Emprendedoras a la caza de la huella de CO2 en la industria textil
BCome, fundada por dos amigas, estudia el impacto medioambiental de la producción de ropa
Se conocieron en la universidad, compartieron piso durante años y ahora son las jefas de una empresa que quiere revolucionar el mundo de la moda desde Barcelona. Anna Cañadell y Alba García, ambas de 35 años, son las fundadoras de BCome, compañía que a través de software propio mide los impactos medioambientales y sociales de la industria textil. Lo hacen prenda a prenda, de la materia prima al punto de venta, para que las marcas puedan mejorar al máximo su transparencia y sostenibilidad. Entre sus clientes tienen ya a marcas como Ecoalf, Thinking Mu, Mammut o Axel Arigato. En 2022 facturaron 200.000 euros, duplicando los ingresos del año anterior. Y en 2023 tienen previsto alcanzar el medio millón de euros.
Fue Alba García la que, tras un viaje a Asia durante su anterior trabajo en el grupo Inditex, observó que había recursos suficientes como para hacer más sostenible la industria textil, que es uno de los sectores más contaminantes. Poco después volvió al continente junto a Anna Cañadell, una mochila y poco presupuesto para contactar con proveedores. Les fue bien y en 2016 lanzaron BCome como consultora, hasta que en 2020 dieron un giro. “La empresa no había nacido solo para eso, lo que queríamos conseguir era una transformación del sector”, explica Cañadell. También del consumidor, que puede hacer ahora sus compras de una manera más responsable.
A través de una serie de herramientas desde BCome analizan la sostenibilidad de sus clientes desde tres puntos de vista: el medioambiental, el social y el económico. Lo hacen con un programa propio y un equipo de 15 personas que acompaña a cada empresa en el proceso para analizar todos y cada uno de sus impactos. Un viaje que arranca con la trazabilidad de la cadena de suministros desde la propia materia prima hasta el punto de venta, incluyendo proveedores y sistema logístico. Con sus métricas han evaluado un millón de productos. Finalmente ofrecen un código que valora cuatro áreas: planeta, personas, transparencia y circularidad.
Los datos son organizados para que cada empresa los use como quiera: desde reducir su impacto hasta simplemente comunicar sus buenas prácticas. Su próximo paso es ofrecer propuestas a sus clientes para aumentar su sostenibilidad, como cambios de proveedores, uso de materias primas diferentes o reorganización de la cadena logística.
Las jóvenes empresarias participaron el programa Google Growth Academy Sustainability en 2021 y ahora han sido seleccionadas para participar también en el programa de aceleración de start-ups centrado en cambio climático del gigante tecnológico.
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