Los alumnos españoles aprueban en el PISA que mide sus conocimientos en igualdad de género o convivencia
La OCDE evalúa por primera vez las llamadas “competencias globales” de los estudiantes de 15 años, las habilidades que tienen para afrontar retos del siglo XXI
Los estudiantes españoles de 15 años tienen más habilidades para afrontar conflictos de convivencia y cuestiones globales como la igualdad de género, la pobreza, el hambre, la guerra, la presión demográfica o el medio ambiente, que para resolver problemas de asignaturas como Matemáticas, Ciencias y Comprensión lectora. Así lo demuestra el último informe PISA elaborado por la OCDE, en el que por primera vez desde que arrancó el estudio en el año 2000, se han medido las llamadas competencias globales, las habilidades de los estudiantes de 4º de la ESO para analizar, cuestionar y proponer soluciones a retos del siglo XXI.
España ha obtenido una puntuación de 512 puntos frente a los 499 de media del conjunto de países que han participado en la prueba (Canadá está a la cabeza, con 554). Esto quiere decir que el 68% de los más de 35.000 estudiantes de 1.000 institutos que tomaron parte en el informe alcanzan el nivel básico en “competencia global”, que la OCDE define como la capacidad “multidimensional” de los adolescentes para examinar sucesos locales y globales de relevancia; entender los puntos de vista de terceros; tener la mente abierta para interactuar con otras culturas y ser proactivos a la hora de tomar parte en acciones que mejoren el bienestar colectivo y el desarrollo sostenible.
España figura, además, como uno de los países en los que más contenidos se enseñan sobre la igualdad de género; el 90% de los estudiantes aseguraron que los currículos incluyen estas cuestiones, el mismo porcentaje que otros países como Francia o Islandia. Además, los españoles también figuran entre los que mejores actitudes muestran frente a los inmigrantes, junto a otros como Canadá, Nueva Zelanda o Irlanda.
Eso sí, a diferencia de las pruebas en Ciencias y Matemáticas ―en las que España obtuvo sus peores resultados en la última edición, en 2018, con 483 y 481 puntos, por debajo de los 489 de media de los 79 países participantes―, en esta ocasión solo han participado 27 países (de ellos, 11 pertenecientes a la OCDE). Muchos de los que habitualmente se miden en estas pruebas han declinado hacerlo en esta ocasión. Alemania, Portugal, Italia, o Estonia son algunos de los que no han querido medir a sus estudiantes en la prueba cognitiva, en la que se les plantean cuestiones que deben resolver con textos en los que muestran su capacidad para aplicar el pensamiento crítico. Estos países, junto a otros 34, sí han participado en una segunda parte, tipo test, en la que los alumnos solo deben marcar una casilla.
“Tenemos que ser cautos con estos resultados porque los países de nuestro entorno no han participado en la totalidad de la prueba. Este es el primer piloto en el que la OCDE mide competencias no estrictamente académicas, pero no es momento de ponerse medallas”, advierte Eduard Vallory, presidente de UnescoCat. Como el resto de expertos consultados, Vallory cree que es un gran avance para los sistemas educativos internacionales que por fin PISA evalúe las capacidades de los alumnos para convivir en sociedades igualitarias, en un momento en el que tanto la ONU como la Unesco han advertido de la necesidad de que las escuelas formen en valores y de que evalúen la forma en la que los estudiantes consideran al otro o las actitudes que adoptan ante una situación de desigualdad. “La educación no implica solo competencias en letras y números, sino también enseñar a construir sociedades más justas y pacíficas”, añade Vallory. Es decir, capacidades afectivas como la empatía, la resolución de conflictos, la comunicación o la interacción con personas de distinto origen, clase y cultura.
El objetivo de la OCDE es conseguir que los países modernicen sus programas académicos para incluir de forma transversal estas nuevas perspectivas educativas. “En educación lo que se mide y evalúa es lo que al final importa. De aquí a tres años este nuevo enfoque de PISA puede suponer que muchos países cambien sus programas académicos”, indica Vallory. “En el pasado, los estudiantes podían encontrar respuestas claras en los libros de texto y automáticamente les daban credibilidad. Hoy tienen cientos de miles de respuestas en la red y está en su mano diferenciar lo verdadero de lo falso, lo que está bien de lo que está mal. Leer ya no es extraer información, sino construir conocimiento, pensar críticamente y hacer juicios bien fundados”, señala el informe Global Competences de PISA.
En la prueba de desarrollo, en la que España se ha medido con otros países europeos como Grecia, Estonia o Letonia, los estudiantes de Extremadura, Andalucía, Canarias, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Ceuta y Melilla obtuvieron puntuaciones más bajas que las de la media del resto de países. Las que obtuvieron mejores resultados ―como suele ser habitual en las pruebas de Matemáticas, Ciencias y Comprensión lectora― fueron Castilla y León, Asturias, Cantabria y Aragón, con al menos 14 puntos más que la media de España y 27 más que la media de los países participantes. En esta ocasión, la Comunidad de Madrid no ha permitido que los datos de sus alumnos se incluyan en el informe.
En las pruebas tipo test ―en las que sí han participado los vecinos europeos―, España también sale muy bien parada en cuestiones relacionadas con la convivencia. Preguntados por el “respeto a las personas de otras culturas”, las respuestas de los estudiantes posicionaron a España a la cabeza con un índice de 0,38, frente al 0,16 de Portugal o al 0,14 de Alemania (el promedio del resto de países participantes fue de 0). Igualmente, obtuvieron buenas puntuaciones en asuntos como su interés por “aprender de otras culturas” o “comprender y apreciar las perspectivas de los demás”.
“Son buenas noticias, una muestra de que los centros españoles son espacios seguros de convivencia, de que hay poco bullying y de que los equipos directivos se preocupan por trabajarlo”, considera Lucas Gortázar, investigador del think tank EsadeEcPol y asesor del Banco Mundial. “La OCDE ha dado un paso muy potente introduciendo este aspecto tan necesario en el debate educativo que va más allá de lo académico; ya no basta solo con las matemáticas, estamos viviendo un momento de convulsión internacional y los centros no pueden permanecer ajenos”.
Pero no todo son puntos positivos para España. En otras pruebas tipo test más enfocadas a la cultura general, los resultados son peores. En un ejercicio para medir el conocimiento del alumnado sobre cambio climático, salud mundial (por ejemplo, epidemias), migraciones, conflictos internacionales, hambre o malnutrición en diferentes partes del mundo, España (con un índice de 0,03) aparece muy por debajo de países como Portugal (0,20). Los chavales tenían que escoger entre: “Nunca había oído hablar de esto”, “Había oído hablar de esto, pero no podría explicar de qué se trata”, “Sé algo sobre esto y podría explicarlo de forma general”, “Sé bastante sobre esto y podría explicarlo bien”.
En otro, en el que se mide la intensidad y la duración del esfuerzo invertido por los alumnos en superar obstáculos y experiencias adversas, España se sitúa significativamente por debajo del promedio de la OCDE, con un índice de -0,04 puntos frente al 0 de la media, y muy lejos de Alemania, con 0,21. Los estudiantes debían escoger su grado de preparación para explicar cómo las emisiones de dióxido de carbono afectan al cambio climático o establecer una conexión entre los precios de los productos textiles y las condiciones laborales en los países de producción.
“Es previsible que España salga perjudicada en estas cuestiones con respecto a otros países como Francia, el Reino Unido o Alemania. En esos países, la educación secundaria es muy distinta: están acostumbrados a hacer presentaciones orales, a redactar ensayos… En general, hay tradición de que los alumnos aprendan a argumentar, a poner en práctica el pensamiento crítico, y por eso se sienten capacitados para ello", considera Eduardo Vidal-Abarca, catedrático de Psicología de la Educación de la Universidad de Valencia y asesor del informe PISA. En España, explica, las competencias globales dependen del proyecto del centro. “Al no ser asignaturas concretas, tiene que haber coordinación entre los docentes para tratar esos temas de forma transversal. Por ejemplo, para tratar el problema de las migraciones se pueden usar datos estadísticos, pero también se puede analizar desde la historia o la geografía. El mundo ya es interdisciplinar, pero la educación sigue dividida en áreas cerradas de conocimiento”, critica.
¿Por qué países como Alemania, Francia o Portugal no han querido participar en la totalidad de la nueva prueba de PISA? Vidal-Abarca explica que algunos países creen que todavía no existe una fórmula de evaluar que garantice una comparación equilibrada, ya que las realidades socioeconómicas son muy distintas y no hay una forma única de medir esas habilidades.
Hay otras explicaciones. En una entrevista con este periódico, Valerie Hannon, asesora de la OCDE y del Gobierno del Reino Unido en materia educativa, explicó que es más una cuestión generacional que ideológica, ya que los gobernantes de muchos países no creen que estas nuevas competencias se tengan que incluir en el currículum. “No participar en esta prueba da a entender a las escuelas que no es tan importante entender los fenómenos globales, saber cómo cuidar del planeta o respetar otras culturas, hace que los colegios no traten esos asuntos en las aulas con seriedad”, añade.
Los alumnos consumen menos energía
Según la prueba cognitiva del informe Global Competences de PISA, el 74% de los alumnos españoles informaron de que reducen la energía que consumen en sus hogares apagando la calefacción o el aire acondicionado para proteger el medioambiente (frente al 71% de media). El 32% dijo que participa en actividades en favor de la protección del medioambiente (frente al 38% del resto), y el 50% en actividades que promueven la igualdad entre hombres y mujeres (frente al 33%). Las dos actividades menos frecuentes son la firma de peticiones medioambientales o sociales online (28% España, 25% OCDE) y el boicoteo a productos o empresas por razones políticas, éticas o medioambientales (19% España, 27% OCDE).
Según los datos aportados por los equipos directivos, entre un 80% y un 90% del alumnado participante estudia en un centro escolar donde el aprendizaje intercultural se incluye de forma constante a lo largo del curso. Sin embargo, los datos indican también que queda trabajo por hacer en este ámbito, puesto que, también en España, solo un 41% de estudiantes dice que en clase se promueve la lectura de noticias de actualidad (el mismo porcentaje, 41%, en la OCDE).
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