los hechizos…
En el caso del Real Madrid de Madina, el señor Cole nunca se olvida de advertir a los jugadores el ritual que tienen que seguir. Luego, antes de empezar un partido, da una vuelta al campo para detectar los yuyus ocultos en él y descubrir a los posibles hechiceros que acompañan al otro equipo. No falla, su sentido especial los localiza enseguida e informa a las autoridades presentes para que el individuo sea expulsado del estadio.
Yo nunca he puesto en duda la autoridad y el poder del señor Cole. Pero reconozco que lo que mejor hace es curar las lesiones después del partido e infundir ánimos al equipo. Una mezcla de tradición y psicología, no en vano es director de una escuela primaria y herborista o persona que cura enfermedades de forma tradicional.
Estos días he aprendido mucho sobre el tema del yuyu y el fútbol leyendo un libro que compré en el bar del Estadio nacional de Accra. Lleva por título Juju, Magic and Witchcraft in African Soccer: Myth or Reality?, escrito por el Rev. Francis J. Botchway (pastor de la Iglesia presbiteriana de Ghana). El autor entra en profundidad en el tema y entrevista a jugadores, entrenadores y dueños de clubs africanos que describen los ritos realizados. Todos coinciden en que es una práctica muy habitual en el fútbol africano.
El recurso a la magia y al yuyu es normal en muchas partes de África, hace solo un par de días leía en un periódico que tres personas han sido detenidas en Burkina Faso por estar en posesión de 71 buitres y las cabezas de tres más, que iban a ser transportados a Nigeria donde se usarían para rituales de yuyu o vudú, como dice el diario. Es algo real con lo que hay que convivir. Cuando llegué a África por primera vez, me reía de estas creencias, pero muy pronto entendí que no había que hacerlo, que es algo real y hay que respetarlas.
Lo cierto es que yuyu y fútbol van unidos en África. Seguramente muchos de los equipos que van a participar en la CAN llevarán, como miembros de su expedición, un hechicero. Algunos antes de ir al hotel asignado irán directos a sus embajadas donde pasarán la primera noche, en una especie de vigilia, mientras los especialistas invocan a las fuerzas sobrenaturales. Son rituales que se repiten en muchas competiciones.
El problema surge cuando nos preguntamos por la eficacia de todos estos ritos. Si realmente funciona el yuyu, ¿Porqué ningún equipo africano ha ganado el mundial hasta ahora? ¿Por qué será? Si tienes alguna opinión al respecto, no dejes de compartirla con nosotros.
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