El oro pierde brillo como activo refugio
El precio del metal precioso se desinfla tras tocar máximos al comienzo de la invasión de Ucrania. Los expertos no ven una tendencia clara
De oro se habla en estos días porque la Unión Europea ha decidido, en línea con las medidas adoptadas por sus socios del G-7, prohibir las importaciones de origen ruso de este metal precioso. Una nueva sanción sobre Moscú para tratar de ahogar otra de las grandes fuentes de ingresos de Rusia. Pese a lo reciente de esta decisión, la realidad es que el oro lleva en boca de analistas y gestores de inversión desde hace bastante más tiempo.
A principios de marzo de este año el oro llegó a pagarse por encima de los 2.050 dólares la onza. Entonces, el metal dorado parecía reivindicar con fuerza su consideración de valor refugio en tiempos de incertidumbre: guerra en Ucrania, inflación, subida de tipos de interés, recortes en los mercados de renta variable y fija y posible desaceleración económica. En estos últimos días, sin embargo, el precio del oro ha roto a la baja la barrera de los 1.700 dólares por onza. Una caída de más del 17% que se explica, según los expertos, más por la competencia que ahora parece tener que afrontar procedente del dólar estadounidense (por ejemplo, superando al euro por primera vez en 20 años) y de los tipos de interés (subiendo) que por su pérdida de reputación como valor defensivo.
De hecho, para Claudio Wewel, estratega de J. Safra Sarasin SAM, el oro sigue actuando como activo refugio “pese a los fuertes vientos en su contra provocados por el aumento excepcionalmente pronunciado de los rendimientos de los tipos reales y del dólar”. Pese a esta confianza en este metal precioso, Wewel sostiene que aún no está “especialmente barato” a pesar de las caídas porque siguen existiendo riesgos: los inversores pueden vender oro para obtener liquidez y así el dólar seguir exhibiendo músculo. Con todo, sus perspectivas son positivas, según Wewel. Y estas lo son, al menos para los próximos 12 meses, porque, a su juicio, la inflación, que seguirá siendo alta, le beneficia; porque el riesgo de una recesión mundial está aumentando lo que podría bajar la presión sobre los rendimientos reales del resto de activos; porque el dólar estadounidense debería debilitarse y finalmente porque es probable que los riesgos geopolíticos sigan siendo elevados, ya que la guerra de Ucrania se prolonga y Suecia y Finlandia se incorporan a la OTAN.
El equipo de análisis de Schroders cree igualmente que sigue habiendo razones cíclicas y estratégicas para creer que las perspectivas del oro son sólidas. Desde el punto de vista cíclico, el oro, a su juicio, ha tendido a tener buenos resultados en períodos de profunda desaceleración, recesión o estanflación. “Actualmente, con la fuerte caída de los indicadores cíclicos, el oro podría beneficiarse, pues se ha comportado bien frente a la renta variable estadounidense en todas las fases de desaceleración a lo largo de la historia”. De hecho, en esta gestora han recopilado datos históricos de la evolución de los distintos activos entre 1973 y 2021 y, su conclusión es que, no solo en la estanflación, sino también en los momentos de desaceleración, la correlación del oro con los rendimientos reales ha aumentado. “Dado que los ciclos de subidas de tipos suelen conducir a recesiones, el oro empieza a beneficiarse de la anticipación de las bajadas de tipos que tendrán que llevar a cabo los bancos centrales en un entorno recesivo”, argumentan. Por tanto, en materia de inversión, desde Schroders creen que, en el escenario actual, cada vez más parecido a la estanflación, “el oro debería resultar relativamente atractivo”. La mayoría de las clases de activos registran pérdidas, por lo que los inversores buscan “lo menos malo”, añaden.
Riesgos
Para David Finger, especialista en metales de Allianz Global Investors, es cierto que el oro ha sido a lo largo del tiempo un valor defensivo en épocas de fuerte volatilidad. Sin embargo, señala que en un escenario como el actual “en el que todo cambia rápidamente y nada se está comportando como tradicionalmente” no hay ninguna seguridad de que siga siéndolo pese al aumento de la incertidumbre geopolítica (que atrae flujos de refugio) y los pronunciados recortes en el mercado de renta variable. Los mercados, a su juicio, preocupados por los riesgos de recesión unida a una alta inflación, están especialmente pendientes de lo que harán los bancos centrales en materia de tipos de interés. Si estos invierten su tendencia actual al alza y los rendimientos reales vuelven a reducirse, el oro saldrá beneficiado porque en cierta medida sirve para preservar el valor del dinero. El escenario contrario, según Finger, puede suceder si la subida de los precios, muy especialmente ante los problemas de suministros de energía después del verano, se hace aún más profunda y los bancos centrales actúan para controlarla. En este contexto de incertidumbre aconseja, al menos por el momento, no llevar a cabo una inversión directa en este metal precioso.
Sébastien Senegas, responsable de Edmond de Rothschild AM para España e Italia, defiende que el mundo se ha sentido siempre atraído por el oro, desde su descubrimiento. Y que, desde entonces, una buena parte de las veces se ha comportado como un buen valor refugio. Aunque no ha perdido, según explica, su consideración como tal “sí hay factores que le han hecho perder interés en los últimos tiempos”. Se refiere a la subida de los tipos de interés reales, a la fortaleza del dólar y al debilitamiento económico de algunos países emergentes tipo Brasil o India, que desemboca en que sus bancos centrales disminuyen sus reservas de oro. A su juicio, “salvo que se suavicen los factores anteriores o aparezca un nuevo catalizador” no habrá tendencia clara para este metal precioso. Añade que, dados los recortes que se han producido en su precio en las últimas semanas, “es ahora una mejor inversión que hace unos meses pero siempre como algo puntual, con toma de pequeñas posiciones y en tiempos escalonados”.
Por último, Robert Minter, responsable de inversiones de Aberdeen Standard Investments, está convencido de que “hay razones fundamentales para que nos guste el oro, sobre todo debido al aumento de los temores de un entorno de estanflación con una inflación pegajosa y superior a la media y una ralentización del crecimiento, lo que significa que los inversores buscan un refugio seguro”. Pese a los recortes en su cotización, sostiene que el oro se está comportando mejor que la renta variable estadounidense o que la europea, “por no mencionar al mercado de criptomonedas”, concluye.
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