Los asesinos de Cabral buscaban al empresario que iba con él
Guatemala vive conmocionada por el asesinato del cantautor argentino en medio de tres días de duelo
Pese al hermetismo con que las autoridades manejan las investigaciones en torno al asesinato, la madrugada del sábado, del cantautor argentino Facundo Cabral, todos los indicios conocidos apuntan a que el atentado iba dirigido contra el empresario Henry Fariñas Fonseca, un nicaragüense de 40 años residente en Guatemala desde la niñez.
Las características del crimen -el coche propiedad de Fariñas donde viajaba Cabral fue alcanzado por tres automóviles de gran cilindrada, desde donde los sicarios dispararon ráfagas de fusiles AK-47-, son las propias de los ajustes de cuentas entre mafias. El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, lo señaló abiertamente: "Un operativo como este es obra del crimen organizado. No son sicarios de la calle. Es un operativo muy bien montado", dijo el mandatario en una rueda de prensa.
Fariñas, quien permanece "delicado, pero estable" en un hospital privado, es propietario de la cadena de clubes nocturnos Elite, abiertos en zonas exclusivas de las capitales centroamericanas. La policía guatemalteca, que lo ha señalado como "el testigo principal del crimen", lo mantiene bajo custodia, a la espera de que pueda ser interrogado.
Los testimonios de algunos empleados del hotel, los últimos que lo vieron con vida, dan cuenta de que Cabral iba a viajar al aeropuerto en el microbus que lleva a los huéspedes, pero en el vestíbulo se encontró con Fariñas, que al parecer lo había contratado para su presentación en Managua, la capital nicaragüense, quien se ofreció a llevarlo, pues él también viajaría por la vía aérea. Cabral y su representante, David Llanos, aceptaron la invitación. Llanos, que ocupaba un asiento trasero, salió ileso. A Facundo lo alcanzaron tres balazos, uno de ellos en la cabeza que le dejó sin vida instantáneamente, según el informe del forense que practicó la autopsia.
Los guatemaltecos, que a lo largo del sábado realizaron decenas de manifestaciones espontáneas de solidaridad con Facundo Cabral, su familia y con el pueblo argentino, según se podía leer en carteles improvisados, continuaron ayer como aletargados, sin poder asimilar lo ocurrido y con sentimientos, imposibles de disimular, de culpa y vergüenza, propios de una población con la autoestima reiteradamente lastimada.
Solo las palabras del embajador argentino, Ernesto López, quien se dirigió a una multitud congregada en la Plaza Mayor de la capital guatemalteca con ramos de flores y velas para honrar la memoria de Cabral, servían de bálsamo: "De la misma manera que no se puede culpar a los neoyorquinos de la muerte de John Lennon, tampoco se puede culpar a los guatemaltecos de la muerte de Facundo", dijo el diplomático quien reiteró que Cabral amaba mucho a Guatemala. Comentó que "era una terrible paradoja que su vida haya sido truncada de una manera tan innoble, justo el día 9 de julio que Argentina celebra el aniversario de su independencia".
El Gobierno de Guatemala decretó tres días de duelo nacional, mientras el mandatario ordenó que se agilizaran los trámites burocráticos para entregar los restos a los familiares de Cabral, cuya llegada a Guatemala estaba previsto para la madrugada de ayer, y puedan ser repatriados, a la brevedad, hasta Argentina.
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