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Danone se aleja de su cuna

La centenaria compañía, fundada en el barrio barcelonés del Raval, cierra su fábrica catalana pero mantiene en la comunidad autónoma las oficinas, una planta de agua y un centro de investigación

Josep Catà Figuls
La fábrica de Danone en Parets del Vallès, el pasado 17 de enero.
La fábrica de Danone en Parets del Vallès, el pasado 17 de enero.Gianluca Battista

La historia empresarial y fabril de las ciudades a menudo pasa completamente desapercibida pese a haber tenido lugar en pleno centro. Y la calle dels Àngels de Barcelona, en el barrio del Raval, es una de esas calles que tiene tanto movimiento que no hay tiempo para pensar en tiempos pasados: está salpicada de terrazas de bares, grupos de niños la pisan cada día para ir al colegio Milà i Fontanals, y hordas de modernos y ravaleros la recorren para ir de los jardines de la Biblioteca de Catalunya a la plaza del Macba. Algunos puede que piensen en abrir la nevera al llegar a casa y en comerse un yogur, pero no podrán saber que el primero de la marca Danone que se produjo en el mundo vio la luz en el número 16 de esta calle. En 1994, el entonces alcalde Pasqual Maragall inauguró una placa que rendía homenaje a la primera fábrica de la que se acabó convirtiendo en una de las principales multinacionales del sector. Pero la placa ya no está, ha desaparecido.

La semana pasada, el grupo Danone anunció su intención de cerrar una de las cuatro fábricas que tiene en España, más concretamente la que está más cerca de su origen, la situada en la localidad vallesana de Parets del Vallès (Barcelona). El cierre, “irreversible” según lo que los sindicatos explican que les dijo la empresa, llega solo un año y medio después de que Danone anunciase una inversión en estas instalaciones de 22,7 millones, y asegurase que el futuro de la planta estaba garantizado porque se había convertido en la única fábrica híbrida del mundo, que combinaba la producción de lácteos (las marcas Oikos y Vitalinea) y la de alternativas vegetales (la marca Alpro). Ahora, la empresa argumenta que pese a los esfuerzos y las inversiones, la planta no ha logrado ser rentable porque pese a que el consumo de alternativas vegetales ha crecido, ello no ha compensado la caída del consumo de lácteos, que eran los productos con más peso en la central de Parets del Vallès.

Fuentes de la compañía explican que pese a cerrar la fábrica, no habrá desvinculación con el territorio. “El compromiso con Cataluña es al 100%, y la presencia continúa: tenemos una parte de las oficinas centrales de Danone España, tenemos la planta de agua de Sant Hilari Sacalm [donde se embotella el agua de la marca Font Vella, perteneciente al grupo francés] y tenemos el centro Carasso de investigación y desarrollo, dedicado a la investigación en fermentos”, detallan. Las mismas fuentes insisten en que Danone “no se va”, sino que se trata de un proceso de racionalización: “Lo importante es ganar eficiencia industrial, ganar competitividad en estas marcas para seguir liderando la categoría. El anuncio del cierre viene después de un profundo análisis extenso. Se han hecho todos los esfuerzos para intentar dar solución a esta planta, pero pese a todo, no ha compensado la caída de volúmenes”, explican. Los beneficios de Danone España fueron en 2022 de 10,8 millones, un 37% menos que el año anterior.

El origen barcelonés de Danone fue casi fortuito, como explica el libro El olivo que no ardió en Salónica, de Manuel Mira. El sefardí Isaac Carasso, nacido en Salónica cuando esta ciudad griega pertenecía al Imperio Otomano, recaló en Barcelona en 1916 huyendo de la guerra y tras un breve paso por Suiza. Se instaló en una casa del número 16 de la calle dels Àngels. Con la receta de una leche agria, el jaur, que había aprendido de los campesinos búlgaros y que había perfeccionado gracias a las investigaciones científicas, tres años después creó allí mismo el primer yogur, al que llamó Danone, el mismo nombre cariñoso con el que llamaba a su hijo Daniel. Al principio vendían los yogures en farmacias, porque creían que tenían propiedades curativas.

A finales de los años 20, Daniel se trasladó a París, donde fundó con respaldo financiero de su padre la que acabaría siendo la matriz de la multinacional del yogur. Daniel, con una visión más comercial y audaz, entendió que el producto no tenía por qué estar destinado solo a las farmacias. Le quitó un punto de acidez y lo endulzó un poco, y pronto los yogures triunfaron como alimento. La segunda guerra mundial obligó a la segunda generación de los Carasso —el patriarca murió en 1939— a huir a Estados Unidos, y en la segunda mitad del siglo pasado la marca se expandió internacionalmente. La filial Danone España contaba con varios accionistas catalanes además de los Carasso: también estaban las familias Portabella, Botton y Fuster. En 2016, la matriz francesa logró hacerse con la práctica totalidad de su filial española, después de comprar un paquete importante de acciones a los minoritarios catalanes, entre ellos la nieta del patriarca, Marina Carasso, que se vendió lo que le quedaba de la empresa familiar.

Imagen de la primera fábrica de Danone en el barrio del Raval de Barcelona, con Isaac Carasso en el centro con las manos cruzadas.
Imagen de la primera fábrica de Danone en el barrio del Raval de Barcelona, con Isaac Carasso en el centro con las manos cruzadas.

Cierre inesperado

El cierre de la fábrica de Parets del Vallès sorprendió mucho a los sindicatos, que creen que es un nuevo movimiento de la empresa para concentrar la producción donde les salga más rentable, sin tener en cuenta las raíces históricas de la fábrica catalana. “Siempre ha habido una fábrica en Cataluña, primero la del Raval, luego la de la calle Córcega [donde se encuentra ahora el centro de investigación] y cuando esta se quedó pequeña, la de Parets. Esta planta arrancó en 1982, se ha remodelado varias veces, es una institución y recibimos visitas de escuelas, políticos… al lado hay una masía centenaria con un museo donde están los primeros coches de reparto de Danone. Es un legado histórico y cultural que no han tomado en cuenta, y estoy convencido de que con Portabella y los demás accionistas esta fábrica era intocable”, explica Lucas Díaz, portavoz de CC OO en Danone.

La sorpresa fue mayúscula porque la empresa no había dado ningún aviso, más bien lo contrario, si se tiene en cuenta que solo hace año y medio se llevaron a cabo inversiones: “Además, hace seis meses firmamos un nuevo convenio, y la empresa no puso ningún problema sobre la mesa acerca de esta fábrica. Es un acto de crueldad y un atropello”, apunta Díaz. “Sí que ha habido una caída de volúmenes en los últimos años, pero el año pasado llegamos a producir hasta un poco más de lo presupuestado. Y es más, el día que se anunció el cierre, la empresa se reunió con los mandos intermedios diciendo que esta era la quinta mejor fábrica de Danone”, recuerda el sindicalista, que cree que la empresa se llevará las líneas de producción y la maquinaria a otras plantas del grupo que todavía tengan margen para producir más. Desde diciembre de 2022 se incentivaron prejubilaciones que no se cubrieron, pero nada hacía presagiar este cierre. En la fábrica trabajan 156 personas —el total de trabajadores de Danone España es de 2.000 personas—, que ahora están pendientes de su futuro. La empresa ha puesto sobre la mesa una reindustrialización, es decir, vender la fábrica con sus empleados, y tras una primera reunión de toma de contacto, esto lo que abordarán en los próximos encuentros.


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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.
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