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La investigación del siniestro del túnel de Atocha involucra a Renfe y Adif y lo califica como “grave”

La CIAF anticipa que el tren que remolcaba al convoy siniestrado tuvo un fallo de tracción subiendo la rampa hacia la estación de Chamartín, y elude explicar si hubo riesgo de colisión

El tren siniestrado en la tarde del pasado sábado en el túnel de alta velocidad Atocha-Chamartín.
El tren siniestrado en la tarde del pasado sábado en el túnel de alta velocidad Atocha-Chamartín.Xuan Vega (Europa Press)
Javier F. Magariño

La Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF) ha hecho público un primer y escueto relato sobre el descarrilamiento de un tren de Renfe en la tarde del pasado sábado en el túnel de alta velocidad que enlaza las estaciones madrileñas de Atocha y Chamartín. El suceso ha merecido una calificación de “grave” y no de máxima gravedad, al no producirse víctimas mortales ni heridos de consideración.

El expediente 108/2024, que es la matrícula que ha recibido el informe abierto ese mismo sábado, sitúa el incidente a las 16:20 horas en el punto kilométrico 6,900 de un túnel de 7.300 metros de longitud. De momento, los técnicos de la CIAF solo involucran a Renfe, como operadora del tren Avant de la serie S114, y a Adif como gestora de la infraestructura. La comisión se ha apresurado a arrojar algo de luz, en línea con lo explicado esta semana por el ministro Óscar Puente, pero advierte que los avances de las pesquisas pueden requerir cierto tiempo. Una de las primeras conclusiones es que se favoreció la salida de vía, con un cambio de agujas, para evitar males mayores.

“El tren 97015 partió de La Sagra (Toledo) con destino a los talleres de Fuencarral (Madrid). Estaba formado por dos unidades del tren regional de alta velocidad serie 114: la primera unidad iba remolcando a la segunda, que estaba averiada”, comienza el resumen de un viaje que terminaría colapsando los corredores de alta velocidad entre Madrid y Levante por el taponamiento del túnel con el descarrilamiento. “La tripulación del tren estaba formada por un maquinista y dos técnicos de mantenimiento”, corrobora la CIAF.

El Avant remolcador y el averiado circulaban por el túnel de Atocha a Chamartín, “pero a la entrada de la estación de Chamartín la unidad de cabeza (remolcadora) sufrió un fallo de tracción que le impidió subir la rampa de entrada a la estación (de unas 30 milésimas)”. En este punto, los investigadores ponen ya el foco en algún tipo de avería en la máquina del primer Avant, que era el remolcador. En los últimos días se especula con un fallo en uno de sus motores, pero el informe preliminar no arroja luz alguna al respecto.

“Para superar la rampa, el maquinista y el puesto de mando [se involucra a Adif] acordaron que el tren retrocediese para tomar impulso desde un tramo más llano. Mientras se preparaba esta maniobra, la unidad de tren averiada (la remolcada) se soltó de su enganche y comenzó a derivar túnel abajo sin frenos, sin batería y con los dos técnicos a bordo”. Se confirma que los dos trabajadores, sin citar que eran de Alstom, viajaban en el tren que iría “más de cuatro kilómetros de deriva por el túnel, con pendientes de entre 12 y 30 milésimas”. Tampoco se da explicación aún sobre la causa del desacople ni la razón de que se activara freno alguno. Hasta el momento se habla extraoficialmente de posible fallo humano.

Sobre el desenlace con el descarrilamiento en el puesto de banalización de Jardín Botánico, el Avant sin frenos “llegó a gran velocidad” al punto “donde fue cambiada de la vía número 1 a la número 2″. En este momento del trayecto sin control y a gran velocidad hacia la boca sur del túnel, llega una curva, tras el cambio de vía, en la que “la unidad descarriló y se salió por la tangente, chocando contra el muro del túnel”. Los tres primeros coches volcaron, mientras que el cuarto permaneció descarrilado, pero en posición vertical. El tren continuó arrastrándose y “se detuvo aproximadamente en el punto kilométrico 7,000. Los dos técnicos de mantenimiento que iban a bordo del tren pudieron escapar sanos y salvos después de que este se detuviera”.

La CIAF pone de manifiesto la existencia de “daños serios, tanto en la unidad accidentada como en la infraestructura del túnel” y anticipa que ha dado al siniestro la citada categoría de “accidente grave”, de acuerdo con la normativa reguladora de la investigación de accidentes ferroviarios. En este caso se tiene en cuenta la cuantía de los daños producidos en el paso subterráneo abierto en el verano de 2022 y su efecto en la gestión de la seguridad. La investigación en profundidad se abre de oficio.

Si existía, o no, la posibilidad de que ese tren descarrilado pudiera chocar contra otro parado en la parte inferior del túnel y con viajeros a bordo, la CIAF ha evitado ofrecer detalle alguno. La investigación entra ahora en una fase, tal y como marca el artículo 15.2 del Real Decreto 623/2014 de 18 de julio, en la que se ofrece acceso a información sobre el suceso a colectivos implicados, entre ellos las operadoras ferroviarias o la propia Adif, “siempre que no perjudique a los objetivos de la investigación y sea compatible con esta”.

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Sobre la firma

Javier F. Magariño
Es redactor de infraestructuras, construcción y transportes en Cinco Días, donde escribe desde junio de 2000. Ha pasado por las secciones de Especiales, Cinco Sentidos, 5D y Compañías siguiendo la información de diversos sectores empresariales. Antes fue locutor de informativos en la Cadena Cope, además de colaborar en distintos medios de Madrid.
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