La ventaja del agua del grifo envasada en cartón
La firma malagueña Ly Company abre plantas en República Dominicana e Italia y exporta a 20 países
Málaga exporta agua al mundo desde un recóndito polígono industrial a las afueras de Alhaurín de la Torre, municipio al norte de la capital. Allí ha encontrado su hueco Ly Company, que registra un rápido crecimiento en sus escasos años de vida. Lo ha hecho dejando a un lado las botellas de plástico para apostar por briks formados, en un 80%, por materiales renovables como el cartón y plásticos vegetales. Son personalizables: más de 500 empresas u organismos envasan aquí agua bajo sus propias marcas. Desde Cabify a Cruz Roja, el Museo del Prado, Audi o los hoteles Meliá. “Buscan transmitir ese granito de arena hacia la reducción de plásticos”, afirma Francisco Rodríguez, director ejecutivo de una compañía que ha pasado de producir 400.000 envases en 2017 a más de 32 millones en 2019, cifra mantenida en 2020 y 2021 debido a la pandemia. Exportan a una veintena de países.
Ly Company envasa 17.000 unidades al día en sus instalaciones centrales, varias naves que suman 4.000 metros cuadrados. Recorriéndolas, Rodríguez, de 47 años, mantiene una sonrisa permanente. Disfruta de un éxito que, dice, no es casualidad. “Viene precedido de un largo camino de fracasos”, subraya mientras muestra en su teléfono móvil las 17 empresas que ha impulsado hasta hoy, en las que caben un puñado fiascos y un par de ruinas. Por sus manos han pasado una granja de caracoles, una taberna o globos teledirigidos y varias iniciativas relacionadas con el pescado, como la que le llevó a tener casi 500 empleados en Marruecos elaborando boquerones en vinagre. Todo mientras trabajaba durante dos décadas como técnico de emergencias en el 061, con turnos de 24 horas seguidas a los que segúian cinco días de descanso, “en los que no paraba”.
En 2015 tuvo la idea de embotellar agua en briks de cartón, aluminio y plástico vegetal procedente de caña de azúcar. “Los bancos no ayudaron, pero TetraPack nos facilitó tener máquinas con un año de carencia. Conseguimos lo mismo con una nave embargada. Y nos lanzamos”, explica quien tiene como socios a Maite Bernal y Francisco Leal. El inicio fue “un desastre”, recuerda Rodríguez. La costumbre de beber agua en botellas de plástico transparentes generaba reticencias iniciales en sus envases opacos, “pero poco a poco la gente se fue acostumbrando”, sostiene. El suministro a Cabify marcó diferencias. “Cada semana llamaba una o dos personas que nos veían en sus coches y querían lo mismo para su empresa”, cuenta el empresario. Muchos clientes fueron hoteles españoles con presencia en el Caribe que le animaron a abrir allí otra planta para servirles desde más cerca. Apostaron por una parcela en República Dominicana, pero llegó el coronavirus y lo que iba a ser rentable desde el primer día se atrancó. Las previsiones habían aumentado hasta entonces a fabricar unos 60 millones de envases en 2020, pero se quedaron en 23 por la pandemia, cifra que alcanzará los 27 millones en 2021, cuando esperan facturar 11 millones de euros, duplicando las cifras de los dos ejercicios anteriores y alcanzando el millón de beneficios, frente a los 300.000 del año anterior. “Según evolucione la crisis sanitaria, podríamos facturar 15 millones en 2022″, asegura Rodríguez, quien reconoce que sus precios no pueden competir con el agua embotellada en plástico, siempre más barata, pero, asegura, sí en sostenibilidad.
Hoy la empresa viaja velocidad de crucero. Las instalaciones en el Caribe abrieron la pasada primavera con 8.000 envases a la hora y capacidad para multiplicar por tres esa cifra. En septiembre comenzó una producción similar en Italia tras adquirir el 51% de la start-up local Acquainbrick. Y han llegado a un acuerdo con Iparlat para producir en sus instalaciones de Corella, en Navarra. “Ahora falta llegar al consumidor final”, dice el emprendedor, que quiere fomentar su propia marca, Only Water. De momento solo se puede adquirir en Carrefour de Málaga o en Makro bajo marca blanca.
Su objetivo también pasa por fomentar las ventas online mientras estudian lanzar una línea de aguas aromatizadas. Con esos planes espera pasar de los 72 empleados actuales a unos 120 a lo largo de 2022. Mientras, mantiene tímidas conversaciones para nuevas plantas envasadoras en Malasia y Rusia. “Primero, eso sí, hay que asentarse bien: el nivel de inversión y endeudamiento es grande”, cuenta quien dona un euro por cada mil envases vendidos a la ONG Pozos sin fronteras.
El agua que Ly Company utiliza no procede de ningún manantial —aunque están negociando la adquisición de una concesión en Andalucía— sino de la red de distribución municipal. “Es cierto que dependemos de terceros, pero son las aguas que más garantías tienen”, explica el empresario.
Su maquinaria trata el líquido para eliminar metales pesados, microplásticos e impurezas para, después, mineralizarla. Rodríguez reconoce que sus briks llevan una pequeña parte de plástico no vegetal y aluminio. “Es obvio que no damos una respuesta completa, pero reducir al 70% el plástico es un paso muy importante”, afirma, al tiempo que anuncia que ha patentado un sistema a través del que una encima que divide todas las capas de cualquiera de estos envases, separando plásticos, aluminio y cartón rápidamente para facilitar su reciclaje. “Va a ser una revolución”, avisa.
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