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Hoteles con personalidad urbana

Smart Rooms le da una vuelta al negocio del alojamiento turístico y de estudiantes y se expande en EE UU

Smart Rooms
Oriol Serra dejó el negocio familiar para fundar una compañía que ya gestiona 1.100 habitaciones.
María Fernández

Oriol Serra creció viendo cómo su abuela atendía a los clientes de su pequeño hotel Terradets, un negocio familiar al borde de un embalse a un paso de la sierra de Montsec, en Lleida. Pero él tenía otras aspiraciones profesionales lejos de casa: tras licenciarse en EE UU y estudiar un MBA en España, trabajó en una consultora hotelera (Europraxis) desarrollando proyectos turísticos e inmobiliarios por el mundo. Viajó por Oriente Próximo, Latinoamérica, el Caribe y Corea del Sur hasta que fichó por Melon District, una empresa de desarrollo de residencias de estudiantes, como responsable de expansión. Al final de esa etapa volvió a Cataluña para echar una mano en el negocio familiar que hacía aguas. Fue en 2009, al comienzo de la Gran Recesión. “Estaba acostumbrado a trabajar en un ambiente donde todo era muy tranquilo. Pero volví a un lugar lleno de problemas, donde tuvimos que hacer reajustes de plantilla. Creía que mi carrera había ido tres pasos para atrás, pero fue mi mejor máster”, recuerda por videoconferencia desde Barcelona. Junto a su hermana y su madre lograron enderezar el negocio, lo que le dio la oportunidad de volver a marcharse, esta vez para fundar una empresa propia con más socios.

Optó por una gestora de alojamientos que bautizaron con el nombre de Smart Rooms y que formalmente nació hace una década, pero no empezó a dar frutos hasta mucho después. “Nos pasamos el primer año recorriendo los edificios disponibles en Barcelona para alquilar alguno, pero nadie nos conocía y era una época de crisis. Encontramos uno en el paseo de Gràcia, y empezó a cambiar nuestra suerte”.

Ofrecieron a los propietarios un contrato de gestión para explotar apartamentos turísticos y siguieron buscando oportunidades. Hoy, bajo el paraguas de Smart Rooms, ya son 200 empleados y gestionan 1.100 habitaciones con marcas como ­Yurbban, Uma House, Uma suites y The Spot for living. Tienen filiales en Bogotá y Miami, y recientemente han abierto en Madrid. También quieren diversificarse: pronto verá la luz en el corazón de Las Ramblas Barcelonesas el primer local de su nueva línea especializada en restauración, y se preparan para desembarcar en Palma de Mallorca. Su objetivo es facturar 22 millones en este 2022, volviendo a la senda de ingresos previa a la pandemia.

Serra, que además de cofundador es consejero delegado, basa el éxito de sus pisos, hoteles y hostales en encontrar fórmulas que sorprendan a los clientes. En Colombia, donde inauguraron 421 apartamentos para estudiantes en plena pandemia y se encontraron de golpe con todas las universidades cerradas, pensaron que naufragarían. “Lo reconvertimos a un modelo de coliving no solo para estudiantes, y se nos ocurrió alquilar a unos 15 influencers. Durante el confinamiento no paraban de subir contenido sobre su vida allí, lo que nos dio cierta popularidad y vino bastante gente a vivir”.

Sus estancias se dividen en living (de más de un mes) y hospitality, de hasta 30 días. Uma es su marca media y Urban, la premium, pero todas se basan en un enfoque hacia un público “con espíritu joven”, en buenas localizaciones, con trato cercano, en edificios de alta eficiencia energética y con un diseño “que sea instagrameable”, en palabras de su fundador. “Los consejos que te damos sobre cómo visitar la ciudad son honestos, los mismos que te daría un colega. Buscamos la autenticidad local. Que alojarte aquí sea como si fueses a casa de un amigo”.

Guiño local

Los espacios se decoran con piezas de artistas locales gracias a acuerdos con varias galerías, y la oferta gastronómica es la típica del lugar. “Por ejemplo, tenemos un servicio de bicicletas hechas y diseñadas en Barcelona. Las mismas que un amigo cool llevaría. Es parte de nuestra autenticidad”. Por ahora no tienen pérdidas, pero tampoco beneficios, y no entran en la polémica del turismo masivo que antes de la pandemia invadía la capital catalana. “Entendemos que se tiene que controlar y regular el crecimiento del turismo, pero puede haber una muy buena convivencia con los habitantes del destino. Nosotros, por ejemplo, no operamos apartamentos sueltos. En cada uno tenemos sensores que controlan el ruido”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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