540.000 trabajadores con discapacidad: “El principal obstáculo es la entrevista”
La tasa de paro de estos empleados cae al mínimo. Los expertos lo achacan a la reforma laboral, la buena marcha del empleo y la mayor sensibilización de las empresas
El madrileño Pedro Cuenca se ha pasado la mayor parte de su vida laboral cargando peso. “Trabajaba en mercados, en temas de decorados... Era todo a base de cargas, de esfuerzo físico”. Pero “de la noche a la mañana”, empezó a sufrir un dolor de espalda inhabilitante. “Se debía a una espondilolistesis, una vértebra desplazada, que me impedía moverme. Tras la operación me encuentro mejor, pero no puedo hacer nada que implique esfuerzos físicos. Sufro dolor de espalda permanente, una ciática”, relata a sus 40 años. Tras una etapa empleado en un parking y un periodo de desempleo, encontró un nuevo rumbo laboral. “Hice un curso de programación web a través de la Fundación ONCE y ahora me dedico a ello. Pocos encontraron trabajo, pero al menos yo sí he tenido suerte. Estoy contento”.
Cuenca es uno de los 538.900 trabajadores con discapacidad de España, según los datos difundidos recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es el máximo registrado hasta ahora (la serie empieza en 2014). “Las cifras que acabamos de conocer, correspondientes a 2022, son muy positivas. Los datos son esperanzadores”, reflexiona Josefa Torres, secretaria de la comisión de inclusión laboral del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI). El incremento de empleados es de un 4%, unos 20.000 más que en 2021. En la misma línea caen el número de parados (un 2,5%, hasta 146.400) y el de inactivos (un 0,4%, hasta 1,26 millones).
Así, de los 1,94 millones de personas con discapacidad en edad de trabajar que recoge el INE, el 27,8% está empleado. Aunque es la mayor proporción registrada, la diferencia respecto a las personas sin discapacidad es abismal (68,1% de ocupados). “Aunque la evolución es buena, la brecha sigue existiendo. Debemos caminar hacia un nuevo modelo, un nuevo marco normativo que impulse el empleo de las personas con discapacidad”, añade Torres. Es un análisis parecido al de Luis Enrique Quifez, responsable de Estrategia de Datos en Fundación ONCE: “Somos menos pesimistas que en años anteriores, pero también debemos ser realistas. La comparación respecto al resto de la población es demoledora. Hay un millón de personas cuyo talento no estamos aprovechando”.
La parte positiva del diagnóstico de Quifez se sustenta en la mejora de las tres tasas que miden la evolución del mercado laboral: cae el desempleo respecto a 2021 (del 22,5% al 21,4%), crece la proporción de empleados (del 26,9% al 27,8%) y la de activos (del 34,6% al 35,3%). Esta última variable es “clave”, dice Quifez. “La mejora implica que más personas están trabajando o buscando empleo. Es decir, hay menos con desesperanza, ven más oportunidades en el mercado laboral. Es el gran caballo de batalla”, añade el experto de la ONCE.
¿Cuáles son las razones de estas mejoras? Quifez alude al desarrollo global del mercado laboral en los últimos años. “De la misma forma que está mejorando el empleo del resto de la población, también lo hace el de personas con discapacidad”. Entre los trabajadores sin discapacidad, la tasa de paro mejoró aún más de 2021 a 2022 (del 14,7% al 12,8%) pero no tanto la de actividad (del 77,7% al 78%). “Siempre vamos con un año de retraso. Con la tendencia que vemos durante 2023 en el resto del mercado laboral, lo normal es que hayamos seguido mejorando”, añade Torres.
“La reforma laboral”, indican fuentes del Ministerio de Trabajo, “ha sido también un pilar fundamental para la creación de empleo y la incorporación al mercado laboral de las personas con discapacidad. De hecho, el total de contratos indefinidos para estas personas aumentó un 186% en 2022 con respecto a 2021, es decir, casi se triplicaron”. Desde el departamento de Yolanda Díaz también destacan los incentivos a la contratación mediante acuerdos con CERMI y ONCE. “Para estas personas trabajadoras es esencial el impulso de la Economía Social, que es seña de identidad de este ministerio. Estas empresas promueven la igualdad de oportunidades y de trato”, añade Trabajo.
La experta de CERMI apunta otras razones que explican estas cifras: “Ha habido mejoras en las políticas activas de empleo y también creo que hay más sensibilidad social. Las empresas están más dispuestas a contratar a personas con discapacidad, hay más compromiso con el impacto social. Se está notando”.
Problemas en las entrevistas
Coincide Sònia Guirado, consultora de la fundación de la empresa de recursos humanos y trabajo temporal Eurofirms. “Como sociedad vamos evolucionando. En la antigüedad se despreciaba a las personas con discapacidad, hace años se les escondía en casa... Se está abriendo la mente de muchas empresas. Cada vez se habla más de discapacidad y diversidad y esto se refleja en el ámbito laboral”, indica esta trabajadora de 47 años, que padece una malformación congénita.
Esta barcelonesa cree que la principal barrera que siguen enfrentando las personas con discapacidad son los prejuicios en los procesos de selección. “Hace unos años me quedé sin trabajo y pensé que me iba a resultar sencillo encontrar otro. Venía de una multinacional alimentaria, con un buen currículum y experiencia. El inicio de los procesos de selección siempre era bueno, las entrevistas telefónicas o por videollamada eran un éxito, pero al verme dejaba de ser la candidata ideal. Solo veían mi discapacidad”. Guirado cree que no había “malicia” en esos descartes, sino “desconocimiento”.
“Veías que la actitud de los entrevistadores no era profesional, que se bloqueaban. Sus prejuicios les condicionan: están pensando en si vas a ser productiva, si vas a encajar con la plantilla, cómo vas a coger el móvil, cómo operar con el ordenador... Son preguntas lógicas que si no te hacen se quedan con dudas. Y nadie contrata a nadie con dudas sobre el candidato”, añade Guirado. En su actual empleo asesora a empresas para que sean más accesibles. “Cuando se toman medidas que benefician a personas que van en silla de ruedas o con discapacidad visual se beneficia el resto. Algo tan sencillo como que las puertas pesen menos puede ser clave para otros empleados. La accesibilidad universal no es solo para las personas con discapacidad”, añade.
La consultora de Eurofirms destaca que “el 70% de las discapacidades son sobrevenidas, nos puede pasar a todos; las empresas deben estar dispuestas a contratarnos”. El INE contabiliza como personas con discapacidad a aquellas con al menos un 33% reconocido.
Discapacidad mental, la peor parada
“El abanico de la discapacidad es muy amplio”, resalta Guirado. “Es difícil encontrar empresas que cumplan todos los requisitos para tener trabajadores con cualquier tipo de discapacidad. Es obvio y se entiende. Pero estamos en disposición de derribar cada vez más barreras”. Ese amplio abanico muestra diferencias en la empleabilidad en función de la discapacidad. De entre las que identifica el INE, los mejores datos son los de las personas con problemas auditivos (61,2% de actividad y 53% de empleo) y aquellos con problemas digestivos (45,7% y 39%). Las peores cifras son las de las personas con discapacidad mental (29,2% y 18,9%) y neuromuscular (33,6% y 18,1%). “Sigue habiendo estigmas y los datos los reflejan: el trastorno mental sigue a la cola en posibilidades laborales”, indica Quifez.
Por sexos, a diferencia de lo que sucede en el mercado laboral en general, ellas sufren menos desempleo. La tasa de paro de las mujeres con discapacidad (20,7%) es en torno a un punto inferior a la de los hombres (21,9%). Por contra, la tasa de actividad de ellos sí es superior, de un 36,3% frente al 34% de las empleadas. Con el foco en la evolución de este parámetro, a Quifez le preocupa la tendencia entre las mujeres: la tasa de actividad cae más de un punto para ellas. “Ese dato no es para festejar. También nos preocupa el alto paro de los jóvenes (48,1%)”, dice.
Respecto a 2021 también mejora la temporalidad: las personas con discapacidad pasan de tener un 25% de contratos temporales a un 22,2%. Es una contracción menor que la experimentada por las personas sin discapacidad, pero no deja de resultar reseñable. Lo que no cambian son las jornadas parciales, el 18,4% del total en 2021 y el 18,1% en 2022. Por otro lado, se pluriemplean menos: solo el 1,3% tiene más de un trabajo, frente al 2,6% entre las personas sin discapacidad.
“Hay una relegación sistemática de las personas con discapacidad a puestos de baja cualificación. Sus ocupaciones están demasiado terciarizadas, relegadas a un espacio laboral muy concreto”, dice el experto de la ONCE. El 81% de ellos trabajan en el sector servicios, mientras que entre las personas sin discapacidad son un 76%. Son menos en industria (12,7%), construcción (3,6%) y agricultura (3%). “Están más formados que antes, pueden aspirar a otros puestos”, añade Quifez. En 2022, el 30,6% de los ocupados con discapacidad tenía estudios superiores, frente al 46,7% entre las personas sin discapacidad.
“Creo que la asignatura pendiente más importante”, continúa Torres, “es articular un nuevo marco normativo para las personas con discapacidad”. Resalta la importancia del recién presentado Libro blanco sobre empleo y discapacidad, “un punto de partida para elaborar el mejor diseño posible”. “Debemos reforzar la formación del colectivo para que esté en mejores condiciones de empleabilidad, que nadie se quede descolgado. Y que esa tecnología tenga en cuenta a todos, que sea accesible”, finaliza la experta del CERMI. El de la ONCE insiste en la importancia de “normalizar la presencia de estos trabajadores” en las estructuras laborales. “Sería un triunfo como sociedad, además de un éxito económico, ya que añades a un gran número de personas en el mercado laboral y minimizas los costes sociales”, termina Quifez.
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