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Una pasarela al estilo de Brooklyn

La obra del ingeniero Javier Manterola cruza la M-30 para unir La Elipa con la Fuente del Berro

Para permitir el paso de los vecinos del barrio de La Elipa hacia el parque de la Fuente del Berro, que se habían quedado en ribera opuestas al aparecer la avenida de La Paz, el Ayuntamiento de Madrid encargó en 1976 al ingeniero Javier Manterola que proyectara una pasarela. Tenía que conseguir saltar ese vacío lineal, tramo primero de la M30, sin apoyarse en ningún lugar y sin interrumpir ni un momento el tráfico que fluía ya sin parar. La zancada era de ochenta y cinco metros en total.

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Adiós a una pasarela de diseño

Interesado en dar respuesta estética a la función estructural, el ingeniero intuyó una forma adecuada para el lugar. No podía ser una viga recta de lado a lado sin más, porque sería demasiado gruesa, y muy cara además. Sí que habría podido ser un arco, pero el suelo no tenía la suficiente estabilidad como para contrarrestar el empuje horizontal. La solución que ya había imaginado Manterola era la del puente colgante, como el de Brookling sobre el East River de Nueva York o el del 25 de Septiembre sobre el Tajo de Lisboa.

El funcionamiento de una estructura de este tipo es tan sencillo como parece. Todo el puente se sujeta con unos inmensos pilares que soportan el esfuerzo sin pestañear. Tiran de unos cables para evitar que el puente toque el suelo que se necesita salvar. Los ochenta y cinco metros de luz -así llaman los arquitectos e ingenieros a las distancias entre los apoyos de sus estructuras- son una distancia a considerar, tan larga por ejemplo casi como un campo de fútbol, que cuenta noventa como mínimo. Detrás de cada titán hay otro tramo de puente más que sirve para amarrar los cables y contrarrestar el esfuerzo principal.

Grandes pilares

El proceso de construcción es también bonito de imaginar. Se fabricaron los dos grandes pilares tumbados, cada uno a su lado. Son de hormigón armado, es decir de piedra artificial con unos hierros muy finos por dentro. Es este material compuesto uno de los grandes ingenios de la construcción. Aprovecha muy bien lo mejor de cada uno de sus componentes, mejorando las cualidades que tienen por separado. Lo trabajoso del invento es hacer el molde, lo de dentro es como hacer un pastel, pero con hierro y piedra líquida que una vez moldeada tiene que cuajar.

Una vez fabricados los pilares, se alzaron con unas grúas hasta alcanzar su posición vertical. Los seis pares de vigas que tiene el puente también se hicieron allí y se colocaron siguiendo el mismo procedimiento. Cuando todo estuvo preparado, se tiró de los cables, se pusieron a funcionar, y la pasarela colgante ya se pudo inaugurar.

Para el automovilista la infraestructura peatonal pasa más bien desapercibida. El ingeniero Manterola le quiso ofrecer la apariencia más liviana. Hay que fijarse al pasar para ver como su fina línea horizontal forma un rectángulo alargado junto con los grandes titanes y la calzada para enmarcar en formato cinemascope la vista cinematográfica de los que pasan por debajo a toda velocidad.

Pero el peatón camina por encima mucho más despacio. Para él es un punto de referencia, un espacio de centralidad en el barrio. El encargado de un taller de coches que hay justo a la salida de la pasarela hacia La Elipa, cuenta casi orgulloso que "esto es como la Gran Vía, la gente pasa muchísimo al parque con los carritos de los niños, es el único paso que hay entre el Puente de Ventas y el de O' Donell, que además están invadidos por la circulación".

Es un paseo precioso este cruzar sobre el vacío de la M30. Se puede aprovechar para visitar el parque de la Fuente del Berro, cuya agua fue hace muchos siglos una de las más apreciadas de la capital. Y luego al andar por la pasarela se tiene realmente la sensación de estar suspendido en el aire sobre la nada.

De Cuatro Caminos al Vicente Calderón

Javier Manterola (Pamplona, 1936) ha proyectado en Madrid estructuras muy diversas. Desde el desaparecido scalextric de Cuatro Caminos -sus compañeros le decían que era "la verdad estructural"- hasta el paso elevado del puente de los Franceses, pasando por pasarelas como la de la M30 o la que se construyó hace bien poco junto al Vicente Calderón, que se desmontó porque entorpecía las obras de soterramiento de la M-30. "Una pena. Se gastaron casi seis millones de euros y tan sólo se usó unos meses. Se desmontó y se guardó en un almacén. El Ayuntamiento me prometió que se ubicaría en algún otro lugar, pero no se ha hecho nada", se lamenta el ingeniero. También ha participado en el diseño y cálculo de estructuras de edificios tan singulares como Torres Blancas o el Banco de Bilbao, de Sáenz de Oíza. Su puente colgante sobre el embalse de Barrios de Luna, en León, que repite el esquema de la pasarela de la avenida de la Paz, fue récord mundial de longitud durante varios años. Preguntado el ilustre ingeniero si no le parece una pena que los automovilistas pierdan las vistas y la perspectiva de la ciudad con el enterramiento de la M-30, responde: "¿Y los vecinos qué? Me parece una obra maravillosa. En lugar de tener una autopista bajo sus ventanas, van a tener un barrio mucho mejor. Creo que merece mucho la pena".

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