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La inflación sube tres décimas en el arranque de año al repuntar al 3,4% en enero

La subyacente continúa desacelerando y se coloca ya en el 3,6%, casi cuatro puntos menos que hace un año

Varios turistas extranjeros en los bares del paseo marítimo de La Cahiruela, en Torremolinos (Málaga), el pasado diciembre.
Varios turistas extranjeros en los bares del paseo marítimo de La Cahiruela, en Torremolinos (Málaga), el pasado diciembre.Garcia-Santos (El Pais)
Álvaro Sánchez

La inflación comienza el año con malas noticias. Los precios repuntaron en enero tres décimas frente al mismo mes de 2023, hasta el 3,4%, según el dato adelantado este martes por el Instituto Nacional de Estadística. La cifra es peor a la esperada por los expertos, que auguran para este año una pugna entre dos fuerzas: una cesta de la compra que seguirá conteniendo la factura alimentaria de los hogares, y una evolución más incierta de la energía, que tras meses a la baja dejará de contribuir tan positivamente a la desinflación. Según el INE, la subida de la electricidad en el arranque de año está detrás del avance, dado que se abarató en enero de 2023, y esa comparación negativa, impulsada por la retirada de ayudas del Gobierno, hace que la inflación crezca, mientras que los carburantes dieron un alivio.

También se antoja clave el contexto global: por un lado, la crisis del mar Rojo y el aumento de tensiones en Oriente Próximo es inflacionista al entorpecer el comercio y encarecer el transporte, y por otro, las expectativas de un crecimiento mundial más débil y los precios negativos en China, la gran fábrica del mundo, tienden a relajar la inflación.

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha destacado la evolución de la inflación subyacente —que excluye la energía y los alimentos frescos—, que cae otras dos décimas y ya está en el 3,6%, casi cuatro puntos menos que hace un año, y prácticamente al mismo nivel que el índice general.

En tasa mensual, el inicio de año no ha sido tan positivo: los precios subieron una décima y media, un comportamiento peor al de diciembre, cuando se mantuvieron estables, y al de noviembre, cuando cayeron tres décimas. Enero recoge así la retirada de ayudas públicas por parte del Gobierno: el IVA de la electricidad ha pasado del 5% al 10%, se quitó la rebaja del Impuesto Especial sobre la Electricidad, ahora en el 2,5% frente al 0,5% de diciembre, y el Impuesto sobre el Valor de la Producción de la Energía Eléctrica (IVPEE) dejó de estar suspendido.

El regreso a la normalidad no se atisba inmediato. “El precio de los alimentos tenderá a converger con el índice general si no sucede nada raro, pero costará reducir la inflación por la energía”, sostiene José Antonio Latre, experto en gran consumo. Las frías cifras dicen que la inflación española no está lejos del objetivo del 2% marcado por el Banco Central Europeo, pero la travesía puede ser más dura de lo que parece a simple vista. “A alguien que no sea muy ducho en analizar indicadores le puede parecer poco un 1% de diferencia, pero pasar del 3% al 2% es un 33% de bajada de la inflación. Va a costar bastante esa última milla inflacionaria”, advierte.

Una milla tiene 1.609 metros. Un atleta profesional la recorre en algo menos de cuatro minutos. Pero cuando a esa distancia le ha precedido un gran esfuerzo y los músculos ya no están frescos, el tiempo se ralentiza. España, como buena parte del mundo, lleva casi tres años de lucha sin cuartel contra la inflación. Ha habido rebajas de impuestos a la energía y a los alimentos, descuentos para el combustible o cheques de 200 euros para hogares de bajos ingresos. Ahora, la meta se ve en el horizonte, pero los paquetes de ayudas extraordinarias tienden a ir desapareciendo gradualmente, el margen de actuación ya no es el mismo, y como no se cansa de repetir el Banco Central Europeo, la última milla es siempre la más difícil.

La tasa de inflación es 2,5 puntos inferior a la de enero de 2023, cuando estaba en el 5,9%, pero no hay que confundir el proceso de desinflación con un regreso a los precios de antes de la crisis. Esos niveles no parece que vayan a regresar, ni siquiera sería deseable, porque implicaría una deflación que sería síntoma de una fuerte recesión económica, como explica Latre. “Para que los precios bajen tiene que haber tasas negativas de inflación. En el precio de los alimentos, si miras la acumulada, en tres años han subido un 30%, que es bastante pérdida de poder adquisitivo. Cuando me preguntan si los precios van a volver a donde estaban, respondo que no. No van a bajar porque los costes que han impulsado los precios no son coyunturales, son estructurales, salvo casos puntuales como el aceite de oliva, donde la sequía ha sido clave”.

Entre los factores que cree que han encarecido el coste de la vida cita la subida del salario mínimo —que eleva los precios si la empresa quiere mantener márgenes—, los mayores costes medioambientales por medidas como el impuesto al plástico, o unos precios de la energía que no han retrocedido todo lo deseable.

Francisco Quintana, director de estrategia de inversión del banco neerlandés ING en España, espera una moderación de los precios “a trompicones”. La entidad estima una inflación media para 2024 del 3%, lo que significa que apenas habría cambios en la suma de los 12 meses, aunque sí puede haberlos en el corto plazo. “Probablemente, veremos un movimiento errático, subiendo y bajando, con un repunte cuando el Gobierno retire ayudas y subsidios, aunque la tendencia de fondo será ligeramente a la baja”, predice.

Quintana detecta preocupación en sus colegas de ING en Fráncfort por el rumbo que están tomando las negociaciones salariales y los convenios colectivos. “En España no parece ser un problema porque la subida de sueldos está por debajo del 4%, pero en Alemania la foto es mucho menos placentera. Y la imagen alemana, con una inflación del 4%, una subida salarial del 8% y crecimiento cero influye mucho más que la española en la adopción de la política monetaria”, señala.

La cuestión de la subida de sueldos está creando controversia en Alemania. Hace unos días, el principal sindicato del sector de la construcción alemán reclamó un aumento del 21% en la nómina de 930.000 trabajadores, alegando que el precio de los alquileres, la comida o la energía se ha encarecido mucho en los últimos dos años. De generalizarse incrementos tan elevados, no es descartable más inflación, y, por tanto, un retraso de las bajadas de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, tan ansiadas por los hipotecados a tipo variable, que dependen de la evolución del euríbor para reducir sus cuotas.

Quintana cree que Fráncfort será muy prudente en la bajada de tipos. “El BCE no tiene miedo a decepcionar a los mercados, le preocupa más su credibilidad. Les costó muchos meses que el mercado les tomara en serio porque fueron los últimos en subir tipos. Y no están dispuestos a sacrificar ese arma que tanto les ha costado conseguir”. En su última reunión, Lagarde y su equipo dejaron intactos los tipos en el 4,5%, pero pese al ruido geopolítico en Oriente Próximo, su escenario central es el de una caída gradual de la inflación este año antes de acercarse por fin a la meta en 2025.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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