Crónica de la contracumbre: "Papá, ¿qué podemos hacer nosotros?"

Segunda entrega de nuestro enviado especial a Durban, José Luis García Barahona.

Un pastor Masai, llegado desde Kenya con la caravana, posa con un policia Sudafricano frente al centro de convenciones. Foto:Ainhoa Goma

Ayer empezaron las negociaciones del COP. Día de reencuentros de viejos amigos dándose grandes abrazos; muchos de los negociadores ya han hecho migas de tanto reunirse al cabo de los años por todo el mundo: solo en los últimos doce meses Cancún, Bangkok, Bonn, Panamá y ahora Durban. Así que imagino que muchos de estos negociadores son ya íntimos amigos.

Pero lo más interesante de ayer ocurrió fuera de las negociaciones: una caravana formada por más de 300 campesinos de varios países de África llegó a Durban. Los autobuses salieron de Bujumbura (Burundi) el 9 de Noviembre y fueron recogiendo líderes campesinos a su paso por Ruanda, Uganda, Kenia, Tanzania, Malawi, Zimbabue, Zambia, Botsuana y, finalmente, Sudáfrica. Además, campesinos de Mozambique, Suazilandia y Lesoto se les unieron aquí en Durban.

No entienden mucho de mercados de carbono, acuerdos vinculantes o CO2. Lo que sí entienden es que las lluvias son cada vez menos frecuentes, más concentradas en pocos días y más torrenciales, con nefastas consecuencias para su única fuente de sustento, las agricultura. En África subsahariana el 95% de la agricultura depende exclusivamente de la lluvia, es decir, sin regadío. Y eso incluye a Sudáfrica, donde gracias al apartheid un pequeño grupo de granjeros blancos controlan el 80% de la tierra y cuentan casi siempre con regadío. Si excluyéramos Sudáfrica, veríamos que casi la totalidad de los Africanos dependen exclusivamente de la lluvia para su sustento. Así que hasta aquí han venido estos 300 campesinos, a tratar de influir a los que dentro de las negociaciones están decidiendo su futuro.

Por supuesto, ninguno de los campesinos tiene acreditación para entrar en las negociaciones. Por supuesto, ninguno de los 11.000 negociadores acreditados perdió el tiempo en salir media hora del Centro de Convenciones a hablar y escuchar a los campesinos que se concentraban a 100 m del Centro de Convenciones.

Pero la nota que me quedó del día no fueron estos campesinos, sino una niña de 10 años y su padre. Los dos son vecinos de Durban y de origen indio (un 15% de la población de Durban lo es). El padre vino a interesarse por la caravana de campesinos. No tenía el pelo largo, ni tatuajes, ni una camiseta con mensajes; era un tío de lo más normal con pinta de acabar de haber salido de la oficina. Venía con su hija de 10 años y me explicaron los dos que la hija había visto un par de programas en la TV sobre la cumbre y le había preguntado a su padre “Papa, que podemos hacer nosotros?”. El padre llamó a varios amigos y decidieron juntarse en el único sitio reservado para la sociedad civil frente al Centro de Convenciones. Se autodenominan “Ocupar el COP” emulando a los ciudadanos de Ocupar Wall Street, y se trata de un grupo de familias con sus hijos que se van a juntar aquí con sus mensajes cada día (ahora junto a los 300 campesinos de la caravana).

Los negociadores, delegados y demás personas importantes con acreditación no saldrán a hablar con ellos/as, pero la prensa sí; y además muchas de las delegaciones importantes, las que llevan escolta, tienen que pasar por delante de ellos para acceder al recinto cerrado. Si los coches oficiales no pasan muy rápido, puede que los que van dentro sientan el aliento de esta gente en el cogote, aunque sea solo un instante.