Un mundo líquido
El modelo de clases presenciales tradicionales y sesiones 'online’ no está indisolublemente unido a la crisis sanitaria: ha llegado para quedarse
El confinamiento ha acelerado la transformación digital en cada sector, en cada esfera de nuestra vida. Estas semanas hemos teletrabajado sin descanso, hemos ganado en eficiencia y nos hemos conectado con familiares y amigos a través de plataformas digitales que nos han acercado un poco más desde de la distancia. Además, hemos contribuido a humanizar la educación y hemos comprobado que gracias a la tecnología podemos personalizar el aprendizaje, sin límite.
En este nuevo entorno digital, la educación se transforma en un aprendizaje “líquido” que combina la formación en el mundo real con la del mundo virtual, el trabajo individual y en equipo, las clases presenciales y online, la conexión en directo y el trabajo en remoto. De este modo, el alumno gana en flexibilidad, puede personalizar su experiencia educativa, adaptar el contenido, y disfrutar de una mayor interactividad.
Lo programas híbridos, que combinan clases presenciales tradicionales y sesiones online, se convertirán en la norma tras la pandemia. Este nuevo modelo de formación permite hacer frente a posibles limitaciones a la movilidad internacional y a las medidas de distanciamiento físico necesarias para proteger la salud. Pero este nuevo modelo no está indisolublemente unido a la crisis sanitaria: ha llegado para quedarse.
El aprendizaje líquido ha cambiado el papel del profesor, auténtico vertebrador del proceso de aprendizaje. Los expertos investigan, generan conocimiento, validan teorías y las difunden a gran velocidad. Los materiales digitales se imponen y transforman la experiencia de aprendizaje de sus alumnos, inmersos ahora en un mundo nuevo en el que interactúan con sus compañeros en los mismos grupos de trabajo, con los mismos profesores, pero ubicados físicamente en las aulas o en cualquier lugar del mundo. Y hemos aprendido que la tecnología por sí sola no es la respuesta, pero sí una parte importante de la respuesta y de la solución.
No sabemos cómo será el mundo en dos o tres años, pero lo que no podemos ignorar es el poder de transformación de la educación y de la tecnología para mejorar la productividad e impulsar la creación de empleo. El mundo es hoy más líquido que nunca y tiene límites desdibujados. Los directivos viven vidas líquidas: se reinventan, reorientan sus carreras, emprenden, cambian de sector, se transforman y crecen. Ahora, trabajan con aún mayor eficiencia moviéndose con naturalidad y rapidez en la esfera presencial y digital. Y es que el mundo nunca será igual. Debemos navegar en una realidad líquida que nos permitirá transformar los retos actuales en oportunidades de crecimiento.
Santiago Iñiguez de Onzoño es presidente IE University.
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