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La inversión conservadora vuelve a la palestra: estas son las opciones que ofrece el escaparate financiero al ahorrador más miedoso

La persistencia de la inflación retrasa la bajada de los tipos de interés y genera más volatilidad en el mercado. Los expertos creen que hay que buscar refugio

Inversiones
ryasick (GETTY IMAGES)

En el siglo XVII en Europa se creía que todos los cisnes eran de color blanco. Australia enseñó a los primeros exploradores que allí llegaron que también los había negros. El filósofo e investigador libanés Nassim Nicholas Taleb utilizó este hecho para defender que todos los análisis económicos, que se basan en evaluar el pasado (o lo conocido) para predecir el futuro, se verán refutados en algún momento por un cisne negro. Hoy por hoy, esta teoría se emplea como una metáfora que describe un suceso inesperado, improbable, de gran impacto y que a posteriori podrá explicarse de forma lógica (predictible una vez que ocurre).

Es a Sébastien Senegas, responsable de Edmond de Rotschild AM, a quien le viene a la mente esta teoría del cisne negro al hablar de la situación actual de los tipos de interés. “Hace unos meses”, explica, “se daba por hecho que en 2024 se producirían entre seis y siete bajadas consecutivas en los tipos de interés, tanto en Estados Unidos como en Europa. En la actualidad no se esperan más de uno o dos recortes y no de gran magnitud. Este cambio de situación, inesperado y provocado por las aún fuertes tensiones inflacionistas y las aún mayores geopolíticas [guerras de Ucrania y Gaza], ha desestabilizado los mercados financieros y ello a pesar de que teóricamente la situación macroeconómica general está mejor que hace unos meses”.

Alfonso Benito, director de gestión de Dunas Capital, aún sin nombrar la mencionada teoría, amplía realmente su ámbito más allá de los tipos de interés, para los que prevé una o ninguna rebaja en los próximos meses. En su opinión, tras unos meses en los que los mercados, especialmente el de renta variable, se comportaban cual apisonadoras, “ha llegado el momento de la normalización, del posicionamiento real teniendo en cuenta los actuales datos de inflación, la posibilidad de que los tipos de interés puede que no bajen ni tanto ni tan rápido como se esperaba, que los beneficios de las empresas no crezcan en los próximos años a ritmos entre el 30% y 40% superiores a los de los ejercicios precedentes, que los gobiernos se vean obligados a tomar medidas para corregir sus abultados déficits públicos…”. Ambos expertos coinciden en hablar de “mercado en pausa”, de la necesidad de “ser cautos” y de “estar refugiados y bajo techo”. Por eso, coinciden en que la inversión conservadora vuelve a la palestra.

Las más recientes subastas de letras del Tesoro han tenido lugar en estos primeros días de mayo. A 6 y 12 meses, su rentabilidad ha quedado fijada en el 3,55% y el 3,42%, respectivamente (tipos de interés marginal ligeramente inferiores a los anteriores). Aunque la banca, en general, sigue sin ser generosa en la remuneración de los depósitos a plazo fijo, aún se pueden encontrar en algunos escaparates financieros de entidades básicamente digitales depósitos y cuentas remuneradas con tipos cercanos al 4% (e incluso del 5%, aunque con limitación de saldos).

Para Diego Fernández Elices, director general de A&G, si bien es cierto que este tipo de productos garantizan una adecuada rentabilidad, “ahora más que nunca la renta fija tiene sentido en las carteras” y el mejor vehículo en su opinión son, sin embargo, los fondos de inversión, no solo por las ventajas fiscales que incorporan —impuestos a pagar solo en caso de venta efectiva; no, en los traspasos— sino porque ofrecen la posibilidad de llevar a cabo una diversificación muy relevante, con unas comisiones a su juicio no significativas si se comparan con los tipos de interés actuales. Para Fernández Elices, es importante recordar que si bien es posible comprar varios bonos con rendimientos adecuados y sentarse a esperar, también lo es que éstos sí incorporan riesgos y que no siempre están al alcance de los inversores minoristas. “En la situación actual, ningún emisor de deuda está exento de llegar a una situación de impago y no se debe jugar con el riesgo moneda”, recuerda.

Tobias Schafföner, socio de Flossbach con Storch, incide en esta idea al poner de manifiesto que puede que no sea tan sencillo superar la inflación del futuro con este tipo de productos por lo que, en su opinión, para preservar el capital es necesario recurrir a otro tipo de activos para generar retornos reales positivos a largo plazo. Entre sus recomendaciones, fondos de bonos gestionados activamente en busca de oportunidades y también fondos multiactivos en los que el perfil de riesgo/remuneración ha mejorado en los últimos tiempos. Para Schafföner, con ellos es posible obtener ingresos corrientes vía activos de renta fija pero también, gracias a su componente de renta variable, rendimientos potenciales adicionales.

Cifra mágica

El 4% parece ser la cifra mágica en lo que a rentabilidad “adecuada” se refine. Sébastien Senegas lo explica así: “Si las estimaciones para, por ejemplo el Eurostoxx [índice bursátil de referencia para la zona euro], se sitúan para 2024 en torno a una subida del 15% y ya llevamos un 11%, digamos que queda un margen del 4%. Así que la pregunta es si, a muy corto plazo, merece la pena asumir ese riesgo o no”. En su opinión, sin embargo, el problema de tomar posiciones a corto plazo es que se puede producir riesgo de reinversión, si efectivamente finalmente bajan los tipos de interés (algo más esperado en el caso del BCE que de la Reserva Federal). Así que para evitar este riesgo apuesta en mayor medida por los fondos a vencimiento, que seleccionan bonos a 2-3 años que previsiblemente darán ese 4% de rendimiento anual.

Alfonso Benito da un paso más allá y, dentro de este objetivo de reducir riesgos y situarse algo al margen de la volatilidad de las Bolsas, apuesta por los bonos de grandes emisores, por ejemplo americanos, que en algunos casos llegan a ofrecer rendimientos cercanos al 6%. A su juicio, el horizonte temporal puede limitarse en estos momentos en torno a los 18 meses. Algo más allá, en lo que a plazos se refiere se coloca Fernández Elices, que sostiene que en estos tiempos es más adecuado sentarse en duraciones intermedias de entre 2-3 años; dado que los tipos de interés, antes o después, acabaran bajando. Colocar el patrimonio a muy corto plazo supone, señala este experto, asumir el riesgo de reinversión a tipos de interés más bajos; hacerlo a largo plazo no tiene demasiado sentido dado que la curva de tipos está invertida.


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