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Los zapatos de Camper suben la cuesta de la pandemia

La empresa familiar mallorquina de calzado impulsa la marca en internet y se abre a relanzar su división hotelera

Miguel Fluxà, consejero delegado de Camper, en las oficinas de la empresa en Inca (Mallorca).
Miguel Fluxà, consejero delegado de Camper, en las oficinas de la empresa en Inca (Mallorca).FRANCISCO UBILLA

Con neumáticos reconvertidos en suela y retales de cuero para dar mayor firmeza, las porqueras son los tradicionales zapatos nacidos a principios del siglo pasado en Mallorca que entonces rivalizaban con las alpargatas para vestir los pies de los habitantes de la época. Camper se inspiró en este tradicional calzado para lanzar su primer modelo en 1975 en un intento de añadir también un plus de diseño y comodidad a la oferta zapatera en un país que salía del blanco y negro. La apuesta funcionó y 46 años después, Camper se ha convertido en una de las empresas de calzado españolas más internacionales, con presencia física en 50 países y un negocio que se expande más allá del calzado.

Los cimientos de la compañía familiar se plantaron en 1877 cuando Antonio Fluxà, bisabuelo del actual director general, Miguel Fluxà, se marchó a Inglaterra por motivos que la familia todavía no tiene del todo claros. Regresó unos años después con varias máquinas para hacer zapatos de doble cosido, los que entonces llevaban los ingleses, y abrió la primera fábrica de calzado mecanizada de España en el municipio de Inca, en el corazón de Mallorca. La historia continuó y en 1975 Lorenzo Fluxà, nieto de Antonio y padre de Miguel, fundó Camper con el legado adquirido mientras sus hermanos se embarcaron en otros negocios que llevan a la familia a controlar hoy el gigante turístico Iberostar y la zapatera Lottusse. “Camper se creó con los valores heredados de las generaciones anteriores, con la voluntad de permanencia a largo plazo, la apuesta por la calidad y con la incorporación del diseño y el confort que son representativos de la marca desde sus inicios”, explica Fluxà, que tomó el testigo de su padre al frente de la firma en 2012.

A pesar de mantener sus raíces en Mallorca, Camper es hoy en día una empresa internacionalizada con una red de más de 300 tiendas —la mitad propias y la otra mitad operadas a través de distribuidores— repartidas por 50 países con especial inclinación por el mercado asiático, donde aterrizaron a principios de los años 90. “Tenemos una relación muy fuerte con Japón y Corea. Son mercados muy importantes para nosotros y, aunque su recuperación parece algo más lenta, creo que son países donde creceremos mucho los próximos años porque tienen consumidores muy avanzados en la innovación estética”, dice Fluxà. Sin embargo, la sacudida económica derivada de la pandemia ha hecho frenar sus planes de expansión de tiendas físicas, a pesar de que este año han abierto establecimientos en Shanghái y Dusseldorf.

La marca ha logrado mantener el mapa de los establecimientos ya existentes y ha comenzado a operar directamente en mercados como China y Hong Kong, donde hasta ahora lo hacía a través de un distribuidor. “No necesitamos expandirnos más, mucha parte del crecimiento vendrá del área digital apoyado por las tiendas físicas”.

Es en el canal de ventas por internet donde Camper ha notado los efectos de la pandemia y el cambio de los hábitos de consumo, pasando de vender el 30% antes de 2020 al 50% del volumen total de negocio: 73 millones de euros este año. Con todo, la crisis derivada del coronavirus les ha zarandeado como a muchas otras empresas del sector. El pasado 2020 la facturación cayó un 28% hasta los 120 millones, aunque esperan revertirlo y cerrar 2021 con un crecimiento del 22% y alcanzar los 146 millones de euros, con la previsión de llegar a 175 millones el año que viene. “El impacto en las cuentas el año pasado fue fuerte, con una caída muy importante de las ventas derivada de la suspensión del turismo, los cierres de fronteras y las restricciones”, dice Fluxà.

Diversificación

Lo que no ha mermado la pandemia es la creatividad. Hace apenas un mes la zapatera ha lanzado Camper Goods, su primera línea de productos para el hogar. “Hay una parte de ilusión. Siempre hemos sido una marca muy relacionada con el diseño industrial porque, de alguna manera, el zapato es un objeto en tres dimensiones. Hay una relación cercana a eso y consideramos que era interesante diversificar ahí y trasladar los valores de la marca a otras líneas”. La diversificación se inició hace años con una incursión en el sector hotelero y la puesta en marcha de los alojamientos Casa Camper en Barcelona (2005) y Berlín (2009). Hoteles funcionales, de diseño y pensados para respetar la privacidad de sus huéspedes, de los que Fluxà se siente muy satisfecho. De hecho, la empresa ya tiene un proyecto hotelero a punto de comenzar en Estambul y baraja retomar la idea de relanzar un pequeño hotel de 12 habitaciones en la Possesió de Son Forteza, que tienen en el municipio mallorquín de Alaró. “Son proyectos a largo plazo, el de Turquía tardará como mínimo entre tres y cuatro años”.

A pesar de las iniciativas para diversificar la marca, que incluyen también la desaparecida firma de ropa Medwinds, Fluxà sostiene que su prioridad es el calzado. Se considera zapatero “ante todo” y cree que el resto de ramas del negocio “son complementos” que les ayudan a crear comunidad, contar una historia y construir la marca.

Su visión de la industria española del calzado retrata un sector que “aguanta bastante bien” porque las empresas han sido capaces de adaptarse a lo largo de los años y exportar su producto. “Es una industria dura y complicada, pero con valores de honradez y humildad. El mundo del calzado obliga a estar al día de lo que pasa”.

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