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La inflación repunta tres décimas en mayo hasta el 3,6% y encadena tres meses seguidos al alza

La electricidad y los servicios turísticos tiran de los precios en el mes. La tasa subyacente sube una décima, hasta el 3%, según los datos adelantados del INE

Puesto de frutas y verduras en un mercado de abastos.
Puesto de frutas y verduras en un mercado de abastos.María José López (Europa Press)
Laura Delle Femmine

La inflación ha vuelto a crecer en mayo por tercer mes seguido, arrastrada por el encarecimiento de la electricidad y los servicios turísticos. El incremento del índice general ha sido del 3,6% en tasa interanual —es decir, comparado con el mismo mes del año anterior—, tres décimas más con respecto al mes anterior y la mayor subida desde abril de 2023. También ha repuntado ligeramente la inflación subyacente, por primera vez en un año. Este indicador, que no incluye los artículos más volátiles como son los alimentos frescos y los productos energéticos, y por eso es un termómetro más fiable de la evolución de los precios, se mantuvo, sin embargo, por debajo de la tasa general: se situó en el 3%, de acuerdo con los datos adelantados publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pese al incremento, la evolución de los precios está a años luz de los picos alcanzados hace un par de años, cuando el azote de la crisis energética provocó una tormenta inédita en Europa y con ella el despliegue de una amplía batería de medidas públicas para contener los daños. “No hay un cambio de tendencia, una aceleración”, afirma Raymond Torres, director de Coyuntura Económica del centro de análisis Funcas, que había estimado para este mayo un alza superior, de hasta el 3,7%. “Los efectos base explican fundamentalmente el repunte de la inflación [la inflación se expresa en términos interanuales, es decir, que se compara con la tasa de hace un año]”.

El Ministerio de Economía también ha valorado la evolución “estable” de la inflación en los últimos meses, en línea con las previsiones de los analistas —estiman alguna subida más y una moderación en la segunda mitad del año—, y ha alegado que la subida del Índice de Precios al Consumo (IPC) se explica “principalmente por el efecto base, debido a la subida de los precios de la electricidad frente a las bajadas de mayo de 2023 y la menor bajada de los precios de los carburantes”.

En el resultado de mayo, detalla Torres, han impactado la retirada las ayudas antiinflación —en particular, las rebajas fiscales a la electricidad— y el repunte del petróleo, que “poco a poco se ha trasladado” al precio de los carburantes. “La segunda gran razón tiene que ver con la inflación subyacente, que se resiste a bajar, con un sector de servicios pujante y una demanda que está presionando”.

La tasa subyacente, de hecho, se ha visto afectada por el aumento de los precios de los servicios relacionados con el turismo, como paquetes de viaje, transporte aéreo o servicios de alojamiento. En abril, su crecimiento interanual se había situado por debajo del 3% (2,9%) por primera vez desde enero de 2022, antes de que Rusia invadiera Ucrania y desatara la mayor crisis energética en décadas dentro de las fronteras europeas. Este índice alcanzó un máximo del 7,6% en febrero de 2023 y a partir de ahí empezó a aflojar. Desde el pasado julio su moderación ha sido constante mes tras mes, una racha que se ha roto este mes de mayo.

El IPC general ha seguido una evolución parecida, pero con un mayor número de altibajos. Después de amainar a inicios de año, arrastrado por la caída del precio de la electricidad, volvió a repuntar ligeramente tanto en marzo como en abril, aunque manteniéndose en tasas moderadas —comparado con los picos registrados tras el inicio del conflicto en Ucrania— del 3,2% y 3,3%, respectivamente. Al igual que para los descensos, también detrás de estos repuntes se encuentra la energía, principalmente a causa de la retirada de parte de las ayudas anticrisis.

En marzo y abril se agotaron las rebajas fiscales a los suministros energéticos puestas en marcha para mitigar el impacto de la crisis: la electricidad antes, y el gas después, volvieron a ser grabados al tipo general de IVA del 21% que se les aplicaba antes del shock energético, una subida que podría además haberse contagiado a los costes de producción de ciertos alimentos. De hecho, comestibles y bebidas no alcohólicas se encarecieron un 4,7% en abril —para el mes de mayo aún no está disponible el desglose—.

La racha alcista de los carburantes también ha estado presionando al alza el IPC desde principios de año y ha contribuido a los incrementos de los últimos meses. Su encarecimiento se explica, por un lado, por los sucesivos recortes de oferta de los países productores de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo); por otro, ha pasado factura la tensión creciente entre Israel e Irán. Y todo ello pese a que los precios de los carburantes han empezado a relajarse en mayo. La gasolina se apuntó su primer descenso después de 15 semanas seguidas al alza, una tendencia que se ha mantenido, pero que ha perdido de intensidad. De acuerdo con los últimos datos del boletín petrolero de la Unión Europea, la gasolina 95 rondaba los 1,65 euros el litro hace una semana en España —en verano de 2022 superó la barrera de los dos euros—. El diésel, también en trayectoria descendiente, estaba cerca de los 1,49 euros por litro.

“No se puede hablar de un retorno de la inflación o una aceleración. Sencillamente, estamos hablando de una asimetría en la evolución de los precios, que es algo que se conoce en todos los episodios inflacionistas, pues el IPC repunta rápidamente cuando se encarecen los costes de producción y cuando estos descienden el movimiento es más lento”, matiza Torres. “Estamos hablando, de todas formas, de una inflación que de manera tendencial se sitúa en torno al 3%”.

El próximo reto será la eliminación de la rebaja del IVA aplicada a los alimentos desde ya hace más de un año, una categoría que se ha convertido en un gran rompecabezas para los gestores públicos por su fuerte encarecimiento en los últimos meses. En sus paquetes de ayudas anticrisis, el Gobierno decidió rebajar la fiscalidad de los productos básicos como pan, huevos o frutas y hortalizas del 4% al 0%, y del 10% al 5% en el caso de aceite y pastas. La medida, salvo sorpresas de última hora, finalizará en junio y habrá que ver si tendrá impacto —más bien, en qué medida— sobre los precios.

Los analistas prevén que el IPC aún no alcance este año el objetivo que marca el Banco Central Europeo del 2%, pero sí que vaya moderándose y cierre el ejercicio en niveles inferiores a los de 2023 (tasa media del 3,5%). El consenso del panel de Funcas, que reúne las estimaciones de distintas casas de análisis, sitúa en el 3,1% la media anual del IPC para este 2024. La inflación subyacente también se situará en el 3,1%. Siempre y cuando no haya algún inesperado sobresalto.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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