Las tecnologías inmersivas al servicio de la educación
Con las experiencias inmersivas y escenarios simulados, los estudiantes son actores principales, interactuando con el entorno y potenciando el aprendizaje a través de experiencias multisensoriales
Para algunos, escuchar hablar de Edtech (del anglosajón Educational Technology) puede resultar extraño. Si hablamos, sin embargo, de plataformas digitales de enseñanza, aulas virtuales o de cursos de formación online, tan presentes durante la pandemia, seguramente no resulte más familiar. Pero ¿a qué hace referencia exactamente el término Edtech? Utilizamos Edtech para referirnos a todas aquellas tecnologías al servicio de la educación, es decir, el conjunto de herramientas y recursos tecnológicos, tanto software como hardware, que permiten una optimización y mejora en los procesos de enseñanza, facilitando el aprendizaje, la motivación y el desempeño.
La llegada de la era digital ha impactado en muchos sectores, y el de la educación no ha sido inmune a tal revolución, abriendo nuevas oportunidades para un aprendizaje más personalizado y experiencial y que tan bien ha sabido capitalizar el innumerable ecosistema de soluciones y plataformas que hoy en día componen el sector Edtech.
Esto también se ha visto reflejado en el importante crecimiento que ha experimentado la inversión en este sector en los últimos años. Solo en 2021, el sector Edtech creció en más de un 34%, llegando a superar los 20.000 millones de dólares (19.400 millones de euros). En Europa, hasta ahora por detrás de Estados Unidos y China en atracción de capital, la inversión en Edtech ha triplicado su tamaño en el último año, alcanzando los 2.500 millones (2.454 millones de euros) de inversión en 2021. Y esto no ha hecho más que empezar. Según HolonIQ, la plataforma de inteligencia global para la educación, se espera que la inversión de capital riesgo en EdTech supere los 87.000 millones de dólares (85.400 millones de euros) de aquí a 2030, triplicando su tamaño respecto a la década anterior.
Uno de los ámbitos dentro del sector Edtech que más está dando que hablar en los últimos tiempos, en gran parte avivado por el reciente boom sobre el metaverso, son las llamadas tecnologías inmersivas aplicadas a la educación. Es decir, ese conjunto de tecnologías que, mediante la utilización de la llamada realidad extendida ― y que engloba la realidad virtual (VR), realidad aumentada (AR) y realidad mixta (MR)― nos permiten recrear entornos de aprendizaje simulados o virtuales que serían complicados, peligrosos o costosos de replicar en el mundo real. A través de estas tecnologías inmersivas y escenarios simulados, los estudiantes se convierten en actores principales, interactuando con el entorno y potenciando el aprendizaje a través de experiencias multisensoriales.
Experimentar situaciones extremas para el desarrollo de habilidades en gestión de crisis, crear diseños en 3D valiéndose de la realidad aumentada, o visualizarse ante una audiencia virtual para trabajar las habilidades de comunicación y liderazgo, son solo algunas de las aplicaciones de este tipo de tecnologías en el entorno educativo.
Se espera que la realidad virtual y aumentada tenga impacto en más de 23 millones de puestos de trabajo de aquí a 2030.
Las tecnologías inmersivas permiten, por lo tanto, un aprendizaje interactivo y personalizado: el alumno avanza a su ritmo, amplía su conocimiento y desarrolla sus capacidades en un entorno digital donde se permite la prueba y error y la retroalimentación inmediata en un contexto seguro y controlado.
Pero no se trata solo de incorporar las tecnologías inmersivas en el aprendizaje, sino también de formar a nuestros estudiantes para que sean actores principales en el desarrollo e implementación de estas soluciones, espacios y experiencias que están poblando y poblarán nuestro día a día. Según un informe de PwC de 2019, se espera que la realidad virtual y aumentada tenga impacto en más de 23 millones de puestos de trabajo de aquí a 2030.
Las tecnologías inmersivas, como en tantos otros casos, no viene a sustituir la interacción humana y el aprendizaje presencial, sino a enriquecerlo. Nuestra labor como educadores es, por tanto, diseñar nuestra formación y experiencia educativa aprovechando todo lo que la tecnología puede ofrecernos. Y esto pasa, entre otras cosas, por un cuidadoso diseño pedagógico y metodológico y una minuciosa selección de aquellas soluciones que mejor se adecuen al tipo de enseñanza y aprendizaje que se requiera en cada momento.
Mar Hurtado de Mendoza Crespo es vicepresidenta de IE University.
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