El FMI advierte de los riesgos financieros pese al aterrizaje suave de la economía global
El Fondo ve desconexión entre la bonanza y tranquilidad de los mercados y el aumento de los riesgos geopolíticos
La inflación parece contenida, los tipos de interés están bajando y los mercados lo celebran con euforia. Hay algo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI) que no termina de encajar. Aunque admite que las probabilidades de un aterrizaje suave de la economía global (contener la inflación sin un impacto significativo sobre el crecimiento) han aumentado significativamente, los inversores están pasando por alto el incremento de los riesgos geopolíticos, según el Informe sobre la Estabilidad Financiera Global (GFSR) publicado este martes por el organismo con sede en Washington. El organismo pide incorporar los riesgos geopolíticos a los tests de estrés de la banca y augura que los precios seguirán cayendo en el sector inmobiliario comercial.
“En lo que respecta a la estabilidad financiera, el mundo se enfrenta a una pantalla dividida de factores a corto y medio plazo. La buena noticia es que los riesgos para la estabilidad financiera a corto plazo siguen estando contenidos”, sostiene Tobias Adrian, consejero financiero del FMI. “Al mismo tiempo, nuestro último GFSR insta a los responsables políticos a permanecer vigilantes ante las perspectivas a medio plazo”, avisa.
Dos son los aspectos sobre los que el FMI llama especialmente la atención. Por un lado, la rebaja de tipos incrementa las vulnerabilidades, como las elevadas valoraciones de los activos en todo el mundo, el aumento de los niveles de deuda pública y del sector privado, y el mayor recurso al apalancamiento por parte de las instituciones financieras. “Todo ello podría amplificar futuras perturbaciones de los sistemas financieros”, advierte Adrian.
El segundo motivo de preocupación, añade, “es la desconexión entre el aumento de la incertidumbre ―especialmente relacionada con el incremento de los riesgos geopolíticos― y la volatilidad de los mercados financieros”. Esa falta de sintonía indica, según el Fondo, que los precios de los activos pueden no reflejar plenamente el impacto potencial de las guerras y los conflictos comerciales. Eso aumenta las probabilidades de que se produzcan perturbaciones, ya que una tensión geopolítica elevada podría desencadenar ventas repentinas en los mercados financieros y provocar un repunte de la volatilidad.
El Fondo cree que el susto de agosto pasado en los mercados debe servir de aviso a navegantes, aunque su detonante no fuera de carácter geopolítico. El estrechamiento de los diferenciales de tipos de interés entre Estados Unidos y Japón tras la subida de tipos del Banco de Japón a finales de julio y el escaso crecimiento del empleo en Estados Unidos ese mes provocaron un fortalecimiento del yen frente al dólar que desencadenó una liquidación de las operaciones apalancadas en yenes y provocó ventas masivas en los mercados bursátiles. El índice Nikkei, de referencia en Japón, cayó un 12%, su mayor caída en un solo día desde 1987, pero también en Estados Unidos y Europa hubo fuertes pérdidas.
“Sin duda, las presiones del mercado resultaron ser temporales y no amenazaron la estabilidad financiera. Pero la brusca tendencia de los inversores a evitar el riesgo demostró claramente que los cambios de actitud pueden amplificar rápidamente la volatilidad”, sostiene el consejero financiero del Fondo.
Geopolítica en los test de estrés
Al margen de las medidas de política monetaria (enfriar expectativas demasiado optimistas de rebajas de tipos en los países en que la inflación está enquistada por encima del objetivo) y fiscal (reconstruir de forma creíble las reservas para mantener los costes de financiación en niveles razonables), el FMI cree que son necesarios también más avances en las medidas estrictamente financieras.
“Las fragilidades creadas por las entidades no bancarias que utilizan más apalancamiento y desajustes de vencimientos subrayan la necesidad de un compromiso más activo en materia de regulación y supervisión”, avisa Adrian. Esto incluye la aplicación de las normas acordadas por el Consejo de Estabilidad Financiera, el refuerzo de los marcos de política macroprudencial para contener la asunción de riesgos excesivos y la recopilación adicional de datos para mejorar la transparencia tanto para los participantes en el mercado como para las autoridades.
EL FMI reclama también una vigilancia continua para controlar las vulnerabilidades de las empresas y, en particular, del sector inmobiliario comercial (CRE) y estar preparados para complicaciones geopolíticas. Según el Fondo, el desajuste entre los precios y las variables fundamentales apunta a nuevas correcciones en el mercado inmobiliario comercial, especialmente en el sector de oficinas. Podría retirarse la financiación, lo que presionaría a la baja los precios y pondría bajo presión a más instituciones financieras en un bucle de retroalimentación adversa, sostiene. Tanto los bancos con grandes concentraciones en el sector inmobiliario como los inversores no bancarios, como los fondos de inversión inmobiliaria, pueden sufrir tensiones.
El FMI sostiene que, para garantizar la resistencia del sistema bancario y fundamentar las exigencias de capital, las autoridades deberían llevar a cabo pruebas de resistencia o test de estrés que incluyan escenarios de restricciones comerciales, acontecimientos geopolíticos y caídas significativas de los precios de los activos inmobiliarios comerciales. Además, dado el papel cada vez más importante del crédito privado en los mercados financieros, el Fondo considera imperativo reforzar los requisitos de información para mejorar la supervisión y la gestión de los riesgos.
“Ahora es el momento de que los responsables políticos vigilen de cerca la segunda pantalla: aunque lograr un aterrizaje suave de la economía sigue siendo fundamental, debemos intensificar las medidas proactivas para prevenir futuras fragilidades”, concluye Adrian.
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