Una extensa red criminal
La mafia rusa es una malla en la que es difícil determinar quién manda sobre quién. No es una banda ni una suma de bandas, ni siquiera su origen está claro...
¿Podría usted explicar qué es eso de la mafia rusa para que lo entienda mi madre, qué es ese conglomerado de ladrones en la ley, de rusos, georgianos, armenios o lituanos? En una palabra: no.
No es fácil. Porque la mafia rusa no es una banda o una suma de bandas. No es una organización cerrada, con su jefe, su lugarteniente, su contable y sus matones. Por eso es tan difícil para la policía determinar dónde empieza y dónde acaba cada organización, incluso precisar quién es el verdadero jefe. Quién manda y sobre quién manda. Quién es más jefe que otro.
La mafia rusa es una extensa red, es una malla, es un complejo mundo de personajes que colaboran entre sí o se matan por un quítame allá unas acciones de un banco, que subcontratan actividades, que incluso siendo rivales aceptan al mismo subcontratista.
Ni siquiera su origen es claro, primero delincuentes de la época soviética, bandas formadas en barrios de las grandes ciudades, que actuaron en el mercado negro y luego fueron colaboradores de dirigentes del partido para desviar productos a ese mercado negro y más tarde se convirtieron en empresarios beneficiados por la privatización. O en banqueros. ¿Un banquero mafioso? Es difícil que eso se entienda tan fácilmente en nuestros días.
Por eso también la mezcla de georgianos, armenios, lituanos o rusos. En realidad, la URSS cayó y se desmembró en varias naciones. Pero no la mafia rusa. La mafia rusa no se ha roto. Si algo queda de la URSS, si algo une a todos estos países que a veces se enfrentan (caso de Georgia) es precisamente la mafia. Si algo persiste todavía del Pacto de Varsovia o de los países satélites de la URSS, de esa antigua colaboración entre camaradas, si en algún punto puede verse a un búlgaro trabajando junto a un ruso, es precisamente en el entorno de la mafia rusa. Y no hay una. Como tampoco hay un gran jefe.
Es una malla que ha evolucionado con el tiempo. De los matones repletos de tatuajes alegóricos al denominado "criminal limpio" que se mezcla entre los hombres de negocios occidentales como uno más. ¿Y cuál es el fin último de estas organizaciones? No hay duda: el poder.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.