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Vecinos, preparen una derrama: el ascensor les va a salir por un pico

En torno a 385.000 elevadores en España tendrán que incrementar su seguridad a partir de julio, lo que supone un gasto extra de entre 2.000 y 18.000 euros

Ascensor comunidad de vecinos
Ascensor antiguo en Madrid que deberá adaptarse a la nueva normativa sobre seguridad.Pablo Monge

El ascensor es uno de los elementos más polémicos de cualquier comunidad de propietarios. Ahora se abre un nuevo foco de conflicto y de gasto. El pasado mes de abril se publicó un real decreto, por el que se aprueba la Instrucción Técnica Complementaria ITC AEM 1, que obliga a incrementar la seguridad del parque de ascensores existente. El coste para adaptarse puede variar de los 2.000 a los 18.000 euros, según los cálculos de la empresa MP Ascensores. El Ministerio de Industria estima un impacto de 708 millones de euros en los próximos siete años.

En España hay más de un millón de elevadores y, a partir del mes de julio, en torno a 385.000 tendrán que mejorar sus elementos de seguridad, según datos de la Federación Empresarial Española de Ascensores (FEEDA). En el caso de la Comunidad de Madrid, de los 188.500 ascensores que existen, se verán afectados aproximadamente el 25%. En Cataluña, la afección puede ser de un 45%. “Dependiendo de la tecnología, características, antigüedad y mejoras que tenga cada instalación, el impacto será mayor o menor”, afirma José Carlos Frechilla, director de la federación. “Parece un número abultado, pero tenemos el mayor parque de ascensores de nuestro entorno y uno de los más envejecidos de Europa, ya que casi el 50% de los ascensores tiene más de 20 años. Debemos garantizar que nuestros ascensores son seguros”, argumenta Jesús Alberto Remesal, responsable de Desarrollo de Negocio en MP Ascensores.

La normativa entra en vigor el próximo 1 de julio, lo que no quiere decir que en esa fecha todos los ascensores tengan ya que estar adaptados. “Las distintas medidas de seguridad se irán implementando en función del resultado de las inspecciones periódicas, en las que el inspector determinará si la unidad cumple o no con la ITC, estableciéndose desde ese momento unos plazos para adecuar la instalación”, explica Frechilla. Lo explica Marta Ladero, asesora legal de FEEDA: “Supongamos que una instalación susceptible de tener que adaptarse ha pasado su inspección en abril de 2024 con resultado favorable; hasta abril del año 2028 no pasaría la siguiente inspección, en la que se detallarían los elementos a adecuar”. En cambio, serán seis meses en caso de que se produzca un accidente, un año desde la última inspección técnica complementaria realizada por un organismo de control autorizado (OCA), y hasta tres o diez años para guías y contrapesos.

Además de aproximar la seguridad de los ascensores más antiguos a los más modernos, en esta ITC se regulan y definen mejor las responsabilidades de las empresas que se encargan del mantenimiento, siendo mucho más exigentes, pero también la de los propietarios, quienes, por ejemplo, ahora, deben vigilar las fechas de caducidad de las inspecciones obligatorias, ya que, si se les pasa la fecha, el real decreto obliga a dejar el ascensor fuera de servicio.

Impedir accidentes

Según Ladero, “accidentes como los derivados de los golpes que las puertas automáticas nos pueden dar al entrar o salir de la cabina o los provocados por tropezones por el desnivel entre el ascensor y la planta, que aglutinan el 90% de los accidentes, con la nueva normativa no tienen por qué suceder”. Las medidas principales que van a mejorarse en cuanto a seguridad y confort son las fotocélulas (para evitar que se abran y cierren las puertas) y las paradas milimétricas (que lleguen los ascensores a ras del piso, sin escalones). También prevé la sustitución de las guías cilíndricas (laterales donde van enganchados los elevadores a la pared del edificio) y de aquellas que son de madera y, en consecuencia, tienen un mayor deterioro. Por ejemplo, “instalar una fotocélula en toda la altura de la puerta, en lugar de en dos o tres únicos puntos, permitirá tener sensores en la altura casi completa de la puerta. Así no se escapa ningún niño o mascota”, concreta Remesal.

La comunicación bidireccional —tener un teléfono en la cabina que conecte con la empresa de ascensores para rescates por atrapamientos— ya era considerada obligatoria anteriormente, pero ahora con la nueva ITC se vuelve a recalcar. También se pone el foco en otros casos extremos, pero posibles, como son los contrapesos por patios o dependencias de los edificios diferentes del hueco cerrado del ascensor que, ante cualquier rotura de cables, puede hacer que los componentes impacten en los lugares donde se sitúen, como puede ser un patio de luces. “El incremento de las inspecciones, los mantenimientos más exhaustivos y la incorporación de nuevas medidas redundan en una mayor seguridad para los usuarios”, detalla Ladero.

Y es que esta ITC incorpora dos inspecciones. La primera, la que debe pasar un ascensor nuevo antes de ponerse en servicio. La segunda, la que se debe realizar cuando el titular cambie de mantenedor. El resto de las inspecciones seguirán los mismos plazos que hasta ahora, de entre dos y cuatro años, dependiendo del tipo de edificio y uso. No obstante, los elevadores, además de estas inspecciones periódicas que se realizan a través de una empresa autorizada que actúa en nombre de la Administración, tienen revisiones mensuales de mantenimiento que realizan las empresas conservadoras en virtud de los contratos que tienen suscritos con la comunidad de propietarios. “Los propios organismos de control autorizado son conscientes de que les viene una carga de trabajo a medio plazo abrumadora”, dice Remesal.

Con todo, “los ascensores instalados con su inspección en vigor hasta ahora son equipos seguros, porque tienen medidas alternativas de seguridad o protocolos específicos de mantenimiento para garantizar que lo sean”, concluye Remesal.

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