Las ayudas de Estado por la pandemia salvaron a las empresas menos productivas
El BCE advierte sobre el peligro de una baja productividad y cree que las contribuciones de transición verde se verá a largo plazo
Europa ha puesto el foco en la competitividad de su economía al constatar que sigue perdiendo comba respecto a Estados Unidos y China. Los Veintisiete esperan tener en junio la hoja de ruta que está trazando el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi. Hasta entonces, las instituciones comunitarias siguen calculando los costes –y beneficios— que están teniendo los principales shocks que ha afrontado la economía europea, desde la pandemia a la guerra de Ucrania, y los dos grandes retos que se derivan de ellos: la digitalización y la transición verde. Y a pesar del paso adelante que se dio durante la pandemia, los análisis del BCE apuntan a que “solo unas pocas empresas se han beneficiado de la digitalización”. El documento, elaborado por el BCE, también apunta a que las ayudas de Estado que se dieron en la segunda fase de la crisis sanitaria salvaron de la quiebra a empresas con baja productividad.
Fráncfort continúa analizando todos los datos que llegan en vistas al nuevo ciclo de bajadas de tipos que se avecina. El vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, aseguró este martes en una entrevista al diario griego Naftemporiki que el “proceso desinflacionario” es “muy claro”. Sin embargo, advirtió de que “el principal riesgo es la combinación de un alto crecimiento salarial, que actualmente ronda el 5%, y una productividad muy baja”. Precisamente, los servicios de estudios del Bundesbank y del BCE acaban de examinar cuál es la evolución de la productividad en el Viejo Continente. Y el banco central alemán señala que la pérdida de dinamismo empresarial podría haber tocado el crecimiento de la productividad, según Bloomberg.
El BCE pone el foco en tres grandes impactos: la pandemia, la digitalización y la transición verde. Los economistas de la institución presidida por Christine Lagarde examinan primero los efectos que tuvieron las ayudas que se concedieron durante la crisis sanitaria para concluir que, en una primera fase, estas apenas causaron distorsiones en el mercado. Esa situación cambió en la segunda fase de la pandemia, cuando las compañías con mayor productividad salieron de los esquemas de subsidios y protección de puestos de trabajo y las más rezagadas siguieron bajo el amparo del Estado. La pandemia también aceleró dos tendencias de fondo: el comercio online, que creció entre el 30% y el 40%, y el teletrabajo, al que se acogieron uno de cada cuatro trabajadores. Sin embargo, también pudo dejar otros efectos negativos, como lagunas educativas por la interrupción de las clases en centros educativos o bien secuelas entre trabajadores que sufrieron la covid-19.
El informe del BCE, no obstante, también quiere identificar el impacto de las dos grandes transiciones que se ha fijado como objetivo Bruselas: la digital y la verde. Los análisis realizados hasta ahora son bastante limitados, pero Fráncfort se vale de estudios efectuados en Francia y Austria para concluir que la inversión en tecnología digital sí aumenta los niveles de productividad. Ahora bien, por ahora todo indica que ese impacto está siendo modesto, lo cual el BCE explica en que esos informes se habrían hecho antes del despliegue de la inteligencia artificial y en la necesidad de tener trabajadores con mayores conocimientos en ciertos campos, entre otras cosas. “Los impactos de la digitalización a nivel de empresas ha sido relativamente modesto hasta la fecha. Una de las principales razones para esto que es que solo unas pocas firmas –las más cercanas a la frontera tecnológica— se han beneficiado de la digitalización”, apunta el documento.
La otra revolución debe venir de las tecnologías verdes. Recientemente, Draghi advirtió de que Europa tendrá que desembolsar “una cantidad enorme de dinero” en un periodo “relativamente corto”. Christine Lagarde puso números concretos: 800.000 millones al año desde 2031. Por ello, aunque el informe apunta que esa transición puede impulsar la productividad, advierte de que “tardará tiempo” en hacerlo. A corto y medio plazo, el ajuste de las empresas forzado por los impuestos al carbono las tensiones geopolíticas contribuirán a reducir las emisiones de dióxido de carbono, pero el BCE opina que también pueden rebajar la productividad. “Sin embargo, se espera que políticas ambientales más estrictas desencadenen una nueva ola de innovación verde y nuevas tecnologías ambientales que aumenten el crecimiento de la productividad en el largo plazo”, agrega.
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