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Cómo un exempleado de Bankinter creó una empresa de ciberseguridad valorada en 1.300 millones de euros

Pedro Castillo fundó hace 10 años el embrión de lo que hoy es Devo, uno de los principales ‘unicornios’ españoles

Pedro Castillo, fundador de Devo, en su sede de Madrid.
Pedro Castillo, fundador de Devo, en su sede de Madrid.Santi Burgos

Pedro Castillo estaba aburrido en el “puestazo” que ocupaba allá por 2011 en Bankinter. Se sentía en una “jaula de oro” y la política instaurada en la entidad tras un cambio de directiva ya no encajaba con su filosofía. Era el momento de buscar nuevos aires. Ese mismo año creó Logtrust. Después de una década, aquella compañía de ciberseguridad y análisis de datos construida sobre 380.000 euros tiene otro nombre, Devo, y se ha convertido en el nuevo unicornio (compañías que valen más de 1.000 millones de dólares) de origen español tras cerrar una ronda de financiación de 215 millones de euros y alcanzar una valoración de 1.300 millones.

En su despacho en la sede madrileña, Castillo, fundador y director de Tecnología, prefiere no desvelar la facturación, “cuando hagamos la oferta pública de venta dentro de dos, tres años”, dice entre risas, pero asegura que la progresión es positiva. “Hemos doblado cifras”, apunta. Han pasado de 180 trabajadores en 2020 a 400 y cuentan entre sus clientes con pesos pesados como Telefónica y las Fuerzas Aéreas de EE UU.

Aunque la compañía data de 2011, Castillo se remonta a casi 20 años atrás, a 1992, para hablar de su origen. Aquel año, el de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, dejó sus estudios de Química para dedicarse a la informática. Tras pasar por el Departamento de Computación de la Universidad Complutense de Madrid, montó su primera compañía en 1996. “Nos fue bien durante cuatro años, pero era una empresa más de servicios profesionales, así que me aburría”. Una oferta de Bankinter para crear el equipo de seguridad lo sacó de esa apatía.

Ya en el banco, el equipo diseñó un sistema de recolección de logs. “Se me ocurrió a mí, lo diseñamos, lo montamos y cuando ciertos clientes lo vieron dijeron: ‘Esto es alucinante, ¿por qué no lo vendes?”. Y así lo hicieron: “Nosotros no vimos un duro, pero el banco se forró”. Durante los 10 años que estuvo en la entidad, la seguridad dejó de estar en los márgenes para ser parte del núcleo estratégico. Identificaron necesidades y problemas y aprendieron a manejar grandes cantidades de datos en tiempo real. Fue, dice, su verdadera universidad.

“Conocemos el mercado, el problema. No hay soluciones que hagan lo que somos capaces de hacer y alguien quiere poner cuatro duros, ¿qué hago aquí?”, recuerda Castillo sobre el momento en el que decidió emprender de nuevo. Cinco personas comenzaron a trabajar en la propuesta de Devo en 2011 y en 2013 llegó la inversión del fondo IPW. “Fue muy importante”, apunta. “No solamente porque pudimos empezar a crecer y tener algo de dinero para hacer cosas, sino porque empezamos a profesionalizar el departamento de finanzas y demás”, asevera.

Punto de inflexión

Otro acontecimiento marcado en la mente de Castillo es una prueba de concepto (POC) que hicieron con una empresa grande de software de seguridad. Y, aunque no consiguieron el proyecto, marcó un antes y un después. “Hasta ese momento yo era el único que me creía en la empresa todo lo lejos que podíamos llegar”, relata. “Pero con esa POC ellos [los compañeros] se demostraron a sí mismos dónde estamos, qué tenemos, hasta qué punto es bueno, hasta qué punto es diferencial”.

Es precisamente esa diferencia lo que les permite hacer frente a su principal competidor, el gigante Splunk, una compañía cotizada con un valor de 23.000 millones de euros y ventas por 2.000 millones. “Cuando yo contaba lo que queríamos hacer desde un punto de vista de tecnología, la gente nos decía que era imposible y que si fuera posible ya lo habría hecho IBM, Oracle o uno de esos. Y, además, que nunca nadie iba a mandar sus datos al cloud [la nube]”, recuerda.

En Devo creían que se equivocaban y el tiempo les está dando la razón. “Montamos una tecnología hecha para el cloud, en el cloud, pero agnóstica del cloud”, asevera. Es decir, compatible con diferentes proveedores, como Amazon, Microsoft Azure o Google Cloud. Sus desarrollos, cuenta, les permiten tener un rendimiento 10 veces mayor al de sus competidores con 10 veces menos arquitectura, en formato multitenant, en el que una instalación de la plataforma da servicio a varios clientes. Esto les permitió adentrarse en el modelo de software como servicio, “donde los demás ni estaban”. En 2014 se fueron a EE UU en busca de inversores porque, dice Castillo, “era imposible sacar una serie B de 10 millones en España en aquel momento”. La entrada del fondo estadounidense Atlantic Bridge, junto con el español Kibo Ventures, en 2015 marcó el inicio del asentamiento en el país norte­americano, donde hoy se encuentra la matriz.

Castillo menciona la entrada de Atlantic Bridge en el accionariado como uno de los momentos fundamentales de la compañía y, a la vez, como el peor fallo de su vida. “Ahora digo, bueno, pues fue un bonito error porque nos ha llevado hasta aquí. Pero fue un error. La relación nunca fue buena”. Para este emprendedor, la firma tenía una visión “muy pequeña, muy de andar por casa”.

Tras dos años viajando entre ambos continentes cada dos semanas y ante un resultado en EE UU que era “muy mediocre”, el puesto de consejero delegado cambió de manos. “Para mí dejar de ser consejero delegado no fue una imposición, fue una decisión. No podemos hacer negocio allí y crecer sin alguien que conozca el ecosistema, que tenga la red de contactos, que lo haya hecho antes, que tenga esa experiencia y ese nombre”.

Ese nombre resultó ser el de Walter Scott, un hombre de confianza de Insight Venture Partners, la firma con la que Devo cerró un acuerdo de financiación del que derivó la salida de IPW, Atlantic Bridge y algunos otros inversores ángel en 2017. “Eso fue un punto de inflexión brutal, porque pasamos a tener capital como para hacer más cosas”.

En septiembre del año pasado, Scott fue relevado por Marc van Zadelhoff, exdirector y fundador de IBM Security. Otro movimiento que Castillo reconoce como clave. Además, cerraron una ronda de unos 50 millones que les aportó más gasolina. “La empresa ha cambiado mucho, a mejor. En temas de tener una mejor cultura de empresa compartida con EE UU y España, fichar y atraer talento, profesionalizar todas las áreas…”, cuenta. Devo apuesta la última ronda que ha levantado a la expansión geográfica. También buscan con ella, dice Castillo, seguir aumentando la ventaja competitiva en tecnología y producto: “No quiero ser la siguiente Nokia o Blackberry”. Respecto a la salida al parqué, que prevé en años venideros, señala que debe ser un paso natural para la empresa, una consecuencia, y no tanto un objetivo.

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