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Innovación
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Que no solo inventen ellos!

El aumento en investigación y desarrollo, aunque necesario, exigirá una reasignación de recursos

Maravillas Delgado

En un contexto de incertidumbre, tensión internacional y falta de confianza, Europa se muestra amedrentada ante su supuesta incapacidad para liderar en los sectores tecnológicos. “Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones¨, dijo en 1906 Miguel de Unamuno cuando expresaba su reticencia a que España necesitara convertirse en una potencia industrial. El tiempo ha demostrado que no es el camino a seguir. La falta de liderazgo tecnológico no es solo un problema económico, sino también una amenaza para la seguridad de los países de la Unión Europea.

Los números hablan por sí solos. En la Estrategia de Lisboa, la UE estableció como objetivo invertir el 3% del PIB en Investigación y Desarrollo (I+D), pero la inversión ha quedado sistemáticamente por debajo, estacándose en poco más del 2%. Economías como Corea del Sur o Estados Unidos, sin embargo, destinan el 5,2% y el 3,6% respectivamente. El problema es mayor en el caso del sector privado. A diferencia de EE UU, donde casi el 80% del gasto en I+D proviene de empresas, en Europa éstas solo aportan el 66% del total. El contraste es especialmente alarmante en sectores que se encuentran en la frontera tecnológica, en los que desde el otro lado del Atlántico se invierte casi dos veces y media más que en Europa, lo que amplía la brecha de productividad entre ambas economías.

El déficit de I+D tiene consecuencias económicas y también costes de seguridad para Europa. Hoy, la computación avanzada, la inteligencia artificial (IA) y la transmisión rápida y segura de datos son determinantes para la defensa de los Estados. Además, es probable que en adelante sean las empresas militares las que incluyan los avances de la industria civil y no al revés, como ha ocurrido tradicionalmente. La IA más avanzada, que marcará la diferencia en cuestiones de seguridad, la producirán empresas civiles y, por tanto, la interconexión entre la tecnología civil y militar aumentará significativamente. Si el chip de nuestros teléfonos móviles acaba siendo más potente que el de los aviones militares, el éxito defensivo dependerá de tener o no empresas civiles trabajando en estas tecnologías punteras.

Los vaivenes en las alianzas internacionales recientes han puesto de manifiesto el impacto que la falta de inversión en seguridad, como los apoyos operativos, la ciberseguridad y el equipamiento militar, tiene en Europa. En términos absolutos, EE UU gasta casi un billón de dólares anuales en Defensa, mientras que todos los países de la UE combinados gastan 344.000 millones de dólares. Esta disparidad deja a Europa a merced de aliados externos, en particular de un EE UU cada vez más impredecible.

Urge un cambio de rumbo. La inversión de la UE en I+D debería aumentar hasta acercarse al 4% del PIB. Un reciente estudio publicado por el Centro Europeo de Política Económica Internacional (ECIPE por sus siglas en inglés), estima que, en términos concretos, este paso significaría una inversión adicional de 315.000 millones de euros en I+D y 380.000 millones de euros en la partida de defensa, llegando a un aumento total de casi 700.000 millones de euros. Los países que, como España, estén detrás de la media requerirían de un esfuerzo mayor.

El aumento en investigación y desarrollo, aunque necesario, exigirá una reasignación de recursos. Es crucial que los líderes políticos transmitan que la seguridad y el avance tecnológico de Europa dependen de estas inversiones. La apuesta por una Europa pionera y fuerte debe venir acompañada de un liderazgo político que crea en el futuro económico, en la unidad y en la seguridad de la UE. El camino es acabar con la era del “¡Que inventen y nos defiendan otros!” y comience una etapa donde los europeos inviertan en su prosperidad y seguridad.


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