Jakob Suwalski (Scope): “La consolidación fiscal y el crecimiento deben estar equilibrados”
El responsable para el ‘rating’ de España de la agencia alemana advierte de que el déficit público “está muy alto” y recuerda que hay compromiso con Bruselas de rebajarlo al 3%
Nació en Polonia (1969), trabaja en Alemania y vive en Valencia. Jakob Suwalski, analista para España de la agencia germana de rating Scope, es un nómada financiero. Hace pocos años, las agencias de calificación eran el enemigo público número uno con sus notas crediticias sobre la deuda soberana de los países del sur de Europa. Hoy, el crecimiento económico tiene sus puntos débiles (alta inflación, subida de los tipos de interés), pero la situación dista mucho de la de 2012 cuando lo que estaba en riesgo era la supervivencia del euro. El gran cambio también mora en la geoestrategia de los números. “El corredor este-oeste ha virado [debido a la guerra] por uno norte-sur”, dice Suwalski. Y remata: “Las naciones del Este quieren eliminar el comercio con Rusia”.
Pregunta. Elecciones autonómicas y municipales, y al final del año, generales. ¿Le preocupa el impacto económico en España de este calendario?
Respuesta. El paisaje político está muy fragmentado. Hasta ahora ha sido muy difícil construir alianzas. Es el reto de cualquier nuevo gobierno. Aunque sea recurriendo a partidos pequeños que no tienen por qué seguir las líneas estratégicas de los grandes. Necesitarán consensos para continuar haciendo reformas y tener una visión a largo plazo. Pues el riesgo es que este espacio se fragmente todavía más y esto podría frenar los cambios.
P. Se ha reformado el sistema de pensiones. ¿Es suficiente?
R. Tengo una visión crítica. Ha llegado el momento de mejorarlo. Los políticos son cada vez más conscientes de las consecuencias del envejecimiento de la población y de que el país tiene una tasa de fertilidad [1,19 nacimientos por mujer en 2021, acorde con Eurostat] que es la segunda [la primera es Malta] más baja de la Unión Europea. La reforma supone que las empresas paguen un poco más a través de impuestos y a la vez aumenta el esfuerzo estatal. Por un periodo de entre 5 y 10 años se notará una cierta mejoría. Pero España debe ser más ambiciosa. Crear fondos, invertir en ellos y dejar que trabaje el dinero ahora que los intereses son altos.
P. Sin embargo, vamos hacia una sociedad que trabajará cuatro días a la semana, durante menos horas, y que tendrá que repartir entre más personas un empleo escaso. ¿Cómo se financiarán?
R. En 10 o 20 años, no solo España, sino otros países, endurecerán el acceso a la jubilación. Tenemos que utilizar nuestras capacidades mejor. La respuesta pasa por soluciones clásicas aplicadas a la vez: incentivar a las personas para que trabajen más años, crear fondos, como le comentaba, e incorporar emigrantes.
P. ¿Existen demasiadas expectativas en la ayuda de los inmigrantes?
R. Hay que controlar la inmigración para que no sea un coste neto para la sociedad. España requerirá más trabajadores, de ahí la necesidad de una política de inmigración pragmática, similar a la de Alemania, donde se les garantiza una buena educación.
P. Los pensionistas, cuando salen a la calle, conocen muy bien qué defienden: su poder adquisitivo. Al otro lado, miles de jóvenes sufren la precariedad y sus ingresos los superan bastantes jubilados. ¿Un nuevo conflicto?
R. Siendo realistas, en términos de pensiones puede haber algunas tensiones intergeneracionales. Existen dos mundos. Quienes entran ahora en la jubilación saben que por lo menos en la próxima década está asegurada. Los jóvenes, desde el principio, necesitarán algo diferente, quizá un fondo u otros instrumentos similares. A diferencia de las generaciones anteriores, tendrán que crearse parcialmente su retiro.
P. Bruselas ha aumentado el crecimiento del PIB español hasta el 1,9%. ¿Qué previsiones manejan para 2024?
R. Ha sido una sorpresa positiva. Nuestra estimación inicial era del 1,6%. Ahora el tiempo ha cambiado por completo. Calculamos un crecimiento del 2,1% o, incluso, un poco más durante 2024. El año pasado no sabíamos qué sucedería con la crisis energética, pensábamos que algunas compañías podrían quebrar al carecer de gas, petróleo, electricidad. Pero los acontecimientos han sido los contrarios. Por ejemplo, la situación es mucho mejor que en Alemania o Europa del Este. El suministro está más diversificado. Y ha regresado el turismo. Este sector justifica buena parte de esa cifra.
P. Y la deuda soberana, ¿en qué estado se encuentra?
R. En términos de crecimiento económico soy optimista, por los avances que ha hecho el país. Aunque la crítica llega de la política fiscal. La deuda pública es del 113% e irá bajando de forma gradual por la mejora de la economía. El déficit público se situará en el 4,2%. Resulta muy alto. Además, España tiene la obligación con Europa de reducirlo al 3%.
P. ¿Bajar el déficit trae más impuestos y recortes sociales?
R. De Grecia hemos aprendido que la consolidación fiscal y el crecimiento tienen que estar equilibrados. España, y en esto nos ha sorprendido, está obteniendo unos elevados ingresos fiscales y se puede beneficiar de esta circunstancia. Pero en una situación de elevada inflación —donde mucha gente sufre—, la economía tiende a ralentizarse. Y cae la contribución vía impuestos. No soy partidario de aplicar más impuestos a los bancos ni a las compañías energéticas, y sí centrarme en controlar el déficit. Porque nadie sabe lo que sucederá. Nadie esperaba una guerra en Ucrania. Resulta importante tener reservas por si las necesitas.
P. Volviendo a esa última palabra, este año las necesidades de financiación rondan los 70.000 millones de euros. ¿Prevé problemas?
R. No. El año que viene esa cifra andará en unos 55.000 millones, para España afrontarlo resulta manejable.
P. La calificación que le dan a la deuda soberana española es A- con perspectiva estable.
R. El concepto de estable está basado en la resiliencia del país, sus ventajas competitivas, frente a otras naciones, y su política energética. Es un rating muy sólido. La pregunta es qué puede hacer España para mejorar esa calificación. Y puede hacer dos cosas: encontrar una solución a su elevada tasa de paro y emprender las reformas que requieren las cuentas públicas.
P. Una parte creciente de la deuda de África es con China. ¿Es una amenaza geopolítica?
R. Si la guerra de Ucrania deja una lección es que no hay que confiar, para nada, en las autocracias. No confíes tus materias primas, energía, importaciones. Alguien podría argumentar que Rusia o China no son dictaduras, pero son países muy controlados. El planteamiento de China ha consistido en prestar dinero a los países africanos para que construyan infraestructuras que respondan a sus intereses estratégicos.
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