Electricidad y servicios: los grandes obstáculos para poner fin a la crisis inflacionaria
El IPC se modera hasta el 2,2% en agosto, pero los economistas advierten de que la reducción en seis décimas responde a eventos coyunturales
La inflación se ha enfriado en cuestión de meses; entre julio y agosto, el Índice de Precios al Consumo (IPC) se ha moderado más de un punto porcentual, hasta rozar el anhelado objetivo del 2% impuesto por el Banco Central Europeo. Este avance ha superado las expectativas de los economistas, lo que plantea la pregunta de si se puede considerar superada la crisis inflacionaria que afectó al país en 2022. Mientras el Ministerio de Economía garantiza que esta cifra refleja la eficiencia de las políticas económicas del Gobierno, los analistas examinan de cerca el origen de la reciente desaceleración. Los detalles sugieren que, aunque la tasa se seguirá moderando de aquí a cierre de año, la caída de seis décimas de agosto hasta el 2,2% ha sido coyuntural. De hecho, es posible que entre septiembre y diciembre se registren subidas puntuales a causa del repunte de precios en la electricidad y los servicios, que son los dos grandes obstáculos a superar si se quiere cumplir con el compromiso adquirido con Bruselas.
Manuel Hidalgo, economista y profesor de la Universidad Pablo de Olavide, precisa que el dato de agosto ha estado condicionado por el combustible, por lo que la bajada de seis décimas ha sido un hecho puntual que posiblemente no se repita. “A primeros de mes tuvimos una tormenta financiera: Estados Unidos registró unos datos de empleo muy malos y el petróleo bajó mucho. Y aunque después ha rebotado, quedó por debajo de lo esperado. Se trata, en suma, de un acontecimiento excepcional que no descarta variaciones significativas a medio plazo”, recalca. Por contra, hay una serie de factores que dificultan la moderación de los precios.
Por un lado, el aumento de las temperaturas ha alterado el panorama de los mercados eléctricos en Europa. Durante los primeros seis meses del año, España y Portugal se beneficiaron de precios de electricidad notablemente más bajos que el resto del continente. Pero el verano ha traído consigo un incremento en los costes. En julio, el precio de la electricidad en el mercado mayorista —el llamado pool— de ambos países rondó los 70 euros por megavatio hora (MWh). Es una cifra mayor que la registrada en Francia, Bélgica, Países Bajos o Alemania, donde se situó entre los 47 euros por MWh y los 68 euros. En agosto, la tónica ha sido la misma a causa de una serie de factores que incluyen un mayor uso del aire acondicionado en los hogares, la llegada de millones de turistas que disparan el consumo eléctrico, y variaciones en la oferta de la energía renovable. El Instituto Complutense de Análisis Económico (ICAE) calcula que la luz ha sido un 10,5% más cara en este agosto que en el mismo mes de 2023. Y aunque es posible que los precios bajen en otoño, la tendencia se revertirá con la llegada del invierno y la caída de las temperaturas.
En la ecuación hay que incluir la rebaja en el IVA de la luz del 21% habitual al 10%, siempre que el precio medio de la electricidad supere los 45 euros por megavatio hora (MWh) en el mes anterior. Gracias a esta medida se da la paradoja de que, aunque la factura es mayor, a día de hoy el efecto es positivo, según explica Ángel Talavera, analista de Oxford Economics. No obstante, la rebaja fiscal finaliza en diciembre, por lo que es previsible un repunte de precios. “Para la mayoría de la gente, la bajada de la inflación no les supone mucho alivio porque los precios siguen permanentemente más altos, de ahí gran parte del descontento generalizado”, detalla el economista.
El mercado eléctrico no es el único reto a batir en materia energética. El gas ha visto aumentada su cotización a causa de la mayor demanda por el aumento en el uso de las centrales de ciclo combinado, que son aquellas en las que se quema este combustible para obtener electricidad. También el temor a que se interrumpa parte del flujo ruso hacia Europa como consecuencia de la incursión ucraniana en Kursk ha provocado que el gas natural se dispare más de un 70% desde sus mínimos registrados en febrero, aunque aún por debajo de los 50 euros a los que se encontraba por estas fechas el año pasado. Estas turbulencias recuerdan que la geopolítica conlleva un riesgo inflacionario difícil de controlar.
Los servicios, en concreto los precios en turismo y hostelería, son la otra barrera a vencer. “La evidencia muestra una resiliencia de los precios en el sector, como consecuencia de la fuerte demanda vacacional de nacionales y extranjeros, y otros ámbitos en los que hay una falta de competencia”, precisa Raymond Torres, director de Coyuntura Económica en Funcas. Este factor, insiste, es el gran obstáculo para que se dé por finalizado el ciclo inflacionario. En efecto, desde que la crisis de precios golpeó a la economía nacional, la industria turística ha disparado las tarifas. Según el INE, en lo que va de año los paquetes turísticos nacionales se han revalorizado casi un 40%, los hoteles y hostales un 26%, los cruceros un 7%, y los vuelos nacionales e internacionales un 24% y un 8%, respectivamente.
Más allá de este terreno, Torres apunta como positivo la evolución en el precio de los alimentos. Se trata, según el analista, de una fuente de desinflación largamente esperada que finalmente parece haber llegado. “No es solo que estén subiendo a un menor ritmo, sino que han empezado a abaratarse”, detalla. Hidalgo también está seguro de que la dinámica seguirá siendo la disminución del IPC y descarta tensiones excesivas, como “algunos afirmaban que podía suceder a raíz de la subida de salarios”.
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