Un etarra inculpa a otro en la colocación de coches bomba
La fiscal pide 13 años de prisión para Ismael Berasategui
El etarra Xavier Zabalo, detenido desde 2002 cuando fue capturado en Francia, ha reconocido esta mañana en la sección seis de la Audiencia Nacional que el también miembro de ETA Ismael Berasategui colaboró con él en la colocación de coches bomba por toda la geografía española en 2001. La fiscal que instruye el caso pide para Berasategui 13 años de prisión.
La comparecencia de Zabalo ha tenido lugar en el juicio celebrado contra Berasategui por estos atentados, que no ocasionaron víctimas mortales. Ambos conformaban, junto a Ainhoa Barbarin -que, como Zabalo, ha acudido al juicio en calidad de testigo-, el Comando Behorburu. Este grupo hizo estallar en 2001 coches en el aeropuerto madrileño de Barajas, en Salou (Tarragona) y en las inmediaciones de los juzgados de Vitoria. También emplazó ese mismo año un artefacto explosivo en el aeropuerto de Málaga, que fue desactivado por la policía.
Zabalo ha asegurado que el comando colocó "varios coches bomba" sin precisar dónde, ya que ha dicho que no lo recordaba. Peor memoria ha tenido Ainhoa Barbarin, quien tampoco se acordaba de "nada". Incluso ha asegurado no recordar quién era Berasategui, que ha seguido el juicio detrás de la pecera de la Audiencia. Antes de sentarse en la sala, Barbarin saludó animadamente a Berasategui. Uno o dos minutos después, cuando la fiscal ha preguntado a la etarra si conocía a la persona que se juzgaba, Barbarin ha respondido en vasco: "No lo recuerdo". Su comportamiento ha provocado que la fiscal haya pedido que se le deduzca testimonio por desobediencia, pues todo testigo está obligado a decir la verdad cuando se le interroga.
El juez Ángel Hurtado, que ha presidido la sala, ha tenido que llamar al orden a tres personas que estaban sentadas entre el público por gesticular y saludar a Berasategui.
Según las conclusiones de la fiscal, Berasategui y Zabalo crearon en Urretxu (Guipúzcoa) una empresa llamada Zipistrin para, bajo la apariencia de un lavadero de coches, ocultar vehículos robados que preparaban después con artefactos explosivos. Los dos presuntos miembros del Comando Behorburu también se encargaban de trasladar los coches al lugar escogido para el atentado.
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