La empresa fundada por un pastor que guarda los secretos de las mansiones de lujo de la Costa del Sol
Proinsermant ha participado en la construcción de la mayoría de las viviendas más exclusivas de Marbellla
De la fontanería a la domótica. De la electricidad al tratamiento de agua de las piscinas. El equipo de Proinsermant conoce a fondo las tripas de las principales villas de lujo de la Costa del Sol. La razón es sencilla: son los responsables de diseñar sus instalaciones técnicas, ejecutarlas y mantenerlas. La compañía malagueña ha participado en la construcción del 80% de las urbanizaciones más exclusivas de Marbella, como La Zagaleta, y tiene tantos proyectos por delante que vive una época dorada. Cuenta con 180 trabajadores y una facturación que en los últimos dos años ronda los 20 millones de euros, cifra que aspira a elevar hasta los 25 millones este 2024. La inteligencia artificial, las aplicaciones del internet de las cosas y el salto a nuevos mercados son sus próximos retos.
La empresa nació en 1981 de la mano del cordobés Brígido Sepúlveda. Trabajó muy joven como pastor en el Valle de los Pedroches (Córdoba) y más tarde aprendió por su cuenta hasta desarrollar su carrera profesional como instalador en Sevilla. Con 40 años viajó a Marbella de la mano del arquitecto boliviano Melvin Villarroel para supervisar las instalaciones técnicas del hotel Puente Romano. Allí conoció el lujo y el apogeo de los petrodólares. Entendió que había posibilidades de negocio y decidió trasladarse a la ciudad malagueña para, aquel mismo año, fundar Proinsermant. Arrancó con trabajos de instalación hidráulica, eléctrica y climatización. Se asentó en el mercado al tiempo que crecía la demanda hasta que en 2005 dio un paso al lado por un problema de salud. Su hijo, Carlos Sepúlveda, ejerce desde entonces como consejero delegado y Roque Justicia como director gerente. “Siempre hemos avanzado, pero en los últimos seis o siete años es cuando más ha cambiado nuestro trabajo por todo lo que rodea a la tecnología smarthome”, subraya Justicia, que augura un buen crecimiento a la compañía gracias a la extraordinaria salud de que goza el sector inmobiliario de lujo. “No recordamos un momento mejor”, señala, aunque reconoce que lo más complicado es “encontrar personal cualificado”.
El responsable empresarial explica que si la construcción de una villa dura una media de 16 meses, su equipo entra en el cuarto o quinto mes a la obra y permanecen hasta el final. Su labor no acaba ahí, ya que también ofrecen servicios de mantenimiento. “Las líneas de negocio son la ingeniería, la construcción y la posventa”, aclara. Este último caso aporta apenas el 15% de la facturación, pero es uno de los más relevantes para la clientela que reside en las grandes villas, con mucho dinero, poco tiempo para perder y que, a veces, solo pasan unos días en la Costa del Sol. No quieren ni el más mínimo problema. “Además, para ellos es hoy más importante tener wifi que agua caliente”, añade durante una conversación en la oficina de la compañía, junto a la playa de La Fontanilla, en Marbella.
Sus instalaciones permiten conocer el milimétrico trabajo que realizan sus diseñadores en proyectos dibujados en tres dimensiones. También un taller de pruebas donde el equipo de I+D desarrolla y mejora productos —propios o en colaboración con sus proveedores— y una habitación que llaman sala de máquinas. Es el lugar donde late el corazón de cada villa de lujo. En él se despliegan los conductos que manejan cada servicio que ellos mismos han instalado: fontanería, saneamiento, iluminación, domótica, ciberseguridad y automatización de dispositivos, entre otros, que suponen alrededor del 30% del precio de coste de cada una de estas viviendas. Cuenta Justicia que los servicios de domótica o internet de las cosas son parecidos a los de una casa común. “La diferencia está en las calidades y la integración de los elementos”, sostiene. También en la magnitud. Una villa puede tener, fácilmente, 25 aires acondicionados, así como cine, spa, dos piscinas, cocinas profesionales y multitud de servicios más. Rara vez disponen de menos de 85 kilovatios de potencia a su disposición. En España la media de las viviendas ronda los 4,5 kilovatios, según Endesa.
Proyectos en marcha
Estas salas de máquinas permiten, además, recopilar datos para su análisis. El procesamiento permite a la compañía medir consumos y comportamientos para mejorar la eficiencia cliente por cliente, que en inmuebles de estos tamaños —alguna se acerca a los 5.000 metros cuadrados— supone un enorme ahorro en la factura. La telemetría también sirve a la empresa para mejorar su propio trabajo, incorporando los aprendizajes a los siguientes proyectos. Los avances también vienen de fuera: Proinsermant es ya uno de los primeros instaladores de la zona certificados por Tesla para sus baterías que almacenan energía y detectan cortes del suministro.
Aunque la vivienda más cara en la que han trabajado se vendió por 33 millones de euros, Proinsermant tiene actualmente varios proyectos entre manos. Uno de ellos incluye 50 apartamentos de lujo y cuatro casas en El Ancón (Marbella) y otras nueve en la playa del Cristo (Estepona). Allí también participan en la construcción de un exclusivo beach club, aunque su especialidad son las villas. El 80% de las desarrolladas en la historia de La Zagaleta —la urbanización más exclusiva de Europa— o Sierra Blanca cuentan con sus instalaciones, pero también trabajan en residenciales de alta gama como Sotogrande y Atlanterra en Cádiz. A veces dan el salto a lugares como La Finca o La Moraleja, en Madrid.
Explorar el territorio fuera de la Costa del Sol es uno de sus próximos objetivos. “Nuestro trabajo requiere mucha presencia física y no es fácil hacerlo lejos, pero es un camino que estamos estudiando para ampliar mercado”, explica Justicia, quien destaca que el futuro pasa por el desarrollo de herramientas de hogar inteligente “que han atravesado de manera transversal a la compañía” y por la influencia que tendrá la inteligencia artificial en todos sus procesos de trabajo.
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