Los extranjeros ya son más del 15% de la fuerza laboral en 20 provincias
En Almería, Baleares, Lleida, Girona y Segovia son más del 20%. Las proporciones más bajas se dan en territorios de mucho desempleo, como Jaén y Córdoba
Los trabajadores extranjeros son el motor de la creación de empleo en España. En los últimos 12 meses se han generado 515.000 puestos, de los que 211.000 corresponden a empleados foráneos. Es decir, un grupo que concentra el 13,6% de puestos del país está detrás del 41% de los creados en el último año. Otro dato con la misma idea: el número de trabajadores españoles ha crecido desde octubre de 2023 un 1,7%, frente al 7,9% que acelera el de empleados extranjeros. Esta tendencia, latente desde el final de la pandemia, está cambiando la composición del mercado laboral español, con más fuerza en unos territorios que en otros. Ya hay 20 provincias en las que los extranjeros son más del 15% de la fuerza laboral, un escenario muy diferente al de 2019, hace solo cinco años. Entonces, solo cinco provincias registraban al menos un 15% de extranjeros.
A octubre de 2024, los trabajadores extranjeros son más del 15% en Almería (24,2%), Baleares (23%), Lleida (22,2%), Girona (21%), Segovia (20,2%), Huesca (18,9%), Barcelona (17,3%), Castellón (17,1%), Alicante (17%), Guadalajara (16,8%), Tarragona (16,7%), Cuenca (16,7%), Teruel (16%), Madrid (16%), Huelva (15,9%), Zaragoza (15,7%), Málaga (15,6%), Murcia (15,3%), La Rioja (15,2%) y Soria (15,1%). En 2019 solo estaban por encima del 15% en Almería, Baleares, Lleida, Girona y Segovia, justo las cinco únicas provincias en las que ahora, además, superan el 20%. Es más, en Almería rozan el 25%, lo que implica que uno de cada cuatro empleados es extranjero. La provincia andaluza, una de las más pujantes en el sector agrícola con su mar de invernaderos, es la que mayor proporción de extranjeros concentra desde que empiezan los registros de la Seguridad Social, en 2012.
En la mayoría de estas provincias la proporción de extranjeros ha crecido con fuerza en los últimos años. Destaca el caso de Huesca, que pasa de 14,8% en octubre de 2019 a un 18,9% en el décimo mes de 2024. El subidón también es de casi cuatro puntos en Valencia, en Soria y en Segovia.
El contraste lo dan las provincias con menor proporción de extranjeros, lejísimos de la media nacional. En esa situación se encuentra Jaén, con solo un 3,5% de trabajadores extranjeros. Esta provincia, tan dependiente del olivar, registra la segunda tasa de paro más alta de España, solo por detrás de su vecina Granada. El 22% de los activos jiennenses está en paro, el doble que la media nacional. El resto de provincias con menor proporción de extranjeros también notifican elevadísimas tasas de desempleo. Son Córdoba (3,7% de su fuerza laboral es extranjera), Cádiz (4,3%) y Badajoz (4,5%). A la vez, en estas provincias también se registran algunos de los avances más débiles en la proporción de empleados extranjeros, con saltos de en torno a un punto, cuando la media nacional desde 2019 es de 2,5.
Con todo, el tren de cola también avanza poco a poco en esta variable. Ahora estas cuatro provincias meridionales son las únicas con menos de un 5% de trabajadores extranjeros, cuando hace solo un lustro había 12 provincias en esa situación.
Es difícil extraer patrones claros en las provincias con más empleados extranjeros, no todas responden al mismo escenario. Hay varias que destacan por ser muy agrícolas, justo un sector en el que los empleados foráneos sobresalen (son en torno a un tercio del total de trabajadores), una de las actividades más precarias de la economía. En ese grupo se puede incluir a Almería o Lleida, entre otras.
En otras, el monocultivo es el turismo, como en la segunda provincia con más extranjeros, Baleares. Y en la hostelería, de jornadas larguísimas y salarios bajísimos, los extranjeros también destacan al representar un 27%. También llama la atención la alta proporción de empleados extranjeros en provincias que sufren la despoblación, como Huesca o Teruel, que justo resaltan por sus altos niveles de inactivos (la mayoría jubilados) y bajísimas tasas de paro. En otras provincias en cabeza se mezclan algunos de estos elementos, o los explicativos son otros.
Otro elemento clave en la distribución de los inmigrantes son las redes familiares. Es decir, tienden a acudir a territorios en los que ya viven sus hermanos, primos o amigos. De ahí que cuanto más peso tiene una nacionalidad en un territorio, más probable sea que esta siga creciendo justo ahí si se mantiene el flujo de llegada. Por eso, por ejemplo, la mayoría de rumanos del este de Madrid son de una zona concreta, en torno a Transilvania, y en Castellón son de la provincia de Dâmbovița.
Las dos provincias más pobladas se mueven en porcentajes parecidos: el 16% de Madrid está un poco por debajo del 17,3% de Barcelona. Algo menor es la proporción en Valencia (14%), casi empatada con la media nacional (13,6%). La cuarta provincia más poblada, Alicante, escala hasta el 17%. El escenario es muy diferente en Sevilla, con solo un 5,6% de trabajadores extranjeros.
Tendencia creciente
Distintos organismos oficiales vienen señalando la importancia de este flujo de trabajadores extranjeros para la economía española, dado el envejecimiento de la población y las bajísimas tasas de natalidad de los locales. Por ejemplo, para el sostenimiento del sistema de pensiones. Para que no se rompa la tasa de dependencia actual (la proporción entre pensionistas y ocupados), el Banco de España calcula que la población inmigrante trabajadora tendría que subir en más de 24 millones hasta 2053, lo que implicaría que se tendrían que crear unos 800.000 puestos de trabajo al año solo para acoger estas llegadas.
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada, Fedea, distribuyó recientemente un estudio sobre el impacto de la inmigración en el mercado laboral. Subraya el caudal de evidencia científica que sostiene que la inmigración, en general, no resulta perjudicial ni para los trabajadores locales ni para los servicios públicos. “A pesar del aumento en la visibilidad mediática y el debate público, el análisis sugiere que muchas de las preocupaciones sobre el impacto de la inmigración en el empleo, los salarios y los servicios públicos están influenciadas por percepciones erróneas y desinformación”, reflexiona Raquel Carrasco, profesora en el Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora de Fedea, autora del estudio Algunas reflexiones sobre el fenómeno de la inmigración en España: Percepción social versus efectos reales.
Las nacionalidades con más presencial laboral en España, a octubre de 2024, son: Rumanía (339.481 trabajadores), Marruecos (337.359), Colombia(220.934), Italia (198.204), Venezuela (168.826), China (120.484), Perú (86.027), Ecuador (73.608), Ucrania (72.374) y Portugal (68.157). Como recogemos en este reportaje reciente, las comunidades que crecen con más fuerza en los últimos años son las latinoamericanas.
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