El BCE no mueve ficha y mantiene los tipos de interés intactos en el 4,25%: “Las presiones inflacionistas siguen siendo intensas”
Los mercados esperan que el próximo recorte del precio del dinero se produzca en septiembre, pero Fráncfort deja todo abierto y dice que su decisión dependerá de la evolución de los datos
El Banco Central Europeo opta por esperar y ver antes de seguir retirando las vendas que cubren la piel de la economía comunitaria, herida por una crisis inflacionista que dura ya tres largos años. La institución que preside Christine Lagarde ha cumplido con el guion previsto y ha dejado este jueves por unanimidad los tipos de interés intactos en el 4,25%, una tasa históricamente elevada que penaliza a empresas y particulares endeudados a tipo variable y restringe la financiación con el objetivo de mantener a raya las subidas de precios. En el comunicado remitido hoy, la entidad apunta que sus decisiones sobre tipos “se basarán en su valoración de las perspectivas de inflación teniendo en cuenta los nuevos datos económicos y financieros, la dinámica de la inflación subyacente y la intensidad de la transmisión de la política monetaria”.
¿Qué ocurrirá a partir de ahora? El banco eludió dar pistas. “El Consejo de Gobierno no se ha comprometido de antemano con ninguna senda concreta de tipos”. Y advirtió: “Las presiones inflacionistas internas siguen siendo intensas, la inflación de los servicios es elevada y es probable que la inflación general continúe por encima del objetivo [del 2%] hasta bien avanzado el próximo año”.
Además del tipo de interés principal, utilizado para las operaciones de préstamo a los bancos, la autoridad monetaria ha mantenido el tipo de depósito (el interés que paga a los bancos que dejan su dinero en el BCE), en el 3,75% y el tipo marginal de crédito en el 4,5%. Tras el anuncio, la cotización del euro frente al dólar se mantuvo plana.
La pausa lanza un mensaje: si el ascenso fulgurante de los tipos de interés se construyó con diez subidas consecutivas del precio del dinero, el descenso no seguirá esa misma dinámica vertical. La buena marcha del mercado laboral —la tasa de paro, del 6,4% es la más baja desde que existe el euro— y el limitado riesgo de recesión —Fráncfort, eso sí, percibe una desaceleración en el segundo trimestre, con los servicios resistiendo pero la industria y las exportaciones a la baja— otorgan algo de margen para hacer un alto en el camino.
La reducción de junio, de 25 puntos básicos (del 4,5% al 4,25%), fue un primer respiro, de cierta audacia si se tiene en cuenta que la decisión se tomó sin que la Reserva Federal moviera ficha —todo indica que recortará tipos en septiembre, tras cuatro años y medio sin hacerlo—. Fue también un modo de acallar las voces que le acusan de seguidismo con sus homólogos estadounidenses. El posible efecto colateral de ese paso adelante en solitario, en forma de un eventual debilitamiento del euro que encareciera las importaciones, generando a su vez más inflación, no se ha producido por ahora.
Lagarde, que en su adolescencia en Le Havre fue parte de un destacado equipo francés de natación sincronizada, no ha tenido reparos en romper la coreografía monetaria con su colega americano Jerome Powell, pero la sintonía probablemente regrese pronto: el mercado concede altas probabilidades a que el BCE baje tipos de nuevo en su reunión del 12 de septiembre. La presidenta del BCE, sin embargo, no dio nada por seguro, e insistió durante su discurso en que todo está “muy abierto”, y analizarán con cuidado cada nuevo dato que aparezca en las semanas previas a la próxima reunión. “Está claro que entre ahora y septiembre recibiremos mucha información. PIB, inflación, salarios... Me temo que será un verano muy movido”.
Hasta final de año restan tres encuentros del Consejo de Gobierno, y se esperan recortes en dos de ellos, el mencionado de septiembre y el de diciembre —en octubre habría una nueva pausa—. Así lo cree la mayoría de economistas consultados por Reuters, y así lo han expresado recientemente, entre otros, los gobernadores del Banco de Finlandia, Oli Rehn, y el de Lituania, Gediminas Simkus, aunque no existe unanimidad entre halcones y palomas en Fráncfort, y el BCE ha insistido este jueves en que no le temblará el pulso en ser contundente en la batalla contra la inflación. “El Consejo de Gobierno tiene la determinación de asegurar que la inflación vuelva a situarse pronto en su objetivo del 2% a medio plazo, y mantendrá los tipos de interés oficiales en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario para lograr ese objetivo”.
La inflación de la zona euro cayó en junio una décima hasta el 2,5%, solo cinco décimas por encima de su umbral objetivo, pero en un momento en que la inflación del sector servicios crece por encima del 4% y los salarios aumentan a un ritmo elevado cercano al 5% —Lagarde lo achacó a una recuperación del poder adquisitivo perdido por los trabajadores en los dos últimos años, y espera que se moderen en 2025 y 2026, aunque tranquilizó diciendo que los beneficios de las empresas están absorbiendo por ahora esos incrementos—, desde el banco se ha trasladado la idea de que no se comprometerán con una senda clara de bajada de tipos, y en su lugar tomará sus decisiones reunión a reunión a partir de los datos disponibles.
Lagarde incluso introdujo un nuevo concepto, el WPP, (siglas en inglés de salarios, beneficios y productividad) que está ganando peso en los debates del BCE sobre qué hacer con los tipos. Sobre la productividad, detecta ligeros progresos, “pero no lo que nos gustaría ver”, y las esperanzas reposan en que la mejora del consumo y la demanda propulsen la recuperación y hagan que aumente.
La sombra de Trump
En el ámbito geopolítico, preocupan las tensiones en Ucrania y Oriente Medio, y el foco electoral se está trasladando desde Francia, donde la extrema derecha resultó finalmente derrotada en las legislativas, a Estados Unidos, donde el mercado empieza a anticipar una victoria de Donald Trump, con sus consiguientes efectos para el comercio global en forma de aranceles más elevados. Para Lagarde, la sintonía comercial “es particularmente importante porque las exportaciones son uno de los motores de la recuperación. [...] Seguiremos de cerca lo que ocurra en EE UU”.
Tras el final del mandato del gobernador Pablo Hernández de Cos, España estuvo representada en la reunión por Margarita Delgado, que como explicó el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, fue parte de la decisión unánime de pausar las bajadas de tipos. Preguntado al respecto, Guindos recordó que nombrar al nuevo gobernador es una prerrogativa del Gobierno español, y que ya han dejado claro que habrá sustituto antes de la próxima reunión.
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