Beber agua de las depuradoras en época de sequía
El Institut de Recerca de l'Aigua investiga para que las aguas residuales sean aptas para el consumo
Aunque todavía faltan algunas pruebas que permitan asegurar que el sistema es 100% eficaz, los investigadores no dudan que será posible beber agua residual. Sólo requiere tratamiento y una mezcla con la proporción adecuada de agua de río para que se pueda consumir, según ha explicado hoy el director del Institut Català de Recerca de l'Aigua (ICRA), Damià Barceló. El instituto prevé tener los resultados completos del proyecto como máximo en un año y medio. La iniciativa es pionera en Europa, aunque el agua de las depuradoras ya se consume en algunas partes de Estados Unidos, como California.
El trabajo es un encargo de la Agencia Catalana del Agua (ACA) y los análisis se están haciendo en la depuradora de El Prat de Llobregat. La intención es que este tipo de agua sólo se use en época de sequías. El siguiente paso será exportar la tecnología a otros países que también sufren escasez de agua, como Grecia, Israel, Marruecos o Argelia.
Barceló ha avanzado estos datos en la inauguración de la nueva sede del ICRA en Girona. En el mismo marco, el consejero de Innovación, Universidad y Empresa, Josep Huguet, ha explicado que el agua será uno de los focos del nuevo Plan de Investigación e Innovación de la Generalitat y ha propuesto nuevas materias universitarias relacionadas con el recurso natural, como economía, derecho o sociología e historia del agua.
El ICRA es el primer centro en España que estudia globalmente este recurso natural. Creado en 2006 por la Generalitat, se trata de un centro privado, con un patronato que formado por el ACA, la Universidad de Girona y el Departamento de Innovación, Universidad y Empresa. Su presupuesto ronda los 2,5 millones, pero prevé alcanzar los 7 millones en 2014 (mitad público, mitad de la iniciativa privada). Para esa fecha, la plantilla llegará a los 120 investigadores.
La nueva sede en el parque tecnológico de la ciudad ocupa más de 3.000 metros cuadrados. En la actualidad unos 30 investigadores trabajan en los 20 laboratorios del edificio, que se puso en marcha antes de verano.
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