Dos años de reforma laboral: 3,4 millones de empleados fijos más pero algunas dudas sobre su calidad
La temporalidad se ha recortado drásticamente pero el fuerte aumento de los fijos discontinuos y los despidos en el periodo de prueba suponen algunas sombras en la nueva legislación
La reforma laboral acaba de cumplir dos años, ya que aunque entró en vigor en enero de 2022, los cambios en las modalidades de contratación no empezaron a aplicarse plenamente hasta abril de ese año. Las cifras de afiliación y paro registrado conocidas este lunes, así como los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año publicadas la pasada semana, sugieren que dicha reforma ha sido positiva para el mercado laboral español, según reconocen la mayoría de los expertos. El crecimiento de la ocupación se ha mantenido a buen ritmo, tras haber recuperado todo el empleo perdido en la pandemia, y la calidad de los nuevos puestos, al menos en el sector privado, es mejor tras experimentar un notable recorte de la temporalidad (la tasa de empleados temporales ha bajado del 26% al 15,7% en este tiempo; y en las empresas privadas al 12,3%). Esto no quita para que haya algunas dudas sobre si haber reducido el peso de los contratos eventuales es sinónimo de haber disminuido en los mismos términos la precariedad.
La Seguridad Social tiene hoy dos millones más de afiliados que en 2021 (el último ejercicio previo a la reforma laboral) y un millón más si la comparativa se hace estrictamente desde abril de 2022 a abril de 2024. En este último mes el sistema ha alcanzado el récord histórico de 21,1 millones de personas cotizando al sistema. Pero más que en la cantidad, la reforma laboral se ha dejado sentir en el tipo de empleo que se ha generado en estos dos ejercicios. En términos globales, ahora hay 3,4 millones de afiliados más con contrato indefinido que antes de la reforma laboral (2,5 millones más si se compara abril de 2024 con el mismo mes de dos años antes) y el número de temporales se ha recortado a la mitad, pasando de 4,2 millones en diciembre de 2021 a dos millones actualmente (este recorte también es ligeramente inferior, de 1,5 millones de empleados eventuales menos, si la comparativa es entre los meses de abril de 2022 y 2024). En cualquiera de estas contabilidades, la mejora de la estabilidad de la nueva ocupación es significativa.
Otra cosa es ver cómo se han repartido estos nuevos empleos fijos en los últimos 25 meses. La mayoría (casi 1,5 millones) han sido nuevos cotizantes con un contrato indefinido a tiempo completo, si bien dentro de los fijos estos han sido los que menos han crecido, un 18%. Más de medio millón son los nuevos afiliados con contrato indefinido pero a tiempo parcial, que han aumentado un 26% entre abril de 2022 y abril de 2024. Mientras que la modalidad de fijos discontinuos, que es la más polémica de todos los indefinidos, es la que más ha crecido: un 56% en los últimos dos años y un 162% si la comparación se hace con diciembre de 2021, justo antes de entrar en vigor la reforma.
Este drástico recorte de la temporalidad obedece a que la reforma laboral estableció el contrato indefinido como el habitual y dentro de esta modalidad amplió el campo de aplicación de los fijos discontinuos (ahora se pueden hacer en cuatro situaciones que antes se solían cubrir con temporales). Al tiempo, limitó al máximo las posibilidades de hacer contratos temporales, eliminando el contrato de obra y servicio y creando un nuevo contrato fijo para la construcción, con una indemnización por despido propia si la empresa no puede recolocar al trabajador.
De todas estas nuevas situaciones ha sido el importante crecimiento de la mencionada modalidad de los fijos discontinuos, que son empleados indefinidos con los mismos derechos que el resto (ordinarios a jornada completa y a jornada parcial) pero cuya actividad es intermitente en el tiempo, la que ha generado más dudas sobre la calidad del nuevo empleo indefinido. Desde el principio de la entrada en vigor de la reforma, se puso de manifiesto la dificultad para contabilizar a los empleados con estos contratos, ya que la Seguridad Social solo los registra si están en periodo de actividad y no cuando no son llamados. Y, por su parte, las oficinas de empleo del SEPE no los contabilizan como parados cuando están inactivos, lo que ha llevado a la oposición a realizar constantes acusaciones al Gobierno de maquillaje estadístico.
De hecho, aunque desde el Ejecutivo se recuerda constantemente que el peso de los fijos discontinuos (activos) sobre el total de los trabajadores es muy reducido (el 6% de todos los cotizantes del Régimen General de asalariados), los propios microdatos de la Muestra Continua de Vidas Laborales que usa como fuente la afiliación a la Seguridad Social indican que a finales de 2022 hubo al menos el doble de relaciones laborales fijas discontinuas en algún momento del año. Y al final de ese mismo ejercicio había 1,4 millones de fijos discontinuos y uno de cada cuatro estaba pluriempleado, según las cifras de un estudio realizado por el investigador de Fedea, Florentino Felgueroso.
Asimismo, los académicos que estudian el mercado laboral reclaman mayores datos sobre la duración de los nuevos contratos indefinidos para determinar si realmente se están utilizando bien o, por el contrario, se utilizan como temporales simplemente con un despido algo más caro. O, en ocasiones, ni siquiera eso cuando el despido se produce en el periodo de prueba. De hecho, el Gobierno ha advertido recientemente de que la Inspección de Trabajo perseguirá especialmente este abuso en los periodos tras haber detectado un aumento de esta práctica desde la reforma laboral.
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