La fiebre del oro eleva su precio a las alturas
El metal precioso cotiza cerca de máximos gracias a las compras de los fondos cotizados y de los bancos centrales
Al oro le sientan bien las malas noticias y la incertidumbre. Este año de crisis bancarias, de volatilidad en los tipos de interés, de desaceleración económica y de tensión geopolítica con la guerra de Ucrania de fondo, han provocado que la cotización del metal precioso se revalorice un 10% desde enero. El precio de la onza de oro (28,35 gramos) se cotiza en los 2.050 dólares, muy cerca de los máximos históricos de 2.100 dólares que marcó en verano de 2020 cuando la covid metió el miedo en el cuerpo a los inversores.
Además de tratarse de una materia prima que se usa en diferentes industrias, el oro es un tipo de inversión que no genera rentas, pero que escapa a los problemas monetarios y a los de riesgos de contrapartida, muy habituales en situaciones de crisis en las que una de las partes no atiende los compromisos adquiridos. También ofrece distintas posibilidades de inversión: desde la sencilla compra directa, a la entrada en fondos ETF que replican su evolución, o mediante la adquisición de acciones en Bolsa de empresas mineras dedicadas a su extracción. Curiosamente, estas compañías han protagonizado durante 2023 un proceso de fusiones al calor de la subida del metal amarillo. El mayor productor de oro del mundo, Newmont Gold, presentó una oferta de 19.500 millones de dólares por Newcrest, y B2 Gold ha completado la adquisición de Sabina Gold & Silver.
Con la cotización del oro cerca de máximos históricos, los expertos no esperan subidas significativas adicionales a no ser que el panorama financiero y económico se ensombreciera hasta la negritud. Pero sí existen vientos favorables como son la fuerte demanda del apreciado metal por parte de los bancos centrales y de los inversores. Los últimos datos del Consejo Mundial del Oro (WGC, por sus siglas en inglés) sobre los flujos mundiales de fondos cotizados en bolsa (ETFs) revelan que la marea ha cambiado finalmente a favor del oro. Por primera vez en 12 meses, los ETFs de oro han registrado entradas netas en todos los continentes en marzo. “En nuestra opinión, es poco probable que el metal pierda su atractivo como activo refugio mientras la economía mundial siga en una situación frágil”, explica Claudio Wewel, estratega de divisas en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
Pese a este cambio de tendencia de los inversores, el oro sigue teniendo un papel poco destacable en mundo del ahorro colectivo: los ETF de oro representan aproximadamente el 2% de todos los valores cotizados en el mundo.
Y la demanda de los bancos centrales sigue muy fuerte, según cuenta Ned Naylor-Leyland, gestor del fondo Gold&Silver y experto en metales preciosos en Jupiter AM: “Los bancos centrales siguieron comprando oro a un ritmo récord en el primer trimestre. Las cifras de los primeros meses del año se acercan a las 125 toneladas, y China y Singapur registraron aumentos significativos”. Y añade: “La decisión de congelar las reservas de divisas de Rusia parece haber acelerado esta tendencia, ya que los bancos centrales siguen diversificando sus tenencias en el activo de reserva neutral del sistema y reduciendo gradualmente su dependencia del dólar estadounidense”, concluyen. Unas adquisiciones que para Wewel suponen un “importante suelo para el precio del oro”.
Se calcula que ahora los bancos centrales poseen aproximadamente 1,3 billones de dólares en oro, con un ritmo de compras que no se veía desde hace 50 años.
Pero esta parte cuantitativa en la demanda del precioso metal responde a una estrategia cualitativa del mundo del dinero. Sin duda, la quiebra del Silicon Valley Bank y el rescate de Credit Suisse fueron el detonante de la subida. “Las consecuencias de estos fiascos financieros han obligado a los inversores occidentales a reconsiderar su asignación a los metales monetarios. La preocupación por el riesgo de contraparte y el contagio sistémico han despertado un renovado interés por el oro”, explica el experto de la gestora Jupiter AM. Una visión que comparte con Claudio Wewel para el que el oro normalmente ha subido con fuerza al inicio de episodios de dificultades financieras o de elevada incertidumbre geopolítica como los actuales.
El impacto de los tipos
La perspectiva del oro como activo refugio y como competidor del mundo menos tangible del dinero, le lleva a compararse con otros activos. Marco Mencini, gestor de carteras senior de Plenisfer Investments comenta que la subida de los tipos de interés ejerce una fuerte influencia a la baja sobre el oro, un activo que no genera flujos de renta. “Hoy el mercado imagina el inicio de una nueva fase de tipos a la baja y, en este contexto, disminuye el coste de oportunidad de poseer oro que, por tanto, cobra atractivo”. También esa expectativa de tipos menores en un futuro inmediato beneficia al oro, según explica Ned Naylor-Leyland. “El oro y la plata son muy sensibles a los cambios en la política monetaria y a la inflación futura. Sospechamos que el precio del oro en dólares está empezando a anticipar el final del actual ciclo de subidas de tipos de interés, y el mercado de bonos ya prevé recortes para finales de 2023. Una Fed más moderada supone un menor incentivo para que los inversores mantengan efectivo e instrumentos basados en efectivo”, concluye.
Y, como le ocurre al petróleo, la cotización del oro en dólares queda muy marcada por la evolución de la divisa estadounidense. El dólar ha bajado en el año un 2% respecto al euro y su pérdida de valor empuja el precio del metal precioso. Así lo explica Marco Mencini: “La apreciación del dólar en 2022 penalizó el precio del oro, que suele comprarse en esta moneda. De hecho, la posterior depreciación del dólar apoyó el repunte de este metal”.
¿Y si hubiera recesión?
El oro tiende a obtener buenos resultados durante las recesiones en EE UU. Pero curiosamente, las acciones de las compañías cotizadas relacionadas con el oro lo han hecho aún mejor en esos periodos. Incluso, un escenario más moderado de estanflación (bajo crecimiento, alta inflación), también ha sido históricamente un entorno favorable para el oro y la plata.
James Luke, gestor especializado en materias primas de Schroders, indica que “si observamos las rentabilidades desde seis meses antes del inicio de las recesiones hasta seis meses después del final de las mismas, podemos ver que el oro ha ofrecido una rentabilidad del 28% de media y ha superado al S&P 500 en un 37%. La renta variable relacionada con el oro ha batido esta cifra y ha generado una rentabilidad media del 61%, superando al S&P 500 en un 69%”. Unas estadísticas sobre un estudio de todos los periodos recesivos de la economía estadounidense que confirman cómo lo que es malo para el conjunto de la economía y sus agentes acaba haciendo brillar aún más a este metal.
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