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El jefe de Irena: “El sistema marginalista no es el apropiado para fijar el precio de las renovables”

Francesco La Camera, director general de la Agencia Internacional de las Energías Renovables, reclama un papel más decidido de los Gobiernos para acelerar la transición energética: “Tienen que jugar un papel crucial”

El director general de Irena, Francesco la Camera, el 4 de abril en Madrid.
El director general de Irena, Francesco la Camera, el 4 de abril en Madrid.Pablo Monge
Ignacio Fariza

El momento no podría ser más propicio, en pleno debate sobre el futuro de las fuentes verdes y de las baterías tras el reciente desplome del precio de la electricidad en varios mercados europeos. El director general de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), Francesco La Camera (70 años) recibe a EL PAÍS en Madrid, tras una conferencia organizada por la escuela de negocios IESE y la Fundación Naturgy.

El académico y diplomático italiano cree que el sistema marginalista —tan discutido durante la crisis energética, en el que el precio de todo el mercado lo fija la tecnología más cara en cada momento— no es el adecuado: “Los contratos a largo plazo son los que pueden asegurar la estabilidad”. Y llama a los Gobiernos a tener un papel “más decidido” para acelerar el ritmo de la transición energética.

Pregunta. Su advertencia es clara: “estamos muy cerca de incumplir el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados”.

Respuesta. Hace unos años decíamos cómo las ventanas de cumplimiento de ese objetivo se iban cerrando y ahora lo que vemos es que, salvo que se produzca una gran disrupción, no será posible. El potencial está ahí: el año pasado el 87% de la nueva capacidad instalada [de generación de electricidad] fue renovable y solo el 13%, petróleo y gas. En todo caso, es menos de la mitad de lo que necesitaríamos. El riesgo está ahí y el desafío es enorme: todavía es factible, aunque cada vez más difícil.

P. Suena a última llamada.

R. Así es.

P. El nuevo mantra es triplicar la potencia renovable instalada a escala mundial. ¿Es factible?

R. China está doblando, y Europa y Estados Unidos siguen creciendo, aunque no a esa velocidad. Es un crecimiento muy desigual: África sigue representando una proporción muy pequeña del desarrollo [de las energías verdes], y eso es inaceptable desde un punto de vista moral. No es justo. Y estamos hablando de un continente en el que, junto con el sudeste asiático, más crecerá el consumo en los próximos estos años. Si no interceptamos esta demanda, será absolutamente imposible cumplir el Acuerdo de París. El cambio se tiene que dar más rápido.

P. La clave está, entonces, en el mundo emergente.

R. Sí. El primer problema es de infraestructuras: si no las tienen, no se puede crear el mercado necesario para las renovables. El segundo es financiero: hace falta una enorme cantidad de dinero, pero estamos convencidos de que, si hay un plan claro y una implicación clara de las instituciones financieras internacionales, el dinero llegará. Hay alrededor de 50 billones de dólares en activos [financieros] alrededor del mundo; solo haría falta que una parte pequeña fuera a este ámbito.

P. Las subidas de los tipos de interés reman en contra.

R. Es como el perro que se muerde la cola: si el coste de la financiación es tan alto, especialmente en los países en desarrollo, es porque no hay un mercado de compraventa de electricidad. Lo que creemos es apostar por las infraestructuras es la mejor forma de promover el desarrollo de ese mercado.

La Camera, en los jardines de la escuela de negocios IESE.
La Camera, en los jardines de la escuela de negocios IESE.Pablo Monge

P. En las últimas semanas, el precio de la electricidad se ha desplomado en España y en otros países europeos, con muchas horas a cero e incluso con valores negativos. ¿Le preocupa esta situación?

R. Es un motivo de preocupación: para que la gente invierta, tiene que tener un retorno. Se ha hecho mucho, pero aún necesitamos un diseño de mercado más favorable a las renovables. No podemos fijar el precio de la forma en la que lo hacemos ahora. Necesitamos contratos a largo plazo que den estabilidad y que reduzcan la rigidez actual.

P. ¿Hay que cambiar el sistema de fijación de precios, entonces?

R. El coste marginal no es la forma apropiada de fijar el precio de las renovables. Por eso llevamos años insistiendo en los contratos de largo plazo, que son los que pueden asegurar la estabilidad. Además, las subastas no solo deberían estar basadas en el precio, sino también en otros aspectos.

P. Las baterías están llamadas a jugar un papel determinante en el sector eléctrico del futuro. Reduciendo, también, la brecha de precios entre las horas más caras y las más baratas.

R. El almacenamiento en general, no solo las baterías. Los costes de almacenamiento están cayendo y hay mucha innovación en marcha. Pero, de nuevo, aquí tampoco debe ser el mercado el que lo fije todo: necesitamos una buena planificación. Si queremos tener un sistema equilibrado, necesitamos un plan. Que el sector privado obtenga beneficios, pero en el contexto de un plan claro. Creo que esa es la única manera de acelerar en nuestro camino.

P. ¿Cuándo veremos una irrupción generalizada de las baterías?

R. Hay movimiento. No sé si tanto como necesitaríamos, pero hay movimiento. Pero, de nuevo, el papel del Gobierno es muy muy importante. Movernos de un sistema centralizado a otro descentralizado trae consigo muchas oportunidades: más resiliencia, más seguridad... Pero, a la vez, hace falta más capacidad para gobernar la complejidad. Por eso insistimos tanto en que los Gobiernos tienen que jugar un papel crucial para acelerar la transición. No hay duda de hacia dónde vamos, de que estamos entrando en un nuevo sistema energético dominado por la electricidad y el hidrógeno renovables. El mercado también nos lleva hacia allá, pero con el interrogante de si llegaríamos a tiempo: el cambio climático nos obliga a ir mucho más rápido. Ese es el problema de fondo y por eso el papel de los Gobiernos es crucial.

P. Las redes son, desde hace años, el elefante en la habitación de la transición energética. ¿Están listas España y Europa en este ámbito?

R. Listas no están. Prefiero no hacer comentarios sobre países concretos, así que apelo a que mis palabras se usen en términos generales. Se han dado progresos en todo el continente, pero tenemos que seguir adaptando el sistema. Es algo que deberíamos haber hecho hace diez años.

P. Las interconexiones entre la península Ibérica y el resto del continente siguen siendo muy débiles.

R. Sí, espero que los desacuerdos [entre países] puedan superarse.

P. Pasada la fase más aguda de la crisis energética, la demanda eléctrica sigue débil. ¿Por qué?

R. Creo que la eficiencia energética está jugando un papel en esto. Y, naturalmente, la crisis energética aún no ha pasado: el mundo sigue ahí. Europa ha hecho un enorme esfuerzo para ser menos dependiente, pero aún queda camino por recorrer. Desde el punto de vista de la demanda, lo más importante es que se oriente hacia la electricidad verde. Electrificar allí donde sea posible y, donde no, usar hidrógeno renovable o biocombustibles. La realidad es que aún no tenemos demanda suficiente: necesitamos que aumente para que se invierta más, por ejemplo, en hidrógeno verde. Adelantarnos al calendario en cinco o diez años.

P. La oposición social a los proyectos renovables ha crecido mucho en los últimos años. ¿Le preocupa?

R. Sí. Ahora tenemos nuevas guías comunitarias. Y es importante, porque las quejas, justificadas o no, acaban llegando a los tribunales. Ahora, la Comisión Europea ha dejado claro que la justicia debe tener en cuenta los intereses nacionales. Y eso marca una diferencia: quienes se oponen, optarán más por el diálogo porque no les será tan fácil ganar en los tribunales. No podemos parar el proceso de dejar atrás la energía sucia por preocupaciones sobre el paisaje.

P. Hay quien habla de “burbuja” del hidrógeno. ¿Está de acuerdo?

R. No va a ocurrir. De nuevo, el mercado solucionará esto en algunos años, sin duda. Pero los Gobiernos los pueden resolver antes. Hacen falta políticas que aumenten la demanda de hidrógeno verde y reduzcan la de combustibles fósiles.

P. Los desarrolladores nucleares confían en que los reactores pequeños, conocidos como SMR, harán “renacer” esta fuente de energía. ¿Hay razones para ese optimismo?

R. No creo que haya nada racional que sostenga esa idea. Reducir las emisiones en un 43% de aquí a 2030 es un imperativo. No podemos hacerlo en el futuro: tenemos que hacerlo ahora. [Los SMR] no están en actividad comercial hoy: es algo que todos sabemos. Podemos hablar de “renacimiento” [nuclear] una y otra vez, pero no creo que los finlandeses estén muy contentos con que su última central nuclear haya costado el triple de lo presupuestado y con que su construcción haya durado 12 años más de lo previsto. Eso, en un país tan eficiente como Finlandia.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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