El Banco de España rebaja el crecimiento del año que viene en dos décimas al 1,6%
El organismo considera que el consumo será el motor de la economía en 2024, prevé una bajada de la inflación y alerta sobre un crecimiento basado en el aumento de la población y no en la productividad
Una décima arriba o abajo en unas proyecciones económicas no es una cantidad muy significativa. Este martes el Banco de España ha mejorado su previsión de crecimiento para este año en una décima hasta el 2,4%. Lo justifica por las revisiones al alza que ha realizado el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que han mejorado bastante la marcha de la economía, hasta el punto de situar seis meses antes la recuperación de la pandemia, en el tercer trimestre de 2022. Y para el año que viene el organismo supervisor rebaja en dos décimas el crecimiento, hasta el 1,6%. El avance que tendrá la economía en 2024 será en realidad similar o incluso ligeramente superior al experimentado durante la segunda mitad de este ejercicio, pero al haberse registrado un crecimiento tan fuerte durante el primer semestre del 2023, reforzado además por la revisión del INE, el ritmo se desacelera sensiblemente en la comparación anual.
Aunque el consumo privado será el principal motor de la economía, beneficiado por la menor inflación y la recuperación de las rentas reales, este perderá algo de fuelle, en parte porque el año próximo será en el que tengan mayor impacto las subidas de tipos y porque se anticipa una reducción del crédito al consumo, que ha estado tirando a pesar de la contracción del resto de los préstamos. De esta forma se moderaría un poco el vigor exhibido en el tercer trimestre, cuando se consiguió recobrar el nivel de compras previo a la pandemia. El banco observa que se estaría empezando a frenar la confianza que venían mostrando últimamente los consumidores para hacer grandes compras. Incluso así, el organismo prevé un sólido incremento del consumo de las familias del 2,3% para el año que viene. Y la inversión subirá apoyada por los fondos europeos, cuyo impacto se está retrasando y ahora se espera que su mayor efecto se produzca a partir de 2024.
Por otra parte, la demanda exterior restará algo de crecimiento. Aunque no tanto como lo ha estado haciendo durante la primavera y el verano de este año. Pese a que el banco espera que las exportaciones vayan dibujando una leve recuperación conforme poco a poco repunta la actividad en Europa, las importaciones aumentarán por el incremento de la inversión, más intensiva en compras del exterior, y por el avance del consumo nacional. Además, las ventas del turismo ya no propulsarán las exportaciones con la misma fuerza: el banco espera que estas se ralenticen tras haber recobrado las cotas precovid. En todo caso, las exportaciones españolas de bienes se han comportado bastante mejor que las del resto de Europa. Y la caída de los costes energéticos y el buen rendimiento de las exportaciones de servicios no turísticos contribuirán a que aguante holgadamente el superávit con el exterior.
Crecimiento por la población
El supervisor prevé que el empleo modere su dinamismo al mejorar algo la productividad. Y recuerda que buena parte del impulso observado se achaca a la elevada incorporación de trabajadores extranjeros. De hecho, el 40% del empleo creado en el último año se correspondía con foráneos. Y, en consecuencia, la tasa de paro apenas bajará en los próximos años. Se sitúa de media en el 12% este año, pero hasta 2026 solo descenderá muy levemente, al 11%, por debajo del 16% registrado en el promedio de los últimos 40 años, pero superior al 8% que se dio en 2008. “Estamos creciendo porque aumenta la población y no porque haya mejoras significativas en la productividad”, ha advertido el director de Economía del Banco de España, Ángel Gavilán.
Prestaciones decrecientes
En cuanto a la reforma del subsidio de desempleo, el Banco de España considera que hay margen para mejorarlo tanto en el porcentaje de personas beneficiarias respecto al total de parados, como en la formación asociada y en los requisitos que se exigen al desempleado. Según los estudios de la OCDE, recuerda el banco, España y Grecia son los países que, teniendo unas tasas de desempleo más elevadas, exigen menos a los parados a la hora de formarse, aceptar una oferta de trabajo o controlar la búsqueda de empleo. “Habría que intentar llevar la tasa de paro no por debajo del 10% sino a la de nuestros pares europeos”, ha subrayado Gavilán. Los estudios del banco concluyen que una prestación decreciente, sin modificar la cantidad total dada en el conjunto del periodo, ayudaría a volver antes al mercado laboral.
Pérdida de competitividad
Los salarios están exhibiendo un crecimiento moderado, que ayuda a ir recuperando las rentas reales y el consumo según va perdiendo fuerza la inflación. El incremento medio pactado en los convenios para 2023 es del 3,5%, si bien los de nueva firma, que ya afectan a 3,5 millones de trabajadores, alcanzan el 4,1%. Y la remuneración por asalariado que recoge el INE muestra un aumento incluso mayor, del 4,9% en un contexto de aumento de las vacantes sin cubrir. A pesar de este avance relativamente contenido de los sueldos, los costes salariales unitarios están engordando en mayor proporción por las alzas de cotizaciones y la baja productividad. Y lo hacen por encima de lo que se aprecia en el resto de los países de la zona euro desde el inicio de la pandemia, en especial tras la revisión del INE: “Podría acabar afectando a la competitividad por precio de las empresas españolas”, alerta el Banco de España. Tras el robusto repunte de 2022, los márgenes empresariales se están moderando.
Entre julio y septiembre, la economía creció un 0,3% trimestral, lo que supuso una desaceleración respecto a los crecimientos de la primera mitad del año. Aun así, se trata de un registro mucho mejor que el de la zona euro, en el 0,1%. El banco explica esta diferencia por el mayor vigor exhibido en el consumo privado y la mejor evolución de las exportaciones españolas pese a su ralentización. La entidad espera que en el cuarto trimestre la actividad en España se expanda otro 0,3%, según se desprende de las encuestas a empresas y de los datos de afiliación.
La inflación se modera
La tasa de inflación sorprende por su buena marcha y ayudará al crecimiento del consumo del año que viene. Se corrige sobre todo por la energía pese a la persistencia de la de servicios. De hecho, ya ganan peso en su evolución los factores internos como salarios y márgenes frente a lo que sucedía antes, cuando era sobre todo importada. Este año la inflación de España comparable con Europa acabará en el 3,4%, dos décimas menos que lo que se vaticinaba en septiembre. Para el siguiente se colocará en el 3,3%, en buena medida por la recuperación de los impuestos energéticos que habían sido rebajados. Si bien la prórroga de la reducción del IVA de los alimentos básicos y de las ayudas al transporte harán que no repunte tanto como se esperaba. Ya para 2025 la evolución de los precios estará en el objetivo del 2% del BCE.
Por el contrario, el entorno exterior no está ayudando. La debilidad europea está siendo mayor de lo esperada por la atonía de los mercados extranjeros, la erosión de la capacidad adquisitiva, el endurecimiento de las condiciones financieras y la pérdida de competitividad. Este último factor limitará la mejora del sector exterior europeo según vaya mejorando la economía global debido a la pérdida de cuota de mercado. La zona euro está perdiendo una de sus fortalezas tradicionales. Y no se prevé que China o Estados Unidos puedan repuntar de forma apreciable en 2024 para impulsar más las ventas europeas.
Menos vigor de los ingresos públicos
El déficit público cerrará el año en el 3,8% del PIB, según la estimación del banco, una décima por debajo del objetivo del Gobierno. Sin embargo, para el año que viene el desfase de las cuentas públicas se situará en el 3,4%. Únicamente bajará en cuatro décimas y se quedará algo lejos del 3% que pretende conseguir el Ejecutivo. El año que viene volverán a estar en vigor las reglas fiscales europeas y el 3% de déficit es la barrera a partir de la cual se aplica la disciplina presupuestaria. Esta previsión implica que el Gobierno tendría que quitar para 2024 todas las ayudas energéticas y que probablemente tenga que abordar una nueva ronda de medidas de ajuste. Si por el contrario se extienden las rebajas de impuestos en la electricidad y el gas, el coste ascendería a los 3.000 millones de euros y el PIB crecería dos décimas más, según los cálculos del supervisor. Mientras que durante la recuperación de la pandemia la recaudación fiscal avanzó a un ritmo muy superior al PIB, ahora sucede lo contrario, aunque sin tanta fuerza: los ingresos en 2023 ya marchan por debajo de lo que determinaría la economía y las medidas adoptadas, concluye el organismo.
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